miércoles, 1 de mayo de 2013

PERSONAS, PERSONAJES Y OTROS FILIBUSTEROS


Llámese persona a aquel espécimen de sexo variado (uno o una) que tras nueve meses insertado en vientre materno, nace, respira y crece. Seguro que explicación tan simple alarmará hasta las gentes más livianas, aquellas de escasa inteligencia y conversación menor así que seré más concreto. La palabra persona hace referencia en las charlas de acera o cafetín, a un ser con poder de raciocinio que posee conciencia de sí mismo (en ocasiones distorsionada) y que cuenta con su propia identidad. Así pues este ser dotado de inteligencia y sensibilidad, es capaz de agruparse y vivir en sociedad; podríamos decir que cada persona es singular y única, algunas más singulares que otras, pero todas siguiendo un patrón común.
Si se enfocara el tema desde el derecho, podríamos hablar de la persona como ente, habilitado para tener derechos y asumir obligaciones; hay esas obligaciones que a veces tanto cuestan de cumplir, pero con qué facilidad sabemos reclamar nuestros presuntos derechos, que listos somos para unas cosas y que olvidadizos para otras, sabemos ver la paja en ojo ajeno pero nos cuesta ver la viga en el propio y no vale lo de “señoría yo no sabía…”, hay que saber, hay que saber y por saber ya se sabe que el desconocimiento de la ley no exime de su cumplimiento así que a ponerse las pilas y a procurar saber, a cumplir con lo que toca a cada uno o una (como dirían los de UGT y CCOO).
Hay gente floja, amembrillada, de fluir manso, vamos el típico natillas, de esos que para mover un pie piden permiso al otro, con un horizonte dudoso son de poco arremeter; en sus manos las cosas se alargan, se eternizan, nunca ven el fin, son de sangre espesa como espesos son sus movimientos. Dudan y en su duda te desesperan, no avanzan y entorpecen el avance de otros, son desinteresados, no de buen corazón sino carentes de interés, nacieron con el alma cansada y todo su ser así lo manifiesta.
En el otro extremo están los vivos, nerviosos, aquellos de rápido excitar, van por la vida como si la vida misma se les acabara, son rápidos en el hacer y esa misma rapidez en ocasiones les hace errar; son de pensar fluido y a veces de actuar sin pensar, atolondrados, avanzados, de valentía inconsciente y de poco arrepentir; inquietos hasta el extremo de llegar a inquietar, de movimiento continuo o fácil temblor, su alma se atormenta por los contratiempos más melifluos.

En cuanto a la categoría de personaje aquí hay cancha para mucho tipo de personas. Llámese personaje a aquella persona u ente que por sus méritos o circunstancias sobresale de la masa humana entre la que vive, alcanzando un reconocimiento positivo o negativo por parte de la sociedad a la que pertenece. En esta categoría cabrían infinidad de meritorios pues ahí entrarían artistas, escritores, políticos, deportistas, científicos, militares, descubridores, inventores, malhechores de renombre, gánsteres, ladrones de guante blanco y algunos cantamañanas. Y gentes neutras de baja extracción y poco más o menos, de estos por desgracia en los últimos tiempos han aparecido tantos como setas tras una tormenta y ahí siguen, no los echan ni con agua caliente.
Por si no tuviéramos bastantes reyes y reinas, príncipes y princesas, van los medios y se inventan a la princesa del pueblo, que no ha dado que hablar la dichosa princesita, nunca un polvo taurino ha sido tan bien rentabilizado por nadie. Ole su calidad profesional, ole su estética belleza, ole su prosa exquisita, eso es saber estar ante las cámaras repartiendo valía; y que decir de esa masa enardecida que la siguen como icono y guía, esa defensa de su persona que miles de almas reivindican en cada sobremesa pegadas al  plasma de su salón; y los contertulios que la acompañan y enaltecen, siempre haciéndole la ola y enjugando sus lastimeras lágrimas, vaya banda de correveidiles, más falsos que un billete de mil euros.
Es lo que tiene la fama, te tiras un pedo y según donde lo hagas ¡ualaaa! Ya eres famoso y persona de interés, a partir de ahí a comentar en los medios la fortuita pérdida con todo tipo de detalles y a crear audiencia, pero no de cualquier tipo no, de la entendida, de la buena, de esa que se preocupa por uno y sabe apreciar un suceso en su justa medida; la gente del famoseo televisivo es muy peculiar, los hay que saben de algo, que tienen una u otra habilidad, que practican algún deporte o son buenos en cualquier arte creativo; luego están los curiosos, los inexplicables, los no entendibles, aquellos que no se sabe el porqué de su fama pues nada han hecho para merecerla y hay que joderse pero algunos de estos elementos arrasan en las audiencias, no hay más que remitirse al ejemplo anterior.
Así pues hay que procurar hacer algo de interés o al menos algo que llame la atención e intentar entrar en la élite de los personajes pues quedarse en simple persona para muchos, es un frustrante sinvivir al que no están dispuestos a sucumbir.

En tercer y último lugar, dícese filibustero de aquel que gusta de lo ajeno apropiándoselo mediante las artes de la piratería, saltándose las leyes y sin respeto alguno por la propiedad privada. Filibusteros insignes fueron Morgan, Drake, Barbarroja  o el mismo capitán Blood, ellos ocuparon la boca-boca de un romántico Caribe isleño en el siglo XVII, sus galeones y fragatas fueron el terror de las Antillas y sus historias han llegado hasta nuestros días con tintes de leyenda.
Hoy en día nuestros filibusteros son de otra pasta y desde luego nada románticos; en la actualidad se trinca desde el ordenador, sin dar un palo al agua y desde luego sin prácticamente arriesgar el físico. Es verdad que siempre quedará el butronero, el asiduo al tirón callejero o el navajitas barriobajero pero estos nunca ocuparán la élite del ladroneo; nuestros filibusteros de hoy son personajes insignes, gente respetada y admirada por su visión en los negocios hasta el día que los pillan y se derrumba el mito, entonces resultan ser villanos y gente de baja extracción. Esta gente asidua al traje a medida y corbata de seda, llegan a ser icono de moda y modelo a seguir, encumbrados por los medios y alabados por la gente principal, luego, una vez descubierto el pufo, nadie quiere que se las relacione con ellos; así son las altas esferas de nuestra sociedad, siempre dispuestas a arrimarse a donde creen que pueden sacar y las primeras en salir corriendo cuando la mierda escampa.
Unos millones aquí, otros más allá, eso si todos ganados de manera incierta y con un origen oscuro, reposando a la sombra de una palmera o en el anonimato de una caja de seguridad en cualquier paraíso fiscal: Andorra, Suiza, Lichtenstein, Gran Caimán o Bermudas da igual el sitio pues todos se han convertido en la antigua isla de Tortuga, refugio de los legendarios piratas caribeños. Nuestros actuales filibusteros tienen estudios, están bien preparados, tienen contactos y saben moverse en la jungla de las finanzas y  cuando los pillan, saben cómo escurrir el bulto protegidos por despachos de abogados que a la caza de una buena comisión, son igual de piratas que sus representados pero ellos amparados por la ley de la que hacen su “modus vivendi”. Al final, aunque lleguen a pagar penas, nadie devuelve nada, nadie se arrepiente de nada y con el tiempo salen a la calle, vuelven a la vida con tiempo suficiente por delante para ir en busca de sus tesoros ocultos y seguir viviendo a lo grande, ya exentos de la pena pagada.

1 comentario:

  1. Me gusta esta historia pero tengo ganas de leer la cuqui historia que me "debes" besos guapo

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