Dicen que “quien tiene un amigo tiene un tesoro”, un
amigo, un buen amigo o amiga es una continuidad de nuestra alma, con ellos se
puede estar sin más, con ellos no son necesarias las palabras, el silencio
compartido y cómplice basta para llenar el vacío. El buen amigo es una válvula
de escape para nuestras desdichas con el que sabemos podemos contar, es una
pieza fundamental en nuestras alegrías con el que necesitamos compartirlas, es
un bálsamo que con sus consejos y opiniones suaviza nuestros momentos
comprometidos ayudándonos a superarlos, es una parte básica en el motor de
nuestra existencia.
En ocasiones la vida se tuerce y nos lleva por derroteros
impensables, las cosas no salen como uno quisiera y quedan fuera de nuestro
control, el desánimo puede llegar a instalarse en nuestro yo terrenal quedando
ajeno a la vida que nos rodea; en esos momentos de negrura existencial la luz
de un buen amigo puede devolvernos al camino y acompañarnos en su recorrido.
Durante el trayecto su mera compañía ya será una muleta en la que apoyarnos y
llegado el momento, el uno junto al otro avanzaremos más rápidos y seguros.
La serenidad de un amigo hará más armónico nuestro pulso, los
problemas compartidos con él perderán tensión aunque no se resuelvan, pensar en
voz alta junto a él aligerará nuestra angustia y nuestro temor pues será una
esponja que absorberá parte de nuestras malas energías. El buen amigo estará a
nuestro lado en los buenos momentos y también en los malos, nos dejará espacio
cuando lo necesitemos y encontraremos su proximidad sin tener que pedírsela
pero a veces eso no será suficiente.
En ocasiones las tinieblas pueden oscurecer el cielo, el
desánimo asentar con fuertes raíces en el averno de nuestra alma y la chispa
vital que un día brilló con fuerza no encontrar el oxígeno necesario para
seguir brillando; la mente que no encuentra consuelo cierra sus fronteras y se
aísla del mundo que la rodea, mientras tanto, poco a poco, los conductos con el
medio exterior van cerrando sus válvulas de conexión hasta conseguir una total
incomunicación. Uno ya no siente, ya no expresa, ya no pide ni reclama, tan solo
respira y aguarda en silencio la llegada de su amiga, esa que sin hacerse
presente siempre está a nuestro lado, vigilante, al acecho, dispuesta a darnos
su abrazo eterno.
La amiga muerte no tiene horas ni periodos de descanso, no
entiende de compromisos ni aplazamientos, su horario es la vida de la cual se
alimenta y en esa vida, convive entre nosotros cobrándose a diario su macabro
peaje. La amiga muerte nos elige o la buscamos, ella siempre estará dispuesta a
aceptar nuestro baile y como una amante ansiosa de amor, se dejará llevar al
ritmo que le marquemos. Ella no tiene prisas pues sabe con certeza que será
nuestra última pareja, con ella cerraremos el baile de nuestra vida sin
preocuparnos por perder el paso.
Nuestra última cita con la amiga muerte podrá ser prolongada o fugaz pero nunca indiferente
pues será definitiva, será la cita de nuestra vida, la que nadie podremos
eludir llegado el momento pero si adelantar si ese es nuestro deseo, ese último
compromiso está marcado en el calendario de cada existencia y es una cita
ineludible e intransferible. En ocasiones el abrazo de la amiga muerte será una
liberación que nos permitirá soltar el lastre que nos tiene atados a esta vida,
dándonos alas para volar hacia la eternidad, en esta los dioses nos recibirán
como a uno más de sus soldados y pasaremos a formar parte de sus ejércitos de
inmortales.
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