Año electoral, doce largos meses plagados de promesas,
reproches, acusaciones, triunfalismo, escándalos… y muy poca autocrítica; los
de siempre aferrados a su poltrona defendiéndola a capa y espada ante las
andanadas de los nuevos, estos batallando a sangre y fuego por hacerse un hueco
en el espacio ocupado hasta ahora por los de siempre. Unos y otros vendiendo
humo al sufrido pueblo y este, saturado hasta la saciedad de proclamas y fuegos
de artificio.
Doce meses de debates televisivos, de inauguraciones sin
licencias, de proyectos faraónicos que nunca verán la luz; trescientos sesenta
y cinco días de intrigas, corruptelas, supuestos pactos, desencuentros
manifiestos; un largo año de ilusiones y esperanzas para unos pocos, apatía
para muchos y desinterés para el resto. Todo un pueblo debatiéndose entre unos
y otros, o al menos eso deben pensar ellos, ante el cual se abren unos nuevos
comicios de resultados inciertos.
Rostros aparecidos hace poco han inundado los platós de
televisión hasta llegar a aburrir, los contertulios de turno les han ido
haciendo la ola con tal de exprimir sus sapiencias, muchas utopías y más de lo
mismo dicho por otras bocas. Los azules de la gaviota haciendo equilibrios para
mantener su cuota de poder a toda vista bien mermada, los rojos de la rosa a
remolque de su historia reciente a pesar del pasado respiro andaluz, la clásica
hoz y el martillo aunque renovados en su tiempo a punto de desaparecer
fagocitados por la nueva izquierda, los más nuevos de los viejos
desintegrándose desde el pasado marzo pagando la factura de no haberse aliado
con los naranjas y estos, a tenor de las encuestas, subiendo como la espuma y
con la vitola de ser necesarios para formar gobierno en muchas ciudades y
comunidades autónomas.
Mención aparte para los seguidores del círculo, los morados
se las prometían muy felices hace unos meses pero dan la impresión de haber ido
perdiendo fuelle con el paso del tiempo; ya no son tan claros favoritos para
ser la alternancia del gobierno actual, su discurso ha ido perdiendo frescura
quizás por la saturación a la que nos han sometido en el último año, puede que
rozaran el éxito demasiado pronto en el tiempo y las encuestas pero demasiado
lejano este de los comicios que es cuando importa ir en cabeza.
Sea como fuere todo el pescado está ya vendido y nos
encontramos en la curiosa Jornada de
Reflexión, a las puertas de meter el papelito en la urna, y digo curiosa
por no llamar de otra forma más hiriente
a este día tan peculiar que precede a las elecciones; lo de reflexionar
el día previo es la chorrada más grande del panorama electoral, el indeciso no
va a ver la luz en ella y el convencido
no va a cambiar a última hora así pues ¿para qué sirven esas veinticuatro horas
previas de recogimiento e introversión? Ese día no se permite nada relacionado
con el contubernio electoral no sea que algún indeciso cambie de bando a última
hora que de hacerlo, demostraría ser el más torpe de la banda.
¿Para qué sirve una jornada de reflexión? o dicho de otra
forma ¿sobre qué coño hay que reflexionar? Se imaginan una jornada de reflexión
previa al día de la boda o al día de matricularse en una carrera, un día
reflexionando si emprender o no el viaje del día siguiente, reflexionar el día
de antes si comprar uno u otro modelo de automóvil… se me hace absurdo
pensarlo. ¿Por qué en política pues tiene que haber tantas vainas y desvaríos?
Como si no tuviéramos bastante ya con los políticos tanto profesionales como de
nuevo cuño.
Con cada proceso electoral era típico levantar las alfombras
durante las semanas o meses previos aireando las miserias de unos y otros, este
año 2015 con cuatro de esos comicios en el calendario estamos asistiendo a un reality show en toda regla, nada que ver
con el Deluxe, Gran Hermano o Supervivientes, el día a día político está siendo
todo un espectáculo social al que solo le está faltando un poco de sexo y
sangre, mucha sangre. Si los del corazón tenían a la Pantoja entre rejas, los
otros tenían al Bárcenas, si los primeros lucían a todo un alcalde como Julián
Muñoz pringado hasta las cejas, los segundos podían presumir de un Blesa, Rato
o un Olivas, que si los Pujol habían trincado en el norte, otros con los ERE lo
habían hecho en el sur; en fin todo un reality
show que ahora había que gestionar y traducir en las urnas.
Habrá que reflexionar, todo un día para hacerlo, y ojo a
equivocarse de sobre cómo hacen algunos congresistas a la hora de pulsar el
botón y es que muchos tienen la cabeza en sus cosas sin prestar atención a la
actividad por la que se les paga, confiemos en que esta camada de nuevos
políticos no pierdan pronto el norte y se conviertan de un día para otro en lo
que tanto llevan criticando en los últimos meses y es que ya lo dice el refrán “prometer hasta meter
y luego de haber metido adiós a lo prometido”.
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