sábado, 30 de enero de 2016

UNA ISLA PARA EL GRAN CAPITÁN

Las naves se quemaron una a una ante la impotencia de una gente que no daba crédito a lo que veían sus ojos, la que fue hasta hace poco una gran armada se fue desintegrando a marchas forzadas en cuestión de meses; ni los más viejos del lugar podían creer que todo el potencial de aquella unidad de combate se hubiera esfumado de la forma en que lo había hecho en los últimos tiempos, pronto ya nada quedaría de ella ni siquiera sus cenizas.

Pocos fueron los que aguantaron hasta el final, la mayor parte de la marinería fue quedándose por el camino ante una situación insostenible y caótica que duraba ya demasiado tiempo; la ansiedad, la depresión, el engaño y también porque no decirlo, la cobardía y la falta de vergüenza, hicieron mella en las gentes que hasta hace poco eran una piña alrededor del puente de mando.

La situación era muy difícil, terminal, y estaba mal gestionada desde mucho tiempo atrás, a eso se añadieron circunstancias que escapaban al control de cualquier equipo de gobierno; la tempestad arremetió con una fuerza inusitada lejos de cualquier puerto seguro y en esta tesitura las naves empezaron a hacer agua. Las bombas de achique las mantuvieron a flote durante un tiempo pero llegó un momento en que el caudal entrante era mucho, superando con creces al que salía, de forma que al final las naves empezaron a zozobrar una tras otra.


El gran capitán, cabeza visible de aquella armada que en tantas ocasiones gustó de lucir sus galones en salones y despachos, no supo estar a la altura y lejos de  dar ejemplo ante la marinería y el resto de oficiales, desapareció de la escena; antes que él sus más allegados ya habían saltado por la borda buscando un vía de escape segura y ajena al resto que quedó atrás luchando contra el oleaje.

Tras una vida mal gestionada no supo hacer frente a sus responsabilidades optando por la opción más fácil, dejar el campo de batalla y ponerse a salvo lejos de miradas, disputas y enfrentamientos. Se refugió en su isla urbana rodeado de un pequeño grupo de aláteres que durante décadas lo habían adulado y enaltecido haciéndole creer ser quien no era; la isla del gran capitán no era más que un  espacio en el que lavar su conciencia y esconder sus vergüenzas, esas que nunca reconocería en público ante el cual él querría seguir siendo quien fue.

Como un gran elefante blanco seguiría acudiendo a los centros de poder sin ser consciente de que su tiempo ya había pasado y que su mancha le acompañaría el resto de sus días; aun sin él saberlo su presencia ponía en marcha una cascada de murmuraciones y cuchicheos entre los que al verlo pasar le sonreían y estrechaban su mano, como suele decirse el cornudo es el último en enterarse de sus cuernos (ni siquiera nota el peso).

Su progenie desnatada parecía vivir el mundo del colorín, ajenos a cualquier acto de responsabilidad y sin implicarse en nada, eran de los primeros que abandonaron los barcos alegando lo inalegable, o sin tan siquiera hacerlo; tan solo desaparecieron un día en medio de la tormenta amparados en la confusión del momento, no se volvió a saber de ellos, ni siquiera recogieron sus pertenencias lo que dejaba a las claras el poco valor que les daban.


Y mientras los últimos restos de la que fue insigne armada luchaban por no irse a pique o al menos retrasar el debacle que se cernía sobre ellos, el gran capitán se dedicaba a la conspiración poniendo trabas a cualquier idea o actuación que les permitiera seguir en la brecha. Los malos tiempos habían arrancado la careta al que fue director de orquesta de aquella filarmónica, el que cambiaba de instrumentos con una periodicidad galáctica sin dar tiempo a que estos llegaran a coger polvo; nada había salido como él pensaba ¿o quizás sí?


Las últimas líneas de su historia aun no estaban escritas y el camino incierto que se abría ante ellos no dejaba mucho margen al optimismo, enrocado en la sinrazón el gran capitán daba la impresión de querer morir matando defendiendo una postura, su postura, a todas luces errónea e inconsistente, el tiempo daría y quitaría razones pero mientras tanto la gran armada se deshacía a la vista de todos y estos todos se frotaban las manos a la espera de su ración del pastel.

sábado, 23 de enero de 2016

DESENGAÑOS Y OTROS REVESES

Uno es confiado y como dice la tan manida frase “la esperanza es lo último que se pierde”. Aquel tipo siempre fue muy detallista y porque no decirlo también, un tanto enamoradizo; era de los que nunca olvidaban una fecha, un acontecimiento, un momento especial y en el fondo siempre esperaba que la cosa fuera recíproca, nada más lejos de la realidad.

Era de los que nunca acertaba, cuanto más interés tenía por una persona ésta menos considerada era con él; tenía el punto de mira equivocado y claro está, el fallo estaba asegurado de antemano. Su azarosa vida no le había sido benévola y ya a temprana edad tuvo que lidiar con situaciones difíciles, podría decirse de él que tenía  un sino complicado.


El paso del tiempo no mejoró su situación y los palos le siguieron llegando de las formas más variadas, unas veces eran problemas de salud, en otras lo eran de índole económico, también la faceta familiar se resintió en algún momento de su vida y como no, estaba la esfera sentimental pues el corazón no quedaba exento a sus lastres existenciales.

Lo conocían como el triste pues triste era su vida, anodina y estéril, todas sus ilusiones quedaron en coma vegetativo muchos años atrás y ya nada bueno le quedaba por esperar; de este modo sus jornadas se habían convertido en réplicas de una misma historia escritas por una mano anónima que movía los hilos de su destino.

Con la mente siempre lejos de su cuerpo intentaba vivir otras realidades más llevaderas, menos frustrantes, más benignas; como si su vía de escape fuera un embudo esta siempre lo dirigía a las antípodas de su espacio físico y allí era otro. Se movía en otro mundo, pisaba otros suelos, se bañaba en otros mares y su alma se regeneraba con cada nuevo amanecer acercándolo cada vez más a un éxtasis vital.


Allí lejos quedaban los desengaños y reveses que la vida y las gentes le proporcionaban, allí nada de lo de aquí importaba pues todo quedaba atrás, en un segundo e intrascendente plano por el que no valía la pena preocuparse. Aquella vida ficticia era su válvula de escape, una existencia paralela muy diferente y distante a su verdadero recorrido vital el cual se alimentaba de ella para poder seguir rodando.


Con el sonido de un ukelele lejano cerraba los ojos por las noches sabiendo que las aguas turquesas de la laguna le darían los buenos días en las próximas horas, la luz rabiosa de aquel paraíso entraría una vez más por sus ventanas y al pie de las crestas volcánicas tapizadas por una foresta verde y salvaje, pisaría una vez más las arenas blancas de su isla mágica.

sábado, 16 de enero de 2016

UNA MIRADA ESMERALDA

Se hacía esperar, verse con ella llevaba su tiempo por eso cuando por fin lo conseguías todo debía ser perfecto; ella sabía siempre elegir el sitio adecuado para celebrar tan esperados encuentros por ello cuando estos llegaban, él se dejaba guiar seguro de sorprenderse una vez más, ella era toda una caja de sorpresas y cada vez que se veían siempre aprendía algo nuevo, por algo aquella mujer tenía magia.

Sus miradas se cruzaron muchos años atrás y desde aquel momento algo de ella enraizó en lo más profundo de su ser; sin conocerse, tras ese primer encuentro, él ya no la pudo olvidar no obstante más tarde la vida quiso que sus líneas se cruzaran con la energía de un imán. Aquella mirada permaneció latente a lo largo del tiempo aun sin sospecharlo, su brillo esmeralda anidó durante años en lo más íntimo de su alma esperando el momento oportuno para reaparecer.


Ella era una mujer cultivada que vivía su mundo con pasión desmedida, su mente se adelantaba a sus actos faltándole horas al día para llevar a cabo todos sus proyectos; oírla hablar contagiaba su entusiasmo y a él le encantaban sus disertaciones, no se cansaba de verla expresarse con su gesticulación particular mientras su ojos brillaban acentuando su color verde esmeralda. Era un alma salvaje, inconformista y aventurera, y a él le hechizaba esa faceta de mujer guerrera capaz de enfrentarse a cualquier reto que se le metiera entre ceja y ceja.

Cuando estaban juntos hablaban de sus vidas y recordaban su pasado común, ella acaparaba toda su atención aislándolo en una burbuja virtual en la que se convertía en el centro de su universo, en esos momentos robados al resto del mundo nada existía a su alrededor y sus cinco sentido eran abducidos por aquella mujer cercana e íntima a la que nunca dejó de querer. La amistad que surgió en un pasado lejano y que más tarde pasó a ser amor volviendo a convertirse con los años en una nueva y más fuerte amistad, era un cóctel de sentimientos que ya no sabía definir pero tampoco lo intentaba, tan solo se dejaba llevar por sus cantos de sirena cada vez que ella lo llamaba y se veían.



Ella era su bálsamo y su torbellino, su tabla de salvación en los momentos difíciles, su estímulo para seguir adelante cuando todo parecía derrumbarse a su alrededor; cuando se veían el tiempo parecía detenerse y quizás lo hacía pues ella eclipsaba el espacio que ocupaban haciendo que solo existieran ellos dos. Aquella mirada esmeralda tenía la chispa que él necesitaba para respirar pues lejos de ella el mundo en que vivía lo asfixiaba arrastrándolo a los abismos, ella era su sirena y como tal en sus brazos se sentía seguro, dejándose llevar a través de los mares sin importarle el destino pues con ella este dejaba de tener importancia.

sábado, 9 de enero de 2016

ESO QUE LLAMAN FACEBOOK

Dicen que lo lleva implícito el propio progreso, que es la forma actual de relacionarse y aún llegan más lejos al afirmar que si no estás en la red no existes; el aislamiento virtual se está convirtiendo en una norma y conocer gente por el método tradicional se está perdiendo a marchas forzadas sin que nadie haga nada por remediarlo. Hipnotizados frente a la pantalla de cualquiera de los múltiples dispositivos existentes en el mercado, nos aislamos de todo lo que nos rodea perdiendo la noción del tiempo, es como si el aparato ejerciera un efecto de succión sobre nuestra persona anulando nuestra voluntad, convirtiéndonos en esclavos de un ingenio que ha hecho sangrar nuestros bolsillos.
Como autómatas deambulamos por las calles con la mirada y el resto de nuestros sentidos secuestrados por tan diabólicos inventos, ajenos a nuestro entorno circulamos ensimismados manipulando unos chismes que pueden poner en peligro nuestra propia vida y no es el chisme en cuestión el culpable de ello sino el mal uso que hacemos de él, el que nos anula como personas. La red de redes nos tiene atrapados y entre su maraña de opciones somos cautivos de eso que llaman redes sociales, falsas relaciones interpersonales que una vez establecidas nos fagocitan exigiéndonos cada vez más.

Nos quitamos tiempo de sueño, de ocio, de trabajo… para poder interactuar a veces con el otro lado del mundo, con gentes que no vemos ni veremos nunca a los que colocamos la etiqueta de “amigos virtuales” mientras por otro lado muchas veces tenemos desatendidas a las verdaderas amistades, esas a las que deberíamos cuidar y atender. Creamos nuestro perfil con el fin de que gentes desconocidas sepan de nosotros, en ocasiones volcamos nuestra vida en páginas anónimas con el único objetivo de que unas manos ajenas cliken el botón de me gusta e incrementen nuestro contador sin importar su origen o procedencia.


Una vez inmersos en eso que llaman Facebook, nos permitimos cualquier licencia dado que ese mundo virtual se convierte en una barra libre donde cualquiera puede llegar a ser quien quiera sin control ni límites; surgen las fotos tontas, las tarjetas con frases chorras, las reflexiones sin propósito y por encima de todo, la desinhibición gratuita en donde todo vale por muy esperpéntico que pueda llegar a parecer. Emoticones, puños cerrados con pulgar hacia arriba, gifs que no todos pueden visualizar… toda una batería de pequeñas y originales llamadas de atención están disponibles para hacer más atractivas nuestras sesiones virtuales, para crear un entorno mucho más amigable que justifique de alguna manera nuestra presencia frente a la pantalla.

Se reciben solicitudes de amistad de desconocidos, se leen comentarios sobre aquello que nos atrevemos a publicar, hay quien incluso desnuda su alma y su cuerpo ante un público anónimo aderezando el pantallazo con fotografías sugerentes o fuera de contexto; llegados a ese punto vale todo, el más atrevido o inconsciente triunfa…. y así nos va. No obstante, eso que llaman Facebook también tiene su parte positiva al convertirse en un escaparate que, bien gestionado, puede llegar a tener un gran alcance superando a la publicidad convencional, saltando fronteras geográficas y culturales, dando a conocer curiosidades allende de los mares.



Es lo que tienen las redes sociales que ya han superado al correo em@il y nos tienen atrapados en cortos mensajes, escuetos y llenos de abreviaturas rozando la analfabetización, pues al leerlos uno puede espantarse ante tan grotesca y ofensiva sintaxis. Eso que llaman Facebook y por extensión sus primos Twitter, Tuenti, Istagram, etc…., nos tienen cautivos esperando el próximo mensaje, la próxima solicitud, el próximo comentario y mientras nuestra vida está centrada en los diabólicos dispositivos, desatendemos a la propia vida que corre sin freno consumiendo nuestro saldo existencial.

sábado, 2 de enero de 2016

EL AÑO NUEVO

Llegadas estas fechas en las que el año termina, un@ hace repaso a los doce meses que quedaron atrás y hace propósito de enmienda, el nuevo año que se abre ante nosotros es como un libro en blanco esperando ser escrito; los últimos días de diciembre son propensos a hacer promesas y a auto-imponernos cambios, es cuando un@ decide que va a dejar de fumar, aprender algún idioma o apuntarse al gimnasio. Los primeros días de cada enero son una puerta a la esperanza en la que cada un@ planifica que rutinas abandonará y cuales entrarán a formar parte de su estilo de vida; esto suele durar apenas unas semanas pues aun no ha llegado San Valentín hacia mediados de febrero y ya hemos incumplido casi todos nuestros buenos propósitos.

En el fondo tenemos buena intención y somos conscientes de que esos idílicos cambios que visualizamos en nuestras cabezas nos harían mucho bien pero siempre falta esa  pequeña vuelta de tuerca que nos lance al ansiado cambio y no solo nos lance sino que nos mantenga en él pues de nada sirve empezar si luego no continuamos. Algunas veces esos cambios que nos proponemos no dependen de nosotros, siendo esa situación un posible foco de frustración que de perpetuarse puede llegar a agriarnos el carácter. Los cambios propuestos deben ser factibles, coherentes y no suponer una catarsis personal pues de lo contrario la posibilidad de abandono ganará muchos enteros.

Viendo el pasado con perspectiva un@ se da cuenta de cuantas cosas cambiaría de poder hacerlo, cuantos errores cuyas consecuencias se prolongarán en el tiempo, cuantas frases inacabadas o no llegadas a pronunciar, cuantas relaciones equivocadas o confianzas mal dadas, cuantas amistades mal atendidas y amores inconfesados; mirando atrás un@ se ve en el punto al que nunca creyó llegaría y una vez en él unas pesadas cadenas te anclan al presente sin posibilidad de modificar un ápice tú trayectoria vital hasta ese momento. Por delante el resto de nuestra vida conscientes de que la parte buena, si alguna vez la hubo, quedó en el camino entre las brumas del pasado.

Y volviendo al nuevo año que se presenta ante nosotr@s, sus posibilidades son infinitas aunque llegado el momento, algo o alguien acotará esa barra libre haciéndonos salir del espejismo con el que iniciamos enero; políticos, bancos, la misma Bruselas, la prima de riesgo o la visita inesperada de un familiar lejano, trastocarán nuestro entorno y todo lo que hay en él. Prepararse para lo inesperado es imposible no obstante marcarse una cuota de previsión ante imprevistos terrenales, puede suponer la diferencia entre caer o seguir en pie llegado un momento de caos y este, téngase por seguro, antes o después acabará llegando barriendo de un plumazo la placidez de nuestra existencia.


Afrontemos pues el año que ahora comienza con esperanza, mirémoslo como una posibilidad de mejora, usémoslo como borrador de etapas grises del pasado, intentemos hacer tan solo algo de lo que no hicimos, evitemos marcarnos imposibles por muy convencidos que estemos de poder conseguirlos, lo malo que quedó atrás es lastre que hemos soltado y lo bueno es bagaje incorporado a nuestra maleta de vida. Así pues con nuestro nuevo libro en blanco y doce gruesos capítulos por delante, solo nos queda por crear un buen argumento y empezar a despiezar los días sacándoles el máximo partido a cada uno de ellos; solo al final sabremos lo ocurrido y podremos valorar las vivencias plasmadas en cada una de sus hojas.

FELIZ AÑO NUEVO.