sábado, 9 de marzo de 2013

Anselmo y la política (I Parte)


Caos e incertidumbre.

Era hombre de ideas nobles y tenía muy claro como debían ser las cosas, un poco de sentido común y evitar las influencias oportunistas eran suficiente para llevar las cosas a buen puerto; se hacía cruces viendo como estaba el patio político en el país y oyendo los noticiarios, sentía como le hervía la sangre haciéndole subir la tensión. No había día en el que abriera un periódico o encendiera la televisión, que no se desayunara con un nuevo caso de corrupción; mientras unos cuantos se los llevaban a capazos, otros muchos sufrían las consecuencias de los recortes impuestos por la crisis que esos pocos espabilados, habían colaborado a producir.

Tal y como estaban las cosas y viendo los derroteros que estaba tomando la patria, se imponía hacer algo drástico que pusiera a cada uno en su sitio, había que levantar los colchones de la administración y de otras muchas empresas relacionadas con esta y airear las miserias que todas juntas habían ido acumulando a lo largo de los últimos años. Era necesario hacer una purga que eliminara toda la pestilencia que inundaba cada rincón tocado por las manos de estos espabilados, hacerles ver que en contra de lo que pensaban, el puesto que ocupaban era temporal y por tanto estaban obligados a rendir cuentas; había que recordarles que el país no era su rancho particular ni ellos eran John Wayne cabalgando por sus posesiones.

Anselmo era hombre de orden y justicia, de responsabilidad y trabajo bien hecho; ajeno al enchufismo, odiaba las colocaciones a dedo las cuales normalmente iban acompañadas de mediocridad y recelos en el mejor de los casos. Era de pensar claro y gustaba de transparencia en las cosas del poder, los asuntos oficiales debían exponerse con luz y taquígrafos pues era la única manera de que todo estuviera libre de sospechas; no soportaba el amiguísimo el cual siempre arrastraba la sombra de la corruptela, la cual antes o después siempre acababa metiendo la mano en ánforas ajenas con transferencias opacas y de poco convenir. La política y su entorno, se habían convertido en un mercado donde honestos mercaderes convivían con trúhanes y ladronzuelos de guante blanco, unos y otros se conocían sobradamente tolerándose las andadas mutuamente pensando en el día que cambiarán las tornas.

Partidos, sindicatos, empresas públicas, bancos y cajas de ahorro, fundaciones y hasta ONGs tenían sus trapos sucios escondidos en lo más profundo del cajón, confiando que hasta ese lugar nadie metiera la mano y tirara del hilo; ya se sabe que a río revuelto ganancia de pescadores por eso unos tras otros, intentaban no mover las aguas demasiado cuando llegaban al puesto "no sea que vaya por el aire la parte reservada para mi" dirán algunos. El nivel de crispación llevaba creciendo varios años a medida que la crisis se agudizaba y los efectos de las medidas tomadas para combatirla, salpicaban afectando a casi todos los estamentos y era a casi todos, pues siempre había quien sacaba buenos réditos de la situación, había pasado siempre pero ahora los medios eran más eficaces en airear los pelotazos y los había allá donde miraras.

Por su parte, la justicia andaba con pies de barro y los asuntos se eternizaban en los tribunales, se aplicaban leyes muchas de las cuales necesitaban una revisión urgente que nunca llegaba creando malestar entre la población; Anselmo contenía su indignación en casa cuando veía noticiarios en televisión, seguía haciéndolo en Le Parissien cuando leía la prensa diaria y mantenía esa misma indignación cuándo conversaba en la calle con conocidos y allegados. Era la tónica general en todo el país y nadie era ajeno a ella, el drama se extendía afectando a muchas familias por todas las tierras de España y el número de víctimas crecía con cada jornada.

El tejido industrial se tambaleaba dando al traste con cientos de negocios que veían cerrar sus puertas a diario, el número de desempleados se incrementaba día a día superando todos los récords conocidos, personajes insignes en todos los ámbitos y en algún momento representantes del país fuera de nuestras fronteras, trasladaban sus fortunas a paraísos fiscales para evitar así la presión fiscal, echando por tierra su supuesto patriotismo y por tanto demostrando, que eran gentes de poco confiar.

Algo estaba fallando y permanecer en la tierra que a uno lo había visto nacer, era un "sin vivir" continuo, se habían perdido los papeles y ocurrían cosas de una moralidad más que dudosa ¿dónde había quedado la solidaridad, el bien social, el derecho al trabajo o a una vivienda digna? La gente sin trabajo, no podía hacer frente a sus compromisos crediticios y por tanto los bancos a través de los juzgados, ejercían su derecho al desahucio para seguir acumulando inmuebles vacíos que nadie podía comprar; esos mismos bancos que tras años de una nefasta gestión habían dejado agujeros en sus cuentas del tamaño de la fosa de Las Marianas, recibían ingentes cantidades de dinero de unos gobernantes que tras exprimir a sus gentes, rescataban a los principales causantes de la crisis financiera al tiempo que sus directivos se blindaban con sueldos, indemnizaciones y pensiones vitalicias de lo más escandaloso.

La España siniestra estaba acrecentando con fuerza su nombre al calor de la crisis, la innominada prescripción de los delitos, premiaba a quienes los cometían, las recalificaciones urbanas del pasado habían llenado las huchas de muchos que nunca dieron explicaciones del rápido crecimiento de sus patrimonios y en el peor de los casos si llegaba a demostrarse la mala práctica realizada, esta había prescrito por lo que quedaban exentos de pena. Fondos europeos desviados a financiaciones ilícitas, subvenciones malversadas con destinos inciertos, prestaciones cobradas por familiares a título póstumo, gentes mal preparadas en cargos de renombre, comisiones y más comisiones de aquí­, de allá...el caos.

El mundo siniestro de la España corrupta, extendía sus tentáculos sin freno ni límite por todos los escalones de la sociedad, los títeres de turno hacían sus negocios fraudulentos en la sombra mientras quienes los habían puesto ahí­ se mantenían ajenos a sus trapicheos; los pufos iban saliendo a la luz pero nada cambiaba. Dietas abultadas escandalosamente, tráfico de favores sin control, obras faraónicas innecesarias que no llegaban a ser utilizadas, tantos y tantos despropósitos aceptados impunemente habían llevado el país a la quiebra económica y moral.

Por tanto el cambio drástico era necesario a todas luces, habíamos tocado fondo y Anselmo, como otros muchos, era consciente de ello; como diría Ernesto Che Guevara "Patria o muerte", había que tomar las riendas del país barriendo a toda la capa de chupópteros instalada en los puestos influyentes, había que traer aire fresco a las instituciones y renovar la espesa capa de niebla contaminada que invadía cada rincón de la patria; Anselmo sabía qué hacer y cómo hacerlo.

Había que tomar el control y sanear los sumideros de la vida política y sus entresijos más ocultos, había que cazar y escarmentar públicamente a los aprovechados y oportunistas que tanto mal habían hecho, había que recuperar a sangre y fuego todo lo robado impunemente llegando si fuera necesario, más allá del patrimonio del propio inculpado; se había acabado con la práctica de alargar los procesos judiciales, había llegado el momento de olvidarse de la prescripción de delitos, a partir de ahora tan sólo con la captura, condena y cumplimiento íntegro de la pena estos prescribirían, se habían acabado los beneficios penitenciarios para muchos delincuentes, había llegado el momento de cambiar las cosas y había que hacerlo rápido, el país no podía permitirse meses o años de discusiones parlamentarias, se acabó con los trámites largos, la burocracia espesa y las triquiñuelas legales que hacían a muchos irse de rositas.

Anselmo, paladín de paladines, estaba dispuesto a liderar un nuevo proyecto que devolviera la ilusión a sus paisanos, su España volvería a ser libre, fuerte y grande pues el principal activo que era su gente, estaba esperando un líder que los guiara; y los cambios debían llegar rápido pues no quedaba mucho tiempo, el país estaba rozando el límite y por tanto era hora de reaccionar y salir del estado de hibernación en el que se llevaba viviendo los últimos años.

Anselmo tenía ideas pues era hombre de recursos; estaba preparado dada su formación  en la vida para afrontar retos importantes y en estos momentos levantar el país lo era; su proyecto debía ser de rápida ejecución para ver los primeros resultados en no más de unos meses, dada la urgencia de la situación; estaba convencido de que el triunfaría donde otros habían fracasado pero para eso necesitaba tener carta blanca y las manos libres en todos los aspectos, pues algunas de sus medidas podían levantar ampollas en más de un sector. Si llegara a tener la oportunidad de intentarlo sería la  historia quien lo juzgara.

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