sábado, 2 de enero de 2016

EL AÑO NUEVO

Llegadas estas fechas en las que el año termina, un@ hace repaso a los doce meses que quedaron atrás y hace propósito de enmienda, el nuevo año que se abre ante nosotros es como un libro en blanco esperando ser escrito; los últimos días de diciembre son propensos a hacer promesas y a auto-imponernos cambios, es cuando un@ decide que va a dejar de fumar, aprender algún idioma o apuntarse al gimnasio. Los primeros días de cada enero son una puerta a la esperanza en la que cada un@ planifica que rutinas abandonará y cuales entrarán a formar parte de su estilo de vida; esto suele durar apenas unas semanas pues aun no ha llegado San Valentín hacia mediados de febrero y ya hemos incumplido casi todos nuestros buenos propósitos.

En el fondo tenemos buena intención y somos conscientes de que esos idílicos cambios que visualizamos en nuestras cabezas nos harían mucho bien pero siempre falta esa  pequeña vuelta de tuerca que nos lance al ansiado cambio y no solo nos lance sino que nos mantenga en él pues de nada sirve empezar si luego no continuamos. Algunas veces esos cambios que nos proponemos no dependen de nosotros, siendo esa situación un posible foco de frustración que de perpetuarse puede llegar a agriarnos el carácter. Los cambios propuestos deben ser factibles, coherentes y no suponer una catarsis personal pues de lo contrario la posibilidad de abandono ganará muchos enteros.

Viendo el pasado con perspectiva un@ se da cuenta de cuantas cosas cambiaría de poder hacerlo, cuantos errores cuyas consecuencias se prolongarán en el tiempo, cuantas frases inacabadas o no llegadas a pronunciar, cuantas relaciones equivocadas o confianzas mal dadas, cuantas amistades mal atendidas y amores inconfesados; mirando atrás un@ se ve en el punto al que nunca creyó llegaría y una vez en él unas pesadas cadenas te anclan al presente sin posibilidad de modificar un ápice tú trayectoria vital hasta ese momento. Por delante el resto de nuestra vida conscientes de que la parte buena, si alguna vez la hubo, quedó en el camino entre las brumas del pasado.

Y volviendo al nuevo año que se presenta ante nosotr@s, sus posibilidades son infinitas aunque llegado el momento, algo o alguien acotará esa barra libre haciéndonos salir del espejismo con el que iniciamos enero; políticos, bancos, la misma Bruselas, la prima de riesgo o la visita inesperada de un familiar lejano, trastocarán nuestro entorno y todo lo que hay en él. Prepararse para lo inesperado es imposible no obstante marcarse una cuota de previsión ante imprevistos terrenales, puede suponer la diferencia entre caer o seguir en pie llegado un momento de caos y este, téngase por seguro, antes o después acabará llegando barriendo de un plumazo la placidez de nuestra existencia.


Afrontemos pues el año que ahora comienza con esperanza, mirémoslo como una posibilidad de mejora, usémoslo como borrador de etapas grises del pasado, intentemos hacer tan solo algo de lo que no hicimos, evitemos marcarnos imposibles por muy convencidos que estemos de poder conseguirlos, lo malo que quedó atrás es lastre que hemos soltado y lo bueno es bagaje incorporado a nuestra maleta de vida. Así pues con nuestro nuevo libro en blanco y doce gruesos capítulos por delante, solo nos queda por crear un buen argumento y empezar a despiezar los días sacándoles el máximo partido a cada uno de ellos; solo al final sabremos lo ocurrido y podremos valorar las vivencias plasmadas en cada una de sus hojas.

FELIZ AÑO NUEVO.

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