Los hay que tienen la sangre de horchata, clara y poco
fértil, y aun así funcionan por la vida
e incluso llegan a tener suerte en esta; son melones abiertos que con la
primera rodaja ya averiguas su poca espenta y escasa valía, de normal flojos de
espíritu. Apocados y sin iniciativa viven la vida de otros imitando sus
quehaceres, sus posturas y estilos sin una personalidad propia, son espejos
mediocres que intentan reflejar lo que ven en otros; se los define como
copiamonas pues de copiar hacen su estilo de vida.
El copiamonas profesional no suele dar un palo al agua,
espera a que otros lo den para intentar obtener algún beneficio, alguna vez les
sale bien la jugada y recogen lo que no merecen, lo que no han ganado, el fruto
del esfuerzo ajeno. Hay que estar en el sitio adecuado en el momento oportuno y
el copiamonas profesional sabe hacerlo, de hecho pasa su vida agazapado
esperando el momento de actuar; algunos tienen suerte y consiguen tener una
vida regalada a costa de los otros los cuales consciente o inconscientemente
les facilitan las cosas.
Hay copiamonas cansinos, su ritmo vital va a escasas
revoluciones llegando con su lentitud en el proceder a exasperar a quienes les
rodean, para ellos todo precisa de un tiempo prolongado de ejecución y al que
los ve, le hacen hervir la sangre; son lentos hasta en el pensar por lo que
tener una conversación con ellos adormece al más despierto de los mortales,
reaccionan lento y cuando lo hacen suelen llegar tarde pero parece no
importarles lo más mínimo demostrando una cansinez extrema.
Los sangre floja, como también se los conoce, no suelen
rendir, no están capacitados para ello al llevar la impronta cansina grabada en
su ADN, están entre nosotros porqué ha de haber de todo en esta jungla por la
que deambulamos pero aportar lo que se dice aportar, aportan poco o nada pero
muchas veces caen en gracia o son hijos de. Al cansino copiamonas de sangre
floja se le reconoce con facilidad, suele tener un rostro amable de sonrisa fácil
con la que cae bien en un primer momento, ahí te atrapa y te lleva al huerto.
Algunos copiamonas tienen un buen don de gentes y con él
suelen introducirse en círculos abonados a la mentira y la confusión pues estos
individuos consiguen confundir en un primer momento, otros en cambio son
apocados y asustadizos, introvertidos e hipocondriacos, son la otra cara de la
moneda del cansino genuino, ese que todos tenemos en mente, el cansino de
postal. Esta bipolaridad de cansinos hace que un mismo estado adopte perfiles
opuestos de aptitud aunque siempre conservarán un ritmo relentizado en todas
sus actuaciones, signo inequívoco de un genoma cansino.
En cierta ocasión conocí a un cansino de pura cepa, era un
cansino con pedegree, con
denominación de origen; sus movimientos atortugados dejaban a las claras la
poca chispa de aquel organismo, su escasa actividad cerebral era de dudosa
productividad y lejos de querer aparentar lo que no era, se reafirmaba en su
ineptitud para casi todo. Era un cansino modelo, de poco sentido común y
afirmaciones peregrinas; con frecuencia se implicaba en las conversaciones para
tan solo balbucear estupideces y tontunas que a nadie interesaban, lo
consideraba su aportación particular al grupo.
Era natural de Dolores, población de nombre álgido y poco
señorial, allí habían transcurrido sus poco más de cuatro décadas sin un oficio
definido pues nada en él podía concretarse, había sido un poco de todo pero de
nada mucho tiempo, era como un ave de corral que había pasado su vida
picoteando aquí y allá sin detenerse en nada específico pues se le ignoraba
valía alguna; su tiempo fue ocupado en actividades de poco exigir como paseador
de perros, ciclo-repartidor, cruza-calles, pegador de cartelería urbana,
técnico en buzoneo y así un largo etcétera de oficios de escasa relevancia.
Los cansinos como Onofre, que así se llamaba el espécimen, se
eternizan en las relaciones interpersonales llegando a aturdir a la compañía;
son como un chicle pegado en el zapato, pegajosos y difíciles de despegar aunque
en algún momento nos hayan hecho pasar un buen rato. El cansino profesional
busca la compañía aun notando el rechazo, es como el invitado al que nadie
quiere invitar pero que se presenta en todas las fiestas y siempre con ropa
inapropiada; si fuera apéndice sería el grano en el culo que nos impide coger
una postura cómoda al sentarnos.
Cansinos hay y los habrá siempre, saber identificarlos para
así eludirlos es una virtud que no está al alcance de cualquiera por lo cual es
fácil caer en su círculo de acción al no verlos venir; los copiamonas son de
hacer sigiloso y de ahí su éxito al saber infiltrarse sin hacer ruido para
llegado el momento, desplegar toda su batería de sinsentidos pero eso sí, a su
ritmo pausado y tranquilo. Atención pues a la presencia de los cansinos, su
aparición puede echarnos a perder la jornada y por no saber eludirlos también
podemos quedar apartados de nuestro círculo social.
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