Negro sobre blanco van
plasmándose mis cuitas en forma de palabras, una tras otra van construyendo
frases sueltas que desvelan mis desvelos, mis inquietudes, mis sueños y
esperanzas; en ocasiones oscuros nubarrones
de tormenta emocional, ensombrecen el blanco de mis papeles inertes que
sobre la mesa, esperan ser alimentados con nuevas palabras pero estas no
encuentran salida en mi cabeza. La inspiración fugaz llega en el momento más
inesperado, en ocasiones en el más inoportuno, y cuando lo hace, las ideas se
agolpan contra mis sienes intentando ver la luz y volverse reales a los ojos
curiosos, ávidos de lectura.
Títulos que dan lugar a tramas
absurdas, lugares soñados dan origen a viajes imposibles, personajes reales
disfrazados de ficción se mueven en escenarios del pasado, reflexiones amargas bailan
libres sobre un papel o pantalla de plasma, todas y muchas más, ideas locas de
locas vidas y momentos en el recuerdo lejano, saltan del inconsciente al mundo
real y en él quedan ancladas en negro sobre blanco.
Lápices, plumas o bolígrafos,
cuadernos, hojas sueltas o nuevas tecnologías, todos ellos elementos de trabajo
necesarios en el arte del escribir pero de nada sirven si la musa nos es
esquiva, si la idea llega pero no es retenida o en el peor de los casos, si
esta no llega a generarse; ¿de que nos sirve tanto arsenal si nada fluye a
través de él? ¿En que lugar queda si permanece estéril de resultados? ¿Qué
beneficio nos reportan si las manos que los manejan andan huérfanas de ideas?
Chispazos neuronales son el
germen de una idea loca que poco a poco va tomando forma dentro de nuestra
cabeza, en esos momentos la ves pero no sabes describirla con palabras y sigue
tomando forma, creciendo, cogiendo enjundia; negro sobre blanco acabarán escribiéndose
sus sentencias, sus relatos y sus memorias, historias varias de amplio
contenido creadas al calor de una idea fugaz, como un bergantín surcando los
mares, atravesarán estas nuestra red neuronal buscando un punto de escape que
las lleve a su destino y una vez en este, verán la luz.
Negro sobre blanco traza el
pintor sus líneas creativas mancillando un
lienzo inmaculado, a medida que estas van confluyendo o se separan, va
creándose una obra de contenido enigmático, de interpretación variada, de valor
incierto; solo el autor tendrá claro su verdadero significado y aun así en
ocasiones dudará del resultado obtenido, negro sobre blanco serán la base a la
que irán sumándose otros muchos colores y de esa explosión visual surgirá la
imagen buscada… o tal vez no.
La inspiración simple y llana
aun siendo el condimento esencial, no es el único ingrediente para la obtención
de un buen guiso, la presentación, el tiempo de elaboración, los materiales
empleados así como el contenido y desarrollo son piezas importantes en el
resultado final no obstante, nada está garantizado a priori y muchos son los
fracasos obtenidos en el mundo de las artes; lienzos abandonados en rincones,
manuscritos amontonados en estantes olvidados, partituras perdidas en cajones
ocultos, todas ellas obras creadas bajo el soplo de una inspiración fugaz que
nunca llegaron a ver la luz y si lo hicieron, lo hicieron de puntillas sin
levantar el más mínimo interés.
Negro sobre blanco van los
trazos extendiéndose, oscuros sobre claros van llenando toda la escena, el
fondo va cubriéndose y desapareciendo en ocasiones, siendo protagonista pasivo
en otras pero tanto en unas como en otras, siempre está presente pues es la
base de la obra y esta no existiría sin ella. El pintor, escritor o músico, el
artista creador en fin, va viendo crecer su obra y esta alimenta su inspiración
a la vez que abre nuevos horizontes, facetas no contempladas en un principio
surgen de la nada añadiéndose al proyecto inicial y así, poco a poco, todo el
trabajo va integrándose en un único universo artístico cuyo resultado quedará
expuesto a la crítica cruel y despiadada.
Cada uno somos los artistas de
nuestra línea de vida, solo al final de esta y con toda la obra completa se
podrá hacer balance del resultado, es entonces cuando podremos valorar los
claros y oscuros de nuestra andadura, nuestro negro vital sobre el blanco de la
vida estará escrito sin opciones de cambios pues ya será tarde para estos, lo
que no esté escrito no habrá existido y nadie podrá pedir cuentas por ello pues
no habrá dejado huella. Somos lo que hacemos y por ello se nos recordará,
nuestro comportamiento ante la vida y ante las gentes quedará grabado en
nuestra línea vital como la impronta de una moneda y en sus surcos se apreciará
el valor de la misma.
Cada paso dado, cada acción
realizada, cada error cometido son pinceladas sueltas que van dando forma a
nuestro cuadro de vida, en él habrá colores fríos y calientes, trazos alegres y
trazos tristes, vacíos anodinos esperando ser llenados y espacios libres de
impurezas que quedarán como lienzo vital sustentando toda la obra vivida.
Negro sobre blanco van
escribiéndose las historias buscando a lo largo de tramas más o menos
interesantes, un desenlace final que nos lleve a concluir la obra, una vez este
sea alcanzado nuestra misión quedará terminada llegando a un punto y final o a
un punto y seguido en el cual se iniciará una nueva etapa, una nueva historia,
una nueva obra que seguirá incrementando nuestro bagaje vital.
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