sábado, 5 de marzo de 2016

NUESTRA HISTORIA Y... LA DE OTROS



Uno repasa su historia y tiene una rápida visión de su vida, de un vistazo sabe si esta ha sido buena, mala o regular, para algunos cabría encasillarla en la categoría de aceptable, para la mayoría sería mejorable, para muy pocos sería plena y para todos irrepetible pues una vida no puede volverse a vivir y por tanto es irrepetible aunque si imitable.

Nuestra historia la marcan los hechos que en ella acontecen y en los que nos vemos implicados de una u otra forma, aquellos acontecimientos que de alguna manera nos influyen y nos afectan, las personas con las que nos relacionamos en mayor o menor medida, el entorno en el que vivimos y los lugares que visitamos, las profesiones que desempeñamos, los libros que leemos, la música que oímos, las películas que visionamos o el teatro al que asistimos.

Nuestra historia es una cadena formada por cientos, miles de eslabones que constituyen la infinidad de detalles en los que nos vemos inmersos desde el mismo momento en el que vemos la luz; nadie sabe a ciencia cierta si las trayectorias vitales están predeterminadas pero es un hecho contrastado que algunos acontecimientos truncan vidas llevándolas por unos derroteros inesperados.

Si algo caracteriza al ser humano a diferencia de otras especies es su capacidad para adaptarse a las adversidades, nadie como él es capaz de superar situaciones límite en las que otros sucumbirían; su inteligencia e ingenio le ha permitido diseñar las herramientas necesarias para combatir y superar cualquier contratiempo o al menos un gran número de ellos y al hacerlo, estos logros pasan a marcar sus existencias llenando las páginas de su historia.

Nacimientos, bodas, funerales, primeros amores, primer trabajo, hechos que de alguna forma quedan grabados en nuestra memoria como referentes de nuestra existencia sin los cuales, nuestro paso por la vida no  dejaría huella; con cada logro, con cada fracaso, con cada ilusión, con cada desengaño, con cada reto, con cada abandono… se va construyendo el edificio que albergará nuestro currículum y él será, llegado el momento, quien dé testimonio de nuestro paso por la Tierra cuando ya no estemos en ella.

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