miércoles, 7 de octubre de 2015

EL GRAN CAPITÁN

Siempre había vivido en una burbuja de realidad ficticia, su día a día estaba basado en una existencia de triunfalismo virtual que él mismo había creado a su alrededor; su ascenso profesional se debía en gran medida a padrinos y oportunidades que supo aprovechar, el gran vacío existente en el sector al que dedicó gran parte de su vida, permitió que fuera una de las cabezas visibles del grupo de gobierno en una profesión minoritaria y mal avenida.

Con indumentaria de gala en todos los actos protocolarios y de representación, accedía a las altas esferas en las cuales se codeaba con la creme de la administración, allí negociaba y llegaba a acuerdos de aparente éxito para su gremio, de allí salían ufanos y henchidos de orgullo por los resultados obtenidos, frotándose las manos por lo bien que iban a quedar ante sus representados en la próxima asamblea.


Año tras año y así en décadas sucesivas, el grupo al que pertenecía dentro de ese ambiente de alfombras rojas, se iba asentando en un poder fatuo de dudoso valor, los verdaderos resultados nunca se obtenían y estos siempre venían enmascarados por éxitos menores que les servían para justificar su reelección; los logros nunca conseguidos  siempre lastraron al puñado de empresas que formaban aquel gremio el cual, acomodado en una situación insostenible para otros, aceptaba su precaria situación conformándose al recibir unas migajas del pastel de tanto en tanto; aquella asociación era como una puta mal pagada necesitada de amor.

Llegado el momento de demostrar esa supuesta valía exhibida durante años en los escenarios más  variopintos, el gran capitán se desinfló como un suflé no dando la talla que se le suponía; desentendiéndose del destino de aquella nave que durante décadas fingió gobernar, escondió la cabeza utilizando la técnica del avestruz manteniéndose al margen de los avatares que zarandeaban aquella nave condenada a zozobrar.


Toda aquella apariencia triunfadora quedó hecha jirones dejando al descubierto un interior endeble sujeto con alfileres, sus segundos en la línea sucesoria criados al calor de éxitos postizos, siguieron la estela del gran capitán incluso alguno de ellos, adelantándose a los acontecimientos, salió con lo puesto para ir sembrando un camino paralelo; unos y otros desaparecieron de la escena en aras de evitar enfrentamientos incómodos con los compromisos que dejaban pendientes, todos ellos partícipes de la situación creada abandonaban la escena por la puerta de atrás como vulgares intrusos.

Suele decirse que el tiempo pone a cada uno en su sitio de modo que lo insostenible al final cae por su propio peso, antes o después la máscara de una vida mal gestionada sería voz populi dejando al descubierto el verdadero rostro de quien fingió lo que nunca fue, puede que ni el propio protagonista se reconociera llegado ese momento al mirarse en el espejo, ese en el que nadie queremos que nos vean dado que pone al descubierto nuestras miserias más íntimas, nuestros secretos más inconfesables, nuestro verdadero yo.


Una vez desaparecido de  la escena, eludiendo su parte de responsabilidad y a la espera de que el temporal pasara sin afectarlo, el gran capitán se dedicó a la intriga, al apoyo ajeno, a salvar lo suyo a costa de lo de los demás; dando por perdida su nave por cuyo salvamento no hizo ningún esfuerzo, se enroló en otro astillero dando apoyo a otros proyectos en clara disputa con la que hasta hacía pocas fechas había sido su gente, su familia, su tropa.

Practicando el socorrido “tierra trágame” hacía meses que no pisaba su antigua nave aun así, hizo intentonas por reunirse con la marinería a espaldas del actual equipo de gobierno del cual él se había excluido; sus argumentos eran cantos de sirena y nadie estaba dispuesto a oírlos por lo cual aquel intento de reunión furtiva no obtuvo respuesta entre la gente que sabiendo su respuesta ante los acontecimientos, lo ignoraba y maldecía.



El gran capitán se había convertido en un mal recuerdo entre aquella gente y con el quedaba demostrado lo efímero de su paso por aquel lugar, su huella quedó borrada con las primeras brisas de la primavera, nadie lo echaba de menos y la traición siempre acompañaría a su sombría figura; habiendo fallado a muchos, había perdido su respeto y la admiración que en algún momento alguien pudiera haber tenido por él, cayó como un telón dando por finalizada su trayectoria, el gran capitán había perdido sus galones a la vista de todos y ya nunca podría recuperarlos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario