domingo, 5 de mayo de 2013

LA CONCIENCIA DE UN ALAMBIQUE


El alambique o alquitara, es un viejo aparato utilizado para la destilación de líquidos mediante un proceso de evaporación por calentamiento y posterior condensación por enfriamiento. Fue inventado por Al-Razi  alrededor del siglo X de nuestra era para producir perfumes, medicinas y el alcohol de la fruta fermentada. Hasta aquí la parte formal, la auténtica, la de los libros o el Wikipedia; a partir de aquí por tanto, la parte de ficción, las reflexiones, los destarifos de la mente si los hubiera.
La parte mística de un alambique hay que buscarla en los confesionarios, allí se llega en estado de constricción, apesadumbrado o agobiado por la angustia de nuestros pecados pero ¡Ualá! Una vez te pones en manos del confesor de turno, nuestra conciencia empieza a soltar lastre y el alma  inicia su particular y curiosa destilación, luego con todos nuestros pecados condensados y desvelados a la figura oscura que se oculta tras la rejilla metálica, los purificamos dejándolos fluir a través de una fría penitencia hallando el perdón; una vez este conseguido, estamos en disposición de iniciar una nueva etapa pecadora ya con la conciencia tranquila y limpia de sombras.
El alambique tiene la capacidad de transformar el yo; al igual que algunos hechos pueden ser el detonante de una catarsis vital, las esencias y fluidos vomitados por el serpentín de tan mágico ingenio, pueden elevar un alma a dimensiones inimaginables, hacer vivir vidas paralelas o simplemente ser capaces de anular la voluntad. El alambique tiene poderes que escapan a la razón y de ahí su poder de atracción, de sus entrañas surgirán elixires con enjundia, fórmulas secretas, pócimas encantadas que harán al que las recibe sanar o morir, soñar o enamorarse, sufrir o disfrutar de una falsa realidad.
Nuestro yo evoluciona y se transforma tras pasar por el alambique, como si de una máquina del tiempo se tratara, somos los mismos en un mundo de circunstancias cambiantes a las que debemos saber amoldarnos, los que no lo consiguen se volatilizan como los vapores a través de los conductos del ingenioso aparato; la conciencia inerte del alambique retiene como llegas y que queda de ti al salir de nuevo al mundo, sabiendo en todo momento los cambios experimentados durante el proceso, se analiza el bagaje de inicio y el lastre desprendido durante el camino, solo así se puede valorar la nueva persona en la que nos convertimos.
Faro de vida y guía de trayectorias, algunas esencias dirigen nuestras vidas por derroteros difíciles de controlar, el mayor o menor número de anillos en el alambique de nuestra existencia puede hacernos llegar antes o después a nuestro destino y una vez en él, el éxito o fracaso queda en manos del cosmos al que pertenecemos. Seguir la trayectoria acertada no siempre es fácil pues el camino está lleno de obstáculos que en más de una ocasión nos tientan a abandonar, aquí debe resurgir la fortaleza que el proceso de cambio a través de los conductos metálicos, nos ha hecho forjar.
La  conciencia del alambique nos recuerda el camino a seguir y la forma de hacerlo, partiendo de una gran tinaja llena de momentos que es la vida misma, vamos confluyendo paso a paso hasta llegar a un cuello  de botella a medida que concretamos nuestras prioridades y estilo de vida, una vez allí ya sin espacio para desviarnos, entramos en el conducto metamórfico que modulara nuestro ser transformando conductas, modificando sentimientos, alterando emociones; nos desintegraremos para volver a ser integrados y una vez renovados, saldremos a la luz de una nueva vida, distintos, mejores, más plenos.
Atrás quedarán nuestros miedos, nuestras faltas y pecados, nuestros lastres serán abandonados en el camino de la purificación y una vez adquirido el nuevo estado, estaremos listos para afrontar nuevos retos, con más fuerza, más confianza e ilusión. El alambique habrá obrado su poder místico, ejecutando sus artes mágicas y oscuras, transformando aquello que precisa ser transformado, eliminando aquello que necesita ser eliminado, liberando aquello que está pidiendo salir y en esa catarsis de caos y cambio drástico se obtendrá un resultado a veces sorprendente, no esperado, un nuevo ser.
El arcanista experto manipulará el alambique buscando esencias cada vez más puras, elixires cada vez más eficaces, pócimas cada vez más fuertes y una vez obtenidos los fluidos mágicos, actuará ejercitando sus poderes sobre las mentes de fácil convencer, las almas desesperadas, los corazones desgarrados. Solo entonces podrá comprobar el verdadero influjo de sus alcoholes curativos; sus líquidos destilados a través del infinito serpentín, actuarán cobrando vida en quienes los absorben y con ello llevarán su poder al alma dormida.
Los cuerpos inertes, dirigidos por unos humores cautivos de esencias inciertas, vagarán por la tierra como almas en pena esperando su purgatorio y en su deambular sin rumbo, crearán caminos allí donde no los había y con ello, ampliarán los horizontes de su existencia. El alambique habrá sido el útero creador de donde brotarán las preciosas gotas que acelerarán pulsos, abrirán corazones, levantarán ánimos y pasiones, ellas serán el motor de la nueva vida y los cuerpos mortales que las vivan, pedirán más y más, y con ello ya serán nuestros hasta el fin de sus días.
El alambique seguirá destilando perlas de amor, espinas de tormento, gotas sanadoras que convenientemente administradas, revivirán los cuerpos y almas adormecidos por la bruma de la vida, agitados por una caótica existencia, oprimidos por compromisos estériles, angustiados por  múltiples necesidades artificiales que erróneamente nos hemos ido creando; el alambique será nuestro dios, creador y destructor a partes iguales, quedando el destino de sus fluidos destilados en manos del alquimista que sabiamente manipule sus esencias.
Hay de aquel que ose agraviar de pensamiento u obra, aquel que levante voz o mano, aquel que amenace o conspire, aceche o sorprenda… sobre el caerá la ira del alambique con toda la fuerza de sus fluidos mágicos y una vez impregnado su cuerpo con sus néctares prodigiosos quedará anulado de voluntad, desahuciado de pasiones, perdido en un mundo del que perderá  su control, esclavo de una vida que ya no será suya; su existir se convertirá en un deambular sin rumbo o destino, siempre al dictamen del arcanista que haya manipulado en él las pócimas elegidas y secretas.

Mi consejo: Sed buenos en actos pero también en pensamientos, solo así escapareis a los efectos nocivos del alambique.

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