sábado, 3 de diciembre de 2016

EL VIAJE INCIERTO

La mente durante el descanso nocturno es invadida por un crisol de imágenes inconexas e historias inverosímiles que una vez visionadas en ese limbo reparador llamado sueño, se evaporan entre brumas neuronales muchas veces sin apenas dejar huella; atrapar fragmentos de esas películas virtuales es tentar al reino de los hados pues con su captura, les estás arrebatando eslabones de su cadena cósmica de la cual solo ellos son sus custodios.

Cada noche nos adentramos por la senda de lo incierto dando por hecho que unas horas más tarde veremos un nuevo amanecer, en ese interludio inconsciente con fecha de caducidad, nos abandonamos a nuestros recuerdos más íntimos con la certeza de que estos no saldrán de nuestro envase corporal. Nada te asegura una historia coherente, ni siquiera que tenga lugar la historia misma pero cuando ocurre y eres capaz de arrastrarla a tú estado consciente, te sorprendes con momentos que creías olvidados o con escenarios de difícil explicación.


Te ves en sueños y al despertar no te reconoces, adoptas formas claramente imposibles, ejecutas actos difícilmente probables y en tú historia virtual eres quien nunca serás, por ello te sorprendes al verte en un cuerpo que no es el tuyo, al oírte con una voz ajena, al sentirte vivo sabiéndote muerto. Flotas en una vida no vivida, paralela pero aparentemente real, todo está nítido en ella y por tanto en tú inconsciencia nada sospechas, eres un peón más de la historia y en ella desarrollas el papel que te ha tocado ejecutar.

Con frecuencia los acontecimientos de la primera vida golpean a la segunda, esa que vives en la intimidad de un rincón orgánico difícilmente identificable, allí oculto a miradas ajenas intentas ponerte a salvo y en ocasiones llegas a creer que lo estás, craso error pues tú mente es la que vuela lejos dejando tú cuerpo anclado a una realidad cruel y amenazante de la que no puedes escapar. Antes o después todos iremos acercándonos a la luz final, esa de la que algunos han conseguido escapar dando testimonio de su existencia tras un hecho casi siempre traumático, esa luz esperará su momento pues realmente nadie consigue escapar de ella, tan solo han aplazado su encuentro definitivo.



Si un@ consigue llegar al convencimiento de que el paso de una vida a la otra es breve, rápido, imperceptible y sobre todo indoloro, el tránsito pues es menos temido; si además la trayectoria aquí ha sido o está siendo precaria y/o tortuosa ese paso puede considerarse una liberación, un punto de escape por el cual se resuelven los problemas o al menos estos dejan de ser una amenaza. El viaje, con destino incierto, se inicia al bajar los párpados, con los ojos cerrados nos dejaremos llevar en busca de alivio quedando atrás todo el lastre existencial acumulado durante años; ese viaje incierto que ahora comienza nos llevará al lugar destinado a cada uno de nosotros sin riesgo de equivocar el camino, llegado el momento con su inicio se pondrá fin a nuestra historia que en la mayoría de los casos, será olvidada pronto no dejando huella.

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