sábado, 11 de abril de 2015

UNA CHICA, UN BOLETO Y EL RESTO DE LA VIDA

Creo que aquella mujer entró poco a poco en sus retinas, al principio no le dio importancia pues era una chica normal, no llamaba la atención pero se acostumbró a su presencia; con el tiempo llegó a esperar las mañanas en las que iba por casa para tan solo cruzar unas escasas palabras con ella. Le gustaba verla llegar con el pelo suelto y sus jeans ajustados, siempre de buen humor y con una sonrisa en los labios; sus movimientos eran delicados, flexibles, silenciosos, se movía como una gata por la casa sin apenas delatar su presencia pero él la intuía, la buscaba y la seguía con la mirada allá donde fuera.

Le gustaba aquel cuerpo de contornos proporcionados, flexible y espigado como un junco mecido por la brisa de la mañana, siempre luciendo unas camisetas con algún detalle interesante que la distinguían; aquella mujer de piernas largas era rápida en sus ejecuciones pareciendo flotar sobre el entorno en el que se movía, tan pronto la tenías al lado como desaparecía a tus espaldas moviéndose por  las distintas habitaciones, era un duende del espacio que iluminaba las estancias con su sola presencia.


Intentaba fantasear con aquella mujer, en su cabeza creaba historias que repetía con frecuencia pero no era capaz de mantener una trama coherente que culminara con un desenlace, el que fuera. Siempre quedaba a medias un guion que iba elaborándose a medida que las imágenes se iluminaban entre los chispazos de sus neuronas, nunca conseguía concluir una historia que a priori estaba clara en su cabeza, algo lastraba aquella ficción deseada y le impedía disfrutarla. La historia nítida en un principio iba poco a poco desdibujándose hasta desaparecer, algo le tenía bloqueado en un punto de  la misma e impedía que  esta se desarrollara con normalidad, aquella relación virtual fracasaba noche tras noche.

Aquel frustrante y reiterado fracaso era mitigado con otra ficción que al igual que la primera, distaba mucho de poder alcanzarse pues unos índices de probabilidad infinitos la hacían inviable no obstante y dado que soñar era gratis  podía permitírselo; todas las semanas jugaba a la lotería, los números elegidos eran fechas señaladas de una vida anterior donde los sentimientos y las emociones habían acelerado un pulso de normal tranquilo. Aquellas caras y aquellos cuerpos siempre estuvieron presentes en su memoria cercana o remota, eran fracciones de una existencia fugaz vividas en momentos muy distantes, eran parte de su bagaje social que le acompañarían el resto de sus días.

Aquellos números bullían en su cabeza y en ella los veía desfilar entre las brumas de una ilusión que en estado catatónico se aferraba a un clavo ardiendo. Intentaba imaginar el sentimiento y reacción de quien de repente descubre ser el agraciado del sorteo, imaginaba el subidón de adrenalina o la descomposición intestinal al saberse premiado, organizaba en su cabeza prioridades y repartos, pagos y regalos, alivios y venganzas; todo aquello tomaba forma en su mente creando un maremágnum de anhelos aun a sabiendas de que todo era una absurda ficción, un hecho inalcanzable, una ilusión sináptica que tan solo quedaría atrapada entre sus neuronas.



Y por delante quedaba el resto de la vida, sin la chica de cuerpo atlético, sin los beneficios del azar, sin opciones de cambiar su rutina diaria y condenado a deambular entre grises y penumbra; sin saber cuándo se pararía el reloj seguiría el tic tac del minutero viendo caer los dígitos con cada nuevo amanecer, este le traería nuevas sorpresas y sinsabores pero quizás también, oculto entre las brumas del averno, un punto de luz por el que escapar, un nuevo camino que recorrer, nuevas etapas que superar ya sin la mochila de una existencia plagada de errores.

No hay comentarios:

Publicar un comentario