sábado, 15 de marzo de 2014

LA MALAGANA

Ya lo decía mi abuela ¡hoy tengo malagana! Parece que la estoy oyendo pero ¿Qué es eso de la malagana? ¿A quién y cómo afecta ese trastorno? Esos días en que no puedes con tú cuerpo, todo te cuesta un ímprobo esfuerzo y tan solo quieres dejarte caer sobre las sábanas y abandonarte a las brumas del inconsciente; hoy tengo malagana y escribir estas líneas me supone un castigo que no consigo cumplir. Hace mucho que no encuentro esa fase del sueño reparador que ayude a mi maltrecho cuerpo a seguir avanzando, hace mucho que no sé lo que es dormir varias horas seguidas, día tras día pequeñas dosis de malagana se acumulan en mis huesos, en mi mente, en mis sentidos, llevándome a un estado de aturdimiento crónico del que no sé cómo escapar.


La malagana como entidad nosológica no existe sin embargo, el mal se instaura en los cuerpos imprimiéndoles una flojedad malsana difícil de combatir; uno no está para nada, está más allá que acá y en tal estado cualquier actividad está condenada al fracaso por nimia que esta sea. ¿Qué hacer frente a la malagana? Poco o nada podemos hacer, rebelarnos ante tal adversidad es inútil pues seremos vencidos por su manto  de aplatanamiento dejándonos para el arrastre;  intentaremos escapar de ella pero nuestro cuerpo pesará como una losa y hasta el pensar se volverá turbio.

Notaremos como llega y como va envolviéndonos, haciéndose dueña de nuestra voluntad, de nuestra intención; el verano es una época propensa a padecer malagana, el calor y las cervezas se alían para romper todas nuestras defensas y en tal estado de indefensión, sucumbimos ante ella. La malagana actuará anulando nuestros reflejos, dejándonos como un muñeco de trapo, miraremos a nuestro alrededor buscando un punto por el que escapar pero no veremos nada pues un tupido velo enturbiará nuestra mirada y todo se volverá oscuridad; cuando uno entra en un estado crónico de malagana está perdido, todo su mundo quedará esclavizado bajo los efectos de la dejadez, nuestro cuerpo ya no responderá y su control será  ajeno a nuestra voluntad.

El letargo al que nos veremos abocados puede ser de duración variable según la causa que la desencadene y la fortaleza de quien la padezca, no obstante el decaimiento experimentado será igual para todos. La enfermedad puede producir malagana, uno aturdido y relajado en extremo no está para visitas, ni para luces de colores, penumbra y silencio es lo que demanda el cuerpo en esos momentos de acusada dejadez; nada debe interrumpir la malagana pues esta debe seguir su curso completando su ciclo evolutivo, solo tras un prolongado descanso libre de estímulos, esta empezará a desaparecer del cuerpo afecto.

Malagana y vagancia extrema son dos caras de la misma moneda, ¿hoy tengo malagana o estoy vago? Difícil cuestión a la que muchas veces no podremos dar respuesta, sus síntomas son muy parecidos pero a diferencia de la primera, la segunda suele estar enraizada en el sujeto a pesar de que un vago además, también puede padecer malagana aunque en estos casos suele ser crónica. Es por tanto  complicado discernir el individuo vago del afectado por malagana, el segundo suele estar alicaído de manera temporal, resurgiendo tras un periodo de descanso, liberándose de síntomas vagos tras incorporarse.

Después de una noche disoluta uno despierta con resaca y mucha, pero mucha malagana, intentamos acelerar nuestra recuperación con remedios caseros variados: cafés, tónicas, duchas frías, etcétera pero casi siempre con escaso éxito; hay que dejar actuar a la naturaleza orgánica y solo el tiempo nos liberará del sopor y el dolor de cabeza que junto a la malagana, embargan nuestro cuerpo. Por tanto tan solo el descanso reparador será el remedio del mal que nos amansa hasta límites insospechados y que en ocasiones, nos acerca al averno tenebroso donde miles de almas duermen su malagana en un sueño eterno.

Aclararé que los tahitianos suelen tener Flu (similar a nuestra malagana), es un estado anímico a mitad camino entre el cansancio, la apatía y la pereza; allí puedes llamar al trabajo y decir que estás flu y no pasa nada, lo entienden y te disculpan.


Ya lo decía mi abuela ¡hoy tengo malagana! Estoy flu.

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