Corrían los
últimos años de Zapatero cuando…
Un año más tocaba su fin, en los últimos doce meses
nada había cambiado, claro está que la crisis económica que azotaba al país
seguía su curso maléfico dejando muchas víctimas a su paso, las expectativas no
auguraban grandes mejorías a corto plazo por lo que el año que iba a comenzar
se presentaba lleno de incertidumbres. El comercio veía con preocupación que la
cosa no remontaba y a esto tenía que añadirse una subida de impuestos como
parte de las medidas de ajuste impuestas por el gobierno; el paro había
alcanzado cifras preocupantes lanzando al país a la cabeza de Europa en este
indeseado ranking, miles de empresas habían caído en los últimos años
destruyéndose el tejido industrial que arrastrado por el estallido de la
burbuja inmobiliaria, se extendía sin freno por cada rincón del estado como si
fuera una mancha de aceite, engullendo el trabajo de muchas décadas, acabando con las ilusiones de
muchos, destruyendo las esperanzas de otros tantos que no veían la forma de
salir del pozo en el que estaban hundiéndose a marchas forzadas.
La población deseaba algún cambio que les hiciera
recobrar esa esperanza perdida, esa ilusión esfumada en poco más de dos años,
existía un cansancio generalizado ante los continuos despropósitos del gobierno
que un día decía una cosa y al siguiente la contraria desbordado por unas
circunstancias que no había sabido gestionar, la legislatura veía su fin
próximo y un cambio de gobierno se esperaba como agua de mayo, en él se
depositaban las esperanzas de medidas que hicieran reflotar el barco pero eso
aún estaba por llegar. Los tiempos de conquistas y expansión quedaban lejos,
muchos años atrás lo que fue un triunfo ahora se convertía en un gran fracaso y
los descendientes de aquellos que los consiguieron, hoy sucumbían de manera
inexorable arrastrando tras de sí todo lo logrado durante aquellos años.
Inmerso en ese caos socioeconómico se disponía a pasar
las fiestas navideñas, unas más; ante él se presentaban comidas y cenas de
empresa, reuniones familiares y con amigos, compromisos, compra de regalos y
estrenas a los más jóvenes, unas fiestas más donde reinaba una alegría
artificial deslumbrada por miles de luces de colores, cánticos entrañables y
falsas sonrisas. Un año más cruzaría unas palabras desenfadadas con ella en
alguna de esas rituales reuniones, vería una sonrisa aflorar en sus labios y
miraría de frente sus ojos negros recordándole un pasado lejano que en ella
nunca dejó huella; siempre esperaba la despedida con la esperanza de rozar sus
labios en un fugaz beso de compromiso
pero estos, siempre esquivos, quedaban a varios centímetros de su boca dejando
en el aire el ansiado y suave contacto.
Entre las brumas de su mente aún veía sus abrazos y su
espalda desnuda moviéndose junto a él, aquellos labios que ahora lo esquivaban
en su día recorrieron toda su piel fundiéndose en un mismo cuerpo, aquellos
encuentros largamente esperados fueron breves regalos que la vida tuvo a bien
ofrecerle cuando ya no los esperaba aun a costa de una infidelidad. La vida
siguió su curso y sus caminos aun próximos, no volvieron a cruzarse salvo en
esos instantes de compromiso cada final de año.
El tiempo actuaba como capa protectora y año tras año,
aquellas noches lejanas fueron perdiendo la luz en su recuerdo, las imágenes
antaño claras y reales, ahora se desdibujaban haciendo perder nitidez a sus
contornos, siendo estos sustituidos por
sombras inciertas. La práctica del recuerdo hace mucho que perdió interés y con
la inactividad neuronal, aquellos momentos se fueron volatilizando poco a poco
dejando quizás su impronta en el subconsciente de un alma atormentada; ella
deambuló por la vida sin un amor conocido, él por su parte nunca consiguió
olvidarla y siempre la tuvo muy presente durante el resto de sus días.
Durante un tiempo aquel muchacho tuvo esperanzas y fue
perseverante, cada día pensaba que ese sería el elegido, ese día ocurriría algo
que haría cambiar aquella relación interrumpida hace años por el azar de la
fortuna pero nunca ocurrió, los años fueron pasando y la chispa en vez de
volver a encender la antorcha acabó apagándose en la soledad del olvido. Ella
siguió su vida y él la suya, lejos en mente pero próximos en la distancia; el
país continuó con su debacle particular a la espera de un horizonte en el que
resurgir con fuerza, dando respuesta a todas las voces que durante años habían
reclamado justicia, derechos, trabajo y un estado de bienestar perdido por
causas inexplicables.
Aquellos labios seguirían siendo esquivos, indiferentes,
fríos, pero en un rincón de su memoria aun conservaría la calidez de sus besos, la suavidad de su piel, la dulzura de
sus caricias y el susurro de sus voces cada vez que se amaron en aquella
habitación mal iluminada. Ella fue su amor platónico, mucho más tarde se
convirtió en real y con el tiempo este pasó a ser un bonito recuerdo.
Llegaron las elecciones, el gobierno cambio como casi
todos querían y el país se hundió en los abismos del averno arrastrando con él
las esperanzas de muchos que vieron sus logros volatilizarse en un visto y no
visto, todo iba a la deriva arrastrado por un vendaval socioeconómico sin
precedentes dejando en el aire más
incertidumbre, dolor y un desconsuelo generalizado.
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