sábado, 9 de abril de 2016

LA CANSINEZ DEL CANSINO

Los hay que tienen la sangre de horchata, clara y poco fértil, y aun así  funcionan por la vida e incluso llegan a tener suerte en esta; son melones abiertos que con la primera rodaja ya averiguas su poca espenta y escasa valía, de normal flojos de espíritu. Apocados y sin iniciativa viven la vida de otros imitando sus quehaceres, sus posturas y estilos sin una personalidad propia, son espejos mediocres que intentan reflejar lo que ven en otros; se los define como copiamonas pues de copiar hacen su estilo de vida.

El copiamonas profesional no suele dar un palo al agua, espera a que otros lo den para intentar obtener algún beneficio, alguna vez les sale bien la jugada y recogen lo que no merecen, lo que no han ganado, el fruto del esfuerzo ajeno. Hay que estar en el sitio adecuado en el momento oportuno y el copiamonas profesional sabe hacerlo, de hecho pasa su vida agazapado esperando el momento de actuar; algunos tienen suerte y consiguen tener una vida regalada a costa de los otros los cuales consciente o inconscientemente les facilitan las cosas.

Hay copiamonas cansinos, su ritmo vital va a escasas revoluciones llegando con su lentitud en el proceder a exasperar a quienes les rodean, para ellos todo precisa de un tiempo prolongado de ejecución y al que los ve, le hacen hervir la sangre; son lentos hasta en el pensar por lo que tener una conversación con ellos adormece al más despierto de los mortales, reaccionan lento y cuando lo hacen suelen llegar tarde pero parece no importarles lo más mínimo demostrando una cansinez extrema.

Los sangre floja, como también se los conoce, no suelen rendir, no están capacitados para ello al llevar la impronta cansina grabada en su ADN, están entre nosotros porqué ha de haber de todo en esta jungla por la que deambulamos pero aportar lo que se dice aportar, aportan poco o nada pero muchas veces caen en gracia o son hijos de. Al cansino copiamonas de sangre floja se le reconoce con facilidad, suele tener un rostro amable de sonrisa fácil con la que cae bien en un primer momento, ahí te atrapa y te lleva al huerto.


Algunos copiamonas tienen un buen don de gentes y con él suelen introducirse en círculos abonados a la mentira y la confusión pues estos individuos consiguen confundir en un primer momento, otros en cambio son apocados y asustadizos, introvertidos e hipocondriacos, son la otra cara de la moneda del cansino genuino, ese que todos tenemos en mente, el cansino de postal. Esta bipolaridad de cansinos hace que un mismo estado adopte perfiles opuestos de aptitud aunque siempre conservarán un ritmo relentizado en todas sus actuaciones, signo inequívoco de un genoma cansino.

En cierta ocasión conocí a un cansino de pura cepa, era un cansino con pedegree, con denominación de origen; sus movimientos atortugados dejaban a las claras la poca chispa de aquel organismo, su escasa actividad cerebral era de dudosa productividad y lejos de querer aparentar lo que no era, se reafirmaba en su ineptitud para casi todo. Era un cansino modelo, de poco sentido común y afirmaciones peregrinas; con frecuencia se implicaba en las conversaciones para tan solo balbucear estupideces y tontunas que a nadie interesaban, lo consideraba su aportación particular al grupo.

Era natural de Dolores, población de nombre álgido y poco señorial, allí habían transcurrido sus poco más de cuatro décadas sin un oficio definido pues nada en él podía concretarse, había sido un poco de todo pero de nada mucho tiempo, era como un ave de corral que había pasado su vida picoteando aquí y allá sin detenerse en nada específico pues se le ignoraba valía alguna; su tiempo fue ocupado en actividades de poco exigir como paseador de perros, ciclo-repartidor, cruza-calles, pegador de cartelería urbana, técnico en buzoneo y así un largo etcétera de oficios de escasa relevancia.

Los cansinos como Onofre, que así se llamaba el espécimen, se eternizan en las relaciones interpersonales llegando a aturdir a la compañía; son como un chicle pegado en el zapato, pegajosos y difíciles de despegar aunque en algún momento nos hayan hecho pasar un buen rato. El cansino profesional busca la compañía aun notando el rechazo, es como el invitado al que nadie quiere invitar pero que se presenta en todas las fiestas y siempre con ropa inapropiada; si fuera apéndice sería el grano en el culo que nos impide coger una postura cómoda al sentarnos.


Cansinos hay y los habrá siempre, saber identificarlos para así eludirlos es una virtud que no está al alcance de cualquiera por lo cual es fácil caer en su círculo de acción al no verlos venir; los copiamonas son de hacer sigiloso y de ahí su éxito al saber infiltrarse sin hacer ruido para llegado el momento, desplegar toda su batería de sinsentidos pero eso sí, a su ritmo pausado y tranquilo. Atención pues a la presencia de los cansinos, su aparición puede echarnos a perder la jornada y por no saber eludirlos también podemos quedar apartados de nuestro círculo social.

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