miércoles, 14 de octubre de 2015

AMANECER ESTIVAL

Tendido sobre la cama soportaba otra noche de insomnio, pronto vería un nuevo amanecer con la cabeza llena por sus miserias existenciales; es curiosa la lentitud a la que puede ir el minutero cuando las horas pasan en blanco con la única compañía de un ventilador girando en el techo. Tic, tac, tic, tac… miras el reloj y ese tiempo que parecía eterno apenas ha consumido unos escasos minutos; intentas moverte buscando el frescor de unas sábanas por explorar, tú piel arde en aquella noche de verano y nada alivia el bochorno que te invade. El ventilador sigue girando con un ritmo cansino, por momentos dirías que las altas temperaturas también le afectan y a duras penas puede moverse; la ola de calor perdura ya demasiado tiempo y tú piel sigue ardiendo sobre unas sábanas candentes.


En el exterior la vida empieza a despertar un día más, el rumor de las olas llega hasta tú cama claro y reiterante, este se mezcla con el de las máquinas que desde hace unas horas están limpiando las playas para recibir una nueva avalancha humana. Sigues mirando al techo, sigues viendo al ventilador girar y en tú cabeza mil historias entran en conflicto, las próximas semanas se adivinan caóticas y ya no te quedan fuerzas para seguir en la trinchera, la guerra está tocando a su fin y ahora habrá que lidiar con sus consecuencias.

Acabas de desprenderte de tú bien más preciado pero probablemente ese peaje no sea suficiente, en tú cabeza elucubras soluciones imposibles de improbable ejecución y esto te ayuda a continuar en la brecha pero viviendo una realidad ficticia pues sabes que nunca tendrán lugar. Tic, tac, tic, tac… el reloj sigue desgranando sus dígitos a paso de tortuga y tú te desesperas ante tanta lentitud; vuelves a empezar por el principio y de nuevo repasas tú malograda existencia buscando el punto de inflexión que dio comienzo al caos.



Y por si todo ello no fuera suficiente el maltrecho cuerpo no acompaña, los males del pasado persisten y se agudizan no dando respiro alguno; raro es el día que una tripa rota no reclama su atención rugiendo desde lo más profundo de sus epiplones, las reacciones orgánicas no se hacen de esperar y una cascada de sensaciones nocivas se apoderan de un cuerpo insomne abrasado por el calor de una noche estival.

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