sábado, 16 de enero de 2016

UNA MIRADA ESMERALDA

Se hacía esperar, verse con ella llevaba su tiempo por eso cuando por fin lo conseguías todo debía ser perfecto; ella sabía siempre elegir el sitio adecuado para celebrar tan esperados encuentros por ello cuando estos llegaban, él se dejaba guiar seguro de sorprenderse una vez más, ella era toda una caja de sorpresas y cada vez que se veían siempre aprendía algo nuevo, por algo aquella mujer tenía magia.

Sus miradas se cruzaron muchos años atrás y desde aquel momento algo de ella enraizó en lo más profundo de su ser; sin conocerse, tras ese primer encuentro, él ya no la pudo olvidar no obstante más tarde la vida quiso que sus líneas se cruzaran con la energía de un imán. Aquella mirada permaneció latente a lo largo del tiempo aun sin sospecharlo, su brillo esmeralda anidó durante años en lo más íntimo de su alma esperando el momento oportuno para reaparecer.


Ella era una mujer cultivada que vivía su mundo con pasión desmedida, su mente se adelantaba a sus actos faltándole horas al día para llevar a cabo todos sus proyectos; oírla hablar contagiaba su entusiasmo y a él le encantaban sus disertaciones, no se cansaba de verla expresarse con su gesticulación particular mientras su ojos brillaban acentuando su color verde esmeralda. Era un alma salvaje, inconformista y aventurera, y a él le hechizaba esa faceta de mujer guerrera capaz de enfrentarse a cualquier reto que se le metiera entre ceja y ceja.

Cuando estaban juntos hablaban de sus vidas y recordaban su pasado común, ella acaparaba toda su atención aislándolo en una burbuja virtual en la que se convertía en el centro de su universo, en esos momentos robados al resto del mundo nada existía a su alrededor y sus cinco sentido eran abducidos por aquella mujer cercana e íntima a la que nunca dejó de querer. La amistad que surgió en un pasado lejano y que más tarde pasó a ser amor volviendo a convertirse con los años en una nueva y más fuerte amistad, era un cóctel de sentimientos que ya no sabía definir pero tampoco lo intentaba, tan solo se dejaba llevar por sus cantos de sirena cada vez que ella lo llamaba y se veían.



Ella era su bálsamo y su torbellino, su tabla de salvación en los momentos difíciles, su estímulo para seguir adelante cuando todo parecía derrumbarse a su alrededor; cuando se veían el tiempo parecía detenerse y quizás lo hacía pues ella eclipsaba el espacio que ocupaban haciendo que solo existieran ellos dos. Aquella mirada esmeralda tenía la chispa que él necesitaba para respirar pues lejos de ella el mundo en que vivía lo asfixiaba arrastrándolo a los abismos, ella era su sirena y como tal en sus brazos se sentía seguro, dejándose llevar a través de los mares sin importarle el destino pues con ella este dejaba de tener importancia.

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