La noche era tranquila, la
ciudad a esas horas de la madrugada dormía sin sobresaltos, daban las cuatro y
media en el reloj digital que se erguía impasible en un jardín cercano cuando
Jako y su ansiado amor platónico, llegaban al portal de su casa, el número tres
de una calle incierta, después de pasar las últimas horas en el Calgary,
antiguo palacete reconvertido en local de moda. El grupo de amigos se deshizo,
unos su unieron a otra gente que apareció dispuesta a seguir la fiesta en otro sitio,
las chicas por su parte optaron, dada la hora que se había hecho, por retirarse
a sus casas compartiendo taxi, y ellos dos decidieron pasear por la ciudad bajo
la atenta mirada de un luna llena, más tarde se dirigieron al barrio de él con
la intención de acabar la noche en su casa.
En esa época del año sus padres
solían pasar los fines de semana en el apartamento de la playa, él unas veces
los acompañaba y en otras prefería quedarse en la ciudad teniendo toda la casa
para él solo; vivían en un barrio céntrico no muy alejado de la zona de copas
de la que procedían, la casa era grande y dentro de ella la habitación de Jako
podía considerarse un pequeño apartamento, pues disponía de una sala de estudio
que hacía las veces de salón con una mesa corrida bajo un gran ventanal, un amplio
sofá de tres cuerpos, televisión de plasma, equipo informático…, las paredes en
su mayoría estaba cubiertas por estanterías repletas de libros y muchos marcos
con fotografías, junto a la ventana un armario empotrado de casi dos metros
albergaba todo el vestuario que Jako lucía en su día a día; unida a esta
estancia a través de un arco que hacía las veces de pared por un lado y
estantería por el otro, se accedía a la habitación propiamente dicha, allí una
gran cama ocupaba casi todo el espacio, junto a ella unas mesitas de noche
hacían juego con el cabecero en madera de roble sobre el cual colgaban unas
exóticas armas blancas traídas de lugares lejanos; el curioso apartamento se
completaba con un pequeño baño independiente con todos los elementos necesarios
para su aseo personal; aquel era el
reino de Jako y allí hacía su vida cuando estaba en casa.
Cogidos de la mano unos ratos,
con su brazo por encima de los hombros de ella en otros o ligeramente separados
el uno del otro, fueron deambulando por las calles de la ciudad, por momentos él
se retrasaba en el paso dejando que ella se adelantara para poder mirarla
entera, ver como se movía u observar más detenidamente sus curvas, ella se reía
maliciosamente y lo recriminaba por hacerla exhibirse para él, y así poco a
poco fueron acercándose a su destino. Llegaron frente al portal, una vez allí
se detuvieron y él la atrajo hacia si con un delicado abrazo, sus rostros
quedaron muy próximos y se miraron fijamente, aquella mirada cómplice podía
significar muchas cosas pero en aquel momento Jako tuvo la fugaz visión de
cuanto le había costado llegar a esa situación, en su cabeza se acumulaban mil
momentos e imágenes transcurridos en casi una vida de anhelo por ese cuerpo que
ahora tenía entre los brazos, ella ladeó la cabeza y una sonrisa afloró en sus
labios preguntándole en que estaba pensando.
Él por respuesta selló sus
labios con un beso lleno de ternura mientras ella cerraba los ojos y se dejaba
besar, aquella unión labial se prolongó dando rienda suelta a una pasión
largamente contenida; pasados unos primeros minutos y viendo como estaban
desarrollándose los acontecimientos a los dos les entró una risa tonta al verse
en la acera, apoyados en el portal y con
todo un piso vacío sobre sus cabezas. Tomaron aire y se recompusieron un poco
al tiempo que Jako hurgaba en uno de sus bolsillos buscando la llave para
abrir, entraron en el zaguán encaminándose al ascensor, mientras este bajaba volvieron
a abrazarse y sus labios se unieron nuevamente en un largo beso ansioso y voraz
que precisaba ser saciado, sus bocas se buscaban salvajemente cuando se abrió
la puerta del ascensor, sin separarse y manteniendo un abrazo íntimo giraron el
uno sobre el otro entrando en la cabina, Jako tanteo con una mano pulsando el
botón de su piso mientras ella besaba su cuello con labios cálidos y
apasionados.
Una vez en el rellano se
separaron con desgana, él procedió a abrir la puerta y desconectar la alarma
mientras ella ponía algo de orden en sus cabellos; tras encender la luz,
pasaron a un amplio recibidor desde el cual se accedía al comedor y
habitaciones, ella nunca había estado allí y sugirió que le enseñara la casa,
la visita fue rápida y las explicaciones cortas, ya habría tiempo más adelante
para un tour más detallado y preciso, ahora lo que imperaba eran ellos dos y
satisfacer la pasión desatada unos metros más abajo en la calle y que había ido
gestándose a lo largo de toda la noche. Pasaron por la cocina, abrieron el
frigorífico y cogieron unos refrescos que se llevaron al rincón de Jako, sus
manos volvieron a unirse y sus miradas recobraron el brillo lujurioso que
tenían momentos antes de entrar en casa.
Cuando entraron en la
habitación ella se dedicó a recorrer lentamente la estancia observando cada
detalle, recorrió con la vista las estanterías fijándose en la abrumadora
cantidad de libros, en las fotografías de cada marco, en los múltiples objetos
decorativos, analizaba cada rincón de la estancia como si quisiera engullir de
un solo vistazo lo que había sido la vida de Jako hasta esa misma noche;
curioseaba y hacia comentarios mientras él buscaba un disco con el que
alimentar al equipo de música instalado bajo la mesa para crear un ambiente más
relajado, al final optó por uno de Sade, Diamond Life, era el adecuado para ese
momento.
—Y volviendo al asunto que nos
ocupaba antes… —dijo él mirándola desde el sofá mientras agitaba el vaso con
cola que tenía en la mano—, ella lo miró con una sonrisa maliciosa y fue
acercándose a él lentamente con pasos cortos y muy bien medidos —tendrás que
hacerme memoria —dijo sin dejar de sonreírle, al tiempo que se instalaba junto
a él en el amplio sofá de tres cuerpos—. Sus bocas se buscaron volviendo a
unirse ahora sin prisas, disfrutando del momento y del lugar en el que por fin
y por primera vez en toda la noche, no había nadie más.
Los acordes susurrantes de una
sensual y enigmática Sade se deslizaban sobre sus cabezas mientras sus cuerpos
entrelazados ardían de pasión cada vez más excitados, ella sobre él se agitaba
cada vez que sus labios recorrían su suave cuello, cada vez que su lengua se
entretenía jugueteando con los lóbulos de sus orejas, cada vez que sus manos la
guiaban arriba y abajo; la temperatura de sus cuerpos ascendía acorde a la
voracidad de sus besos en una noche ya de por si calurosa, ella besaba el pecho
de Jako mientras él acariciaba su espalda por debajo de una blusa que se
presentaba ya con bastantes arrugas; él buscó los botones y delicadamente entre
beso y beso, fue soltándolos uno a uno dejando a la vista la piel bronceada de
un cuerpo exquisito, ella acabó de quitársela dejándola sobre una mesita
auxiliar junto al sofá, allí descansaban unas bebidas ya calientes que pronto
deberían ser sustituidas, acto seguido Jako se desprendió de su camiseta que a
esas alturas era una banda arrugada a la altura de sus axilas, quedando ambos
torsos el uno sobre el otro.
Ella lucía un atractivo
sujetador de muselina bordada en tonos claros que él reservó para más adelante,
no quería precipitarse pues contaban con el resto de la noche para ir
descubriéndose poco a poco, tras aquellos bordados semitransparentes se
adivinaban unos pechos delicados de proporciones perfectas, aquellos dulces
prohibidos saciarían sus ansias más tarde, por el momento se tomaron un receso,
quedando allí tendidos oyendo el latir de sus corazones que parecían estar
hablándose.
La música cesó mientras ellos
se fundían en un largo beso en el cual sus lenguas húmedas bailaban una danza
íntima y silenciosa, sus respiraciones entrecortadas eran rotas por gemidos de
placer mientras sus manos entrelazadas se apretaban con fuerza; el calor se
hizo más manifiesto a medida que el nivel de excitación en sus cuerpos se
incrementaba, los labios quemaban tras los apasionados e incesantes besos y una
sensación de sed acudió a sus gargantas, ella se incorporó de mala gana
decidiéndose a ir por más bebidas, él quedó tendido unos instantes viéndola
marchar pero acto seguido se dispuso a sustituir el disco que guardaba silencio
desde hacía un rato, el elegido en este caso fue Love Songs de Elton John,
pronto sus melódicas canciones inundaron el pequeño reino de Jako que
complacido cerró la tapa del giradiscos.
Ella llegó con las bebidas
mientras él, de pie junto a la mesa corrida que había junto a la pared, miraba
por la ventana hacia un nuevo amanecer, los primeros claros despuntaban tras
los edificios que tenía ante su vista; ella se aproximó ofreciéndole uno de los
vasos que él llevó ávidamente a sus labios dando un generoso trago, ella
jugueteaba pasando un dedo sobre el borde de su vaso mirándolo cuando Jako la
rodeó por la cintura con su brazo y la atrajo nuevamente hacia él, los vasos
quedaron a un lado sobre la mesa mientras ambos se fundían en un abrazo, ella
quedó de espaldas a la ventana sentándose sobre el borde de la mesa y atrapando
con sus piernas el cuerpo de su amado atrayéndolo hacia sí; las manos de él
acariciaban su espalda mientras sus labios descendían por su cuello hacia los
hombros, con un movimiento delicado de su boca deslizó uno de aquellos tirantes
bordados que quedó colgando sobre uno de sus brazos al tiempo que sus dedos, se
concentraban en la larga hilera de botones que cerraban la delantera de un
bonito pantalón de marca que le cubría hasta más allá del ombligo, ella se
dejaba hacer mientras se abrazaba a él buscando su boca.
Ella luchaba con el cinturón de
Jako cuando él consiguió vencer al último de sus botones, el pantalón de esta
quedó abierto y la fina tela resbaló sobre sus caderas viéndose detenida por la
postura que ambos mantenían, siendo consciente del inconveniente la alzó en
volandas y este acabo de resbalar hasta las rodillas, desde las cuales y con un
movimiento rápido de sus piernas, ella consiguió desprenderse de ambas perneras
yendo a caer hecho un revoltijo a unos pasos de ellos; al igual que en la parte
superior ella lucía unas sugerentes braguitas a juego que completaban aquel
conjunto íntimo haciéndola aún más
deseable. El cinturón de Jako cedió al fin y libres de él unos gastados
vaqueros se aflojaron cayendo sobre los zapatos que no tardaron en desaparecer
de sus pies yendo a parar al rincón más próximo; libres ya ambos de sus
vestiduras externas se entregaron nuevamente al abrazo íntimo, ella seguía
atrapándolo fuertemente con piernas y muslos mientras él la cubría con su
cuerpo sobre la mesa, ambos continuaban con sus besos apasionados mientras sus
manos recorrían sus cuerpos ardientes dándose placer mutuamente.
El bonito sujetador de muselina
bordada hacía rato que colgaba del
televisor, siendo testigo mudo de los arrumacos que aquellos cuerpos
entrelazados se profesaban entre profundos suspiros y cariñosas palabras
entrecortadas. Labios y lenguas exploraban sus cuerpos mutuamente ávidos por
saciarse con los néctares de sus pieles húmedas y calientes, al tiempo que todos
los músculos de sus cuerpos manifestaban la pasión que experimentaban en esos
momentos, Jako adentraba sus dedos más allá de los límites marcados por las
delicadas braguitas mientras ella respondía a sus caricias apretándose contra
él entre gemidos de placer.
La luz de un nuevo día ya era
evidente cuando Jako se incorporó sobre la mesa y llevándola a ella abrazada a
horcajadas, se quedó mirándola con suma dulzura, ella le sonrió y él le
devolvió la sonrisa; asegurándose de no perder el equilibrio, Jako dio unos
pasos hacia la cama mientras ella pasaba los brazos alrededor de su cuello
asiéndose con fuerza mientras lo besaba. Dejándose caer sobre el mullido
colchón Jako quedo mirando al techo, ella en posición dominante, lo miraba
desde arriba con un brillo especial en los ojos mientras apoyando las manos
sobre sus hombros con los brazos extendidos, mantenía la distancia entre ambos
cuerpos; sus pechos descendían hacia él formando delicadas y suaves curvas en
cuyas cúspides destacaban dos pezones sonrosados cuya dureza delataba su alto nivel
de excitación.
Las manos de él acariciaron
lentamente su cuerpo deslizándose hacia sus caderas y encontrando en su camino,
los delicados encajes de muselina que conformaban sus exquisitas braguitas,
entrelazando sus dedos con ellos tiró hacia abajo de ellas no encontrando
resistencia alguna, una vez en sus rodillas ella colaboró lanzándolas lejos con
un movimiento de sus piernas al tiempo que él se desprendía de sus bóxers
blancos que quedaron en el suelo junto a la cama. Una vez libres de ataduras y
con sus cuerpos desnudos el uno sobre el otro, se entregaron a un movimiento
cómplice y rítmico a medida que él entraba en ella suavemente pero con
determinación, ella gimió fundiéndose en un abrazo mientras sus labios susurraban
que no se detuviera.
Había costado mucho llegar a
tener aquella noche, todo había ocurrido sin un plan previo, de hecho este fue
descartado por Jako mucho tiempo atrás ante la indiferencia que ella por él había
mostrado siempre pero allí estaban los dos y eso es lo que importaba, aun sin
decirlo, en la cabeza de ambos sabían que aquello no había sido una simple
aventura y ambos deseaban que aquella noche fuera el inicio de algo que los
llevara a mucho más. Esa mañana él la acompañó a su casa dando un largo paseo,
no tenían prisas por llegar y alargar todo lo posible su mutua compañía, los
complacía a ambos; aquella mañana de domingo la ciudad despertaba poco a poco
cuando ambos se despedían sin prisas en su portal, aun sin quererlo sabían que
debían separarse y dormir unas horas; se llamarían por teléfono poco después y
pronto concertarían un nuevo encuentro el cual ya esperaban ansiosos incluso antes
de separarse, lo hicieron unos minutos después con un largo beso sin soltarse
de las manos.
Aquella mañana de domingo,
mientras la gran metrópoli despertaba de una noche de fiesta y ambos jóvenes se
despedían en el portal, nada hacía presagiar los negros nubarrones que se
cernían sobre su destino; aun sin saberlo aquellos besos largamente esperados
serían los últimos que se darían, esa noche de ensueño sería la última que
pasarían juntos, en esos momentos y con los ojos aun encendidos por la pasión
que se sentían, no podían sospechar que ya nunca volverían a abrazarse, ni
siquiera a verse, ya no volverían a entrelazar sus dedos, ni a susurrarse al
oído, ya no podrían ver crecer su amor ni disfrutar de sus cuerpos, con aquel
beso junto al portal acabaría su historia. Unos días más tarde Jako “cara cortada” perdería la vida en un
trágico accidente de tráfico camino de la universidad, sin tiempo para
despedirse sus últimos pensamientos serían para ella a la que llevaba queriendo
desde los doce años pese a sus continuos rechazos, ahora que por fin había
ganado su amor, este se convertía en un placer efímero y volvía a perderlo por
una mala jugada de la vida.
Moraleja: aprender a disfrutar de lo que tenemos mientras lo tenemos pues nunca
sabremos cuánto durará ni cuando lo perderemos.
Uffff pero como una historia tan bonita puede tener ese horrible final, que mal cuerpo, no puede ser esta pareja se merecia disfrutar el uno del otro por mas tiempo, una sola cita... Carlos a mi no me hagas esto que le había cogido cariño a Jako y a la chati. En serio que plofi me he quedado, esta historia no es cuqui, lo cuqui tiene finales bonitos y tiernos ...Aun asi la moraleja me gusta si hace que se aproveche al 100% la vida que es lo que hay que hacer, asi que nos aplicaremos el cuento los que no lo hagamos. Sigue escribiendo que es un don, pero los finales ya sabes mas CUQUIS
ResponderEliminarAsí es la vida Mª Raki...pero no dirás que la habitación no era chula.
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