sábado, 19 de marzo de 2016

NOCHES Y LUCES

Reflexiones nocturnas plasmadas al romper el sol: Desvaríos nocturnos sin un objetivo definido.

El calor se ensaña con nuestras livianas almas y perturba nuestro descanso nocturno ya de por si débil y asustadizo; las noches pasan lentas y silenciosas mientras el reloj va poco a poco desgranando sus dígitos proyectados en el techo sobre mi cabeza. Tantos minutos encerrados en el puñado de horas que se suponen reparadoras de nuestro precario organismo dan para muchas historias, para muchos repasos, para muchas vidas concentradas en pequeños fragmentos de tiempo estéril y huidizo. Horas de ingenio y lucidez furtiva, de complicidad creadora, cuyos resultados escapan por momentos de nuestra cabeza como el agua entre los dedos.

Ojalá pudiera atesorar todos esos pequeños momentos creativos, ojalá pudiera atrapar todos mis desvaríos nocturnos, ojalá pudiera retener esos fragmentos de lucidez acorporal y crear con ellos historias y escenarios mágicos en los que personajes libres de carga emocional, sin ataduras ni prejuicios, escenificaran las vidas que nos habrían gustado vivir, amaran los amores que nos hubiera gustado amar, hicieran las cosas que nos hubiera gustado hacer. Con la salida del sol y una vez de vuelta a la realidad de cada día, nos damos cuenta de la magnitud de la brecha emocional con la que debemos convivir, el abismo que separa la luz de las tinieblas no deja de ampliarse y con ella la distancia que alguna vez unió ambas orillas, se hace insuperable.

La misma espuma que llega a tus pies arrastrada por las olas en cualquier playa de nuestro entorno, moja otros pies a miles de kilómetros en playas de aguas cristalinas; por el camino entre una y otra orilla los cambios multiculturales nos hacen muy diferentes a unos y otros, olvidándonos que tanto allí como aquí late un mismo corazón, filtran unos mismos riñones, depura las impurezas un mismo hígado y unos pulmones idénticos nos permiten seguir respirando cada mañana. Dicen que la realidad siempre supera a la ficción, viendo la realidad que nos rodea me quedo con la ficción inconsciente e irresponsable, nocturna e íntima, quizás sea la cárcel de mis anhelos ¿pero sabes? Es mi cárcel y puedo modificarla a mi antojo sin ayuda ni permiso de nadie; a veces añoro el estado de trance al que son capaces de llegar ciertos santones en su meditación, son capaces de elevarse a otra dimensión en su soledad libremente elegida, capaces de modificar sus ritmos orgánicos y prolongar así su mística existencia que pasean por mundos regidos por otros órdenes naturales.

Mirar el horizonte y dejar volar la imaginación puede llegar a convertirse en un ejercicio interesante de tele-transporte mental, allá en lo lejos quizás mirando hacia su horizonte, curiosamente donde nos encontramos tu o yo, puede que esté nuestra alma gemela, nuestro doble, espejo, llámalo como quieras; no necesariamente debe parecérsenos físicamente, tan solo comparte unos valores, unas inquietudes, unos sueños… ¿Quién no te dice que él o ella viven a través tuyo o tu vives a través de ellos? Piénsalo por un momento, dos vidas idénticas vividas en la distancia ajenas la una a la otra y separadas por miles de kilómetros o quizás, tan solo por unos centenares de metros; pensarlo invita a la reflexión pero a estas horas del día ya estoy cansado y mi mente deambula perdida entre el humo de los incendios que nos rodean esquivando la lluvia de ceniza que amenaza con tragárselo todo.

Medito y en mi meditación encuentro el sosiego que la vida me niega, allí, a años luz de donde mi cuerpo se encuentra, encuentro la paz que mi espíritu precisa, revivo historias de un pasado lejano, recreo caras y miradas olvidadas, silencios y palabras pronunciadas y con ellas vuelvo a momentos mágicos de incierta realidad; ocurrieron o tal vez no pero mi cabeza las revive con total nitidez y en ellas me recreo, me refugio y me aíslo de todo lo que me rodea y me asfixia, en ellas encuentro la libertad perdida y todo mi ser flota en una ficticia realidad de la que no quiero salir. Por momentos las oscuridad lo invade todo extendiendo su velo sobre nuestras cabezas, llegamos a pensar que la luz del sol no volverá a brillar y nuestro mundo quedará inmerso en las tinieblas hasta el final de los días pero siempre, cuando menos lo esperamos, en algún lugar surge una chispa de esperanza, y esta ilumina un incipiente camino oculto por el que quizás podamos volver a resurgir; hay que aprender a identificar esas señales pues ellas nos devolverán a la senda de luz y en ella volveremos a ver brillar el sol.

Cada jornada es un mundo de incertidumbre y antes de que esta comience la duda de cómo esta se desarrollará puede llegar a angustiarnos, la cabeza no es acompañada por el cuerpo y este se revela y se ensaña con nuestro espíritu ante estímulos nimios y aparentemente insignificantes; la marcha normal de los humanos que indiferentes me rodean, es ajena a mi mundo y circunstancias por ello nada de lo mío es extrapolable a ellos que viven su propia realidad muy diferente a la mía. Todo es un cosmos en continuo movimiento y en él todos estamos inmersos en pequeños avatares, cada uno es único y principal para el que lo vive el cual será protagonista de un fragmento minúsculo de ese cosmos del que todos formamos parte; unos y otros formamos parte de cadenas infinitas que al igual que el genoma humano, damos forma a ese ADN universal que no encuentra límites en un espacio sideral en continua transformación.

Y vuelvo a mis reflexiones nocturnas, y en ellas me centro en asuntos más terrenales y cercanos, más factibles y personales, vuelvo a ver sus caras, sus miradas, los lugares donde acontecieron los hechos tantas veces recordados, intento escapar al lugar donde siempre quise estar y vuelo hasta allí con la facilidad de un sueño el cual modelo a mi antojo, quito y pongo lo que quiero, actúo sin normas preestablecidas y no he de responder ante nadie pues soy dueño y señor de mi ficción en la cual voy creando mi historia. Podrán apresar mi cuerpo, limitar mis movimientos, coartar mis libertades pero nunca podrán poner límites a mi mente, con ella podré volar sin reparar en fronteras, sin atender a razones, sin seguir los cánones de lo estipulado como correcto; en mi mundo interior siempre seré libre y gracias a ello podré seguir viviendo la vida que me tocó vivir.

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