sábado, 29 de junio de 2013

LAS MAÑANAS AL SOL

Cuando lo que sobra es tiempo y el cupo de obligaciones no es muy elevado, que manera mejor de emplearlo que pasarlo con los amigos y la gente querida; si a esto añadimos un clima privilegiado y una bonita ciudad donde perderse, la macedonia de buenas circunstancias está servida y lista para comerse. Adentrarse por la red de callejuelas siempre es una aventura durante la cual raro es el día en el que no descubrimos algo nuevo; acostumbrados a una visión lineal y en nuestro caso, a baja altura, el mero hecho de elevar nuestra mirada puede hacernos vislumbrar tesoros insospechados, lugares por los que estamos cansados de pasar y que somos capaces de visualizar en nuestra cabeza, nos tienen reservados fragmentos de una historia lejana a poco que variemos nuestro ángulo de visión. Balcones, vidrieras, enrejados y fachadas salpicadas de pequeños detalles arquitectónicos que hasta ahora habían pasado desapercibidos, aparecen ante nuestros ojos sorprendiéndonos y deleitando nuestros sentidos preguntándonos como no lo habíamos visto antes.
Ir de plaza en plaza, moviéndote entre la gente y visitando los lugares más emblemáticos del casco antiguo, es todo  un placer que nunca te deja indiferente a pesar de haberlo hecho una y otra vez; los foráneos de allende de nuestras fronteras, cámara en mano, solos o en grupo, crean un ambiente cosmopolita e internacional que atrae las miradas de los viandantes más discretos, haciendo frotarse las manos a hosteleros y demás comerciantes ante los visos de un posible negocio. Y uno no deja de moverse entre los tenderetes, sorteando a una masa humana venida de fuera que por momentos queda encajonada en la estrechez de los infinitos callejones, los aromas del viejo barrio lo impregnan todo y en sus bajos infinidad de locales abren sus puertas ofreciendo su mercancía.
Rincones y ensanches insospechados aparecen al doblar una esquina, su espacio robado a las calles es invadido por grupos de mesitas esperando a comensales bajo un cielo de sombrillas erguidas en solemne formación; el rumor de fuentes cercanas atempera el calor de un próximo estío y sobre sus aguas efervescentes, se aventuran tímidamente con andares oscilantes palomas huérfanas de afecto buscando saciar su sed. El pulso de la ciudad fluye en esas calles a otro ritmo, el caótico estrés de un tráfico no muy lejano allí da paso a amplias zonas peatonales donde las gentes deambulan sin prisa saboreando el recorrido, recreándose en los detalles, absorbiendo la historia de las paredes que las miran buscando sorprenderse a cada paso.
A ese entorno único e íntimo, de pasado glorioso y presente embriagador, trasladamos nuestros pasos ahora que la benevolencia climatológica hace del rodar por sus calles un placer inigualable, cada semana un trayecto, cada una de las mañanas elegidas un regalo para los sentidos, cada plaza visitada un lugar para quedarse por qué lo nuestro son las plazas, cada una singular y única, unas grandes y luminosas, otras pequeñas y sombreadas, abiertas o cerradas, concurridas u olvidadas pero todas especiales y llenas de matices que les dan personalidad propia. En esas tesituras de elegir cual visitar la próxima semana estábamos mi amigo Pepe y yo, pues hace poco decidimos trasladar la oficina de la vida que intentamos gestionar desde hace ya un tiempo a lugares más relajados y dado que los cuerpos que arrastramos por este mundo incierto, cada día despiertan con algún achaque nuevo, no era cuestión de iniciarnos en aventuras imberbes que en nuestro caso acabarían en pueril fracaso.
Nuestra primera experiencia rozó el éxito, descubriéndonos placeres para el paladar y por qué no decirlo, también para la vista, en forma de espumosos  cafés con leche estilo cappuccino, el lugar elegido una agradable terraza en una de las plazas emblemáticas de la ciudad cuyo regio nombre imprime  carácter al entorno donde se ubicaba; con la vieja Universidad cerrando uno de sus flancos, la Plaza del Colegio del Patriarca se  abre silenciosa a un espacio peatonal salpicado de naranjos cuyas verdes copas regalan una agradecida sombra al viandante que por ella circula. Adosada a la fachada exterior del docto edificio se encuentra una fuente construida en 1964 obra de Javier Goerlich sobre la que descansan ocupando unas hornacinas, las estatuas de Vicente Blasco García antiguo rector de la Universidad, el papa Alejandro VI y los Reyes  Católicos, en el centro, tallada en mármol blanco y destacando de las anteriores, una figura femenina desnuda representa a la Sabiduría, todo el conjunto es obra del escultor valenciano Octavio Vicent.

Detenerse junto a ella y dejarse acariciar por el murmullo de sus aguas  puede hacer detenerse al tiempo, allí encuentras la tranquilidad y el sosiego que muchas veces el alma precisa, sus silenciosos y pétreos ocupantes,  acompañan con su mirada vacía al latido de nuestros corazones mientras nuestras mentes, viajan a mundos mágicos donde los problemas se solucionan sin el más mínimo esfuerzo. Allí iniciamos nuestro particular periplo urbano y desde allí proyectaríamos nuestras mañanas al sol en un futuro próximo pero mientras eso ocurría y a pocos metros de distancia, saboreábamos en la Terraza del Patriarca un frugal y delicioso desayuno rodeados de gente anónima que a la vista de sus caras, disfrutaban tanto o más que nosotros. Es lo que tiene estar libre de horarios encorsetados, con las obligaciones justas y libremente adquiridas, eres en cierto modo dueño de tú tiempo y puedes emplearlo en vivirlo y no solo ocuparlo en acciones impuestas por otros; con esa política de itinerarios urbanos en la mente seguimos cubriendo etapas por las calles y plazas de nuestra ciudad.
Nuestro periplo urbano nos llevaría en otra de nuestras mañanas al sol a un lugar con encanto, reclamo ineludible para el visitante, el autentico corazón de la ciudad vieja; tras el recorrido habitual desde el punto de partida llagamos a los aledaños de la calle de la Paz, allí realizamos unas gestiones y continuamos nuestro rodar imparable entrando en la Plaza de la Reina la cual nos recibió con su característica luminosidad y colorido; punto de partida para el visitante curioso, de allí salían los pintorescos autobuses de dos pisos cubriendo los distintos itinerarios turísticos por toda la ciudad; la plaza hablaba múltiples lenguas pues en ella encontrabas gentes de los puntos más remotos del planeta, aquella masa itinerante de lenguas varias formaba parte de la idiosincrasia de la plaza pues toda aquella zona y sus alrededores, eran un verdadero tesoro para los venidos de fuera. Seguimos rodando por aceras repletas de mesitas en las cuales gentes de rostros relajados y animada charla, disfrutaban de atractivos refrigerios pues si algo abundaba en la plaza, eran una multitud de negocios de hostelería los cuales proyectaban sobre las aceras sus terrazas a la sombra de las palmeras, todo el perímetro de la plaza estaba lleno de bares, cafeterías y restaurantes dando una imagen activa y lúdica de la zona incitando a tomarse un receso.
El extremo noble de la plaza lo formaba el complejo catedralicio con la majestuosa torre del Micalet, campanario de la catedral, dominando los cielos en esta parte de la ciudad; hacia él nos dirigimos sorteando grupos de viandantes que en tropel, llevaban nuestra misma dirección siguiendo a un improvisado guía que brazo en alto, intentaba no perder al típico rezagado de turno. En busca de nuestro destino nos adentramos por la calle Barchilla que rodeando a la catedral por uno de sus lados nos llevaría hasta la Plaza de L’Arquebisbe, allí junto a sus fuentes protegidos bajo la sombra de unos arbolillos, nos deleitamos con el recuerdo de una buena comida ingerida tiempo atrás en L’Abadia de Espí, restaurante muy recomendable ubicado en esa pequeña plaza. Volviendo sobre nuestros pasos y dejando a un lado el Palacio Arzobispal, recorrimos un escaso centenar de metros rodeados por siglos de historia hasta salir a la Plaza de la Virgen, destino final de esa mañana al sol.

Como cada jornada la plaza hervía de actividad, su gran foso enlosado era un ir y venir de gentes que cámara en mano disparaban en todas direcciones, el lugar lo merecía, era probablemente la más bonita de la ciudad; el espacio allí abierto de forma irregular y totalmente peatonal, albergaba en sus márgenes tres de los edificios más emblemáticos de la ciudad, al este la Basílica de la Virgen de los Desamparados de la cual no cesaba de entrar y salir gente durante gran parte del día, al oeste los jardines y el Palacio de la Generalidad sede del gobierno regional y al sur la Catedral y la llamada Casa Vestuario donde se reunía el Tribunal de las Aguas antes y después de sus sesiones en la Puerta de Los Apóstoles de la Catedral, entre ambas una encantadora calle del Miguelete unía a modo de cordón umbilical la plaza de la Virgen con la de la Reina.
Destacando en el fondo norte de la plaza está la Fuente del Turia , lugar de fotografía obligada y como no podía ser menos, allí nos inmortalizamos el amigo Pepe y yo dejando constancia poco después de nuestra ardua jornada laboral en el facebook; la fuente inaugurada en 1976 es obra del escultor Manuel Silvestre Montesinos, es una representación alegórica en bronce del río Turia rodeado por ocho figuras femeninas, desnudas y con tocado  de labradoras valencianas, que representan a las ocho acequias principales que irrigan la Vega de Valencia. A través de la calle Navellos en el límite norte de la plaza y una  vez superado el Palacio de Benicarló, sede de las Cortes Valencianas, esta se comunicaba con el viejo cauce del río Turia convertido en la actualidad en el jardín lineal más largo de Europa y verdadero pulmón verde de la ciudad.
Elegir un sitio en la plaza donde quedarse era un dilema pues muchos eran los puntos desde donde se tenían vistas inmejorables, nosotros estábamos necesitados del descanso del guerrero así que optamos por la sombra de unas buenas sombrillas en el margen oeste de la plaza, varias cafeterías allí ofrecían sus servicios de hostelería aderezados por el rumor de la fuente cercana. Podíamos haber echado raíces en aquel lugar viendo el ritmo de la plaza, el movimiento de gentes transitando por ella arriba y abajo era de por si toda una distracción pero la tostada de pan con aceite y sal del amigo Pepe se acabó y con ella los cafés con leche, por lo que tras unos momentos asueto y charla desenfadada, nuestra mañana al sol empezó a declinar y llegó la hora de partir por lo cual, tras pagar el ligero ágape salimos de aquella paz sombreada, dispuestos a enfrentarnos una vez más con la vorágine de la ciudad.
Como no hay dos sin tres, pasados unos días llegó nuestra tercera mañana de trabajo urbano, una mañana al sol más que añadir a nuestro anecdotario personal; nuestra primera misión de la mañana resolver unas gestiones en un centro comercial cercano, aunque parezca mentira tener que elegir cosas para otros cuando el presupuesto está ajustado y a la vez intentar que el asunto quede digno no es tarea fácil…pero se consiguió. Una vez resuelto el apremiante encargo y con la satisfacción de haber acertado con la elección, continuamos ruta ya sin prisas ni corridas; de nuevo las plazas insignes de nuestra ciudad eran el objetivo y a la búsqueda de ellas nos dedicamos. El mejor lugar donde encontrarlas seguía siendo el casco antiguo, allí se ocultaban las más pintorescas y atractivas para el visitante y esa mañana nosotros éramos meros turistas en busca de rincones especiales donde relajarnos.
Nuevamente nos encaminamos hacia la luminosa Plaza de la Reina, como cada jornada esta explotaba de actividad, tráfico en las calzadas, gentes en las aceras, tiendas de recuerdos, cafeterías, objetos religiosos en pugna con un mercadillo artesanal… Llegado a un punto camino de la calle del Micalet, desaparecemos por un discreto pasaje cuyo frescor se agradece a esas horas de la mañana; escasos cincuenta metros nos bastan para salir a la Plaza Miracle del Mocadoret y allí encontramos nuestro primer rincón mágico en forma de mesitas al resguardo de media docena de sombrillas blancas como una luna llena, todo el entorno de la diminuta plaza está lleno de tiendas de antigüedades, exóticas  librerías con volúmenes únicos y negocios donde la artesanía de la ciudad se muestra esperando sorprender al viandante; desde allí zigzagueamos por un laberinto de callejuelas donde por momentos los rancios efluvios del subsuelo nos recordaban los tiempos del “agua va…” así que aligerando el paso llegamos a otra de la clásicas, en este caso a la Plaza Lope de Vega donde un nuevo ejercito de sombrillas en perfecto estado de revista nos dio la bienvenida, por la hora sus mesas cubiertas de incólumes manteles blancos no tardarían en empezar a llenarse de variados personajes ansiosos por degustar los placeres de nuestra rica gastronomía.

El barrio estaba animado, siempre lo está, pues ese trocito de la Ciutat Vella es de indispensable visita para el turista amante de las curiosidades, allí encontrábamos uno de los rincones que justificaban por si solo el arduo recorrido, la Plaza Redonda; recibe su nombre debido a su diseño circular situada en el interior de una manzana de viviendas con accesos por las calles Derechos, Pescaderías y Sombrerería. Desde siempre en ella se ubicó un mercado artesanal, el origen de la plaza se remonta a 1840 año en el que fue construida por Salvador Escrig; consta de una planta baja destinada originalmente a comercios textiles y cerámicos, sobre estos se elevan tres pisos de viviendas con ventanas al patio central en el cual en 1850 se añadió una fuente, rodeando a esta y formando un vistoso anillo interior se distribuían tenderetes con objetos domésticos y alimenticios completando  la oferta comercial: en la actualidad algunos locales habían sido sustituidos por tiendas souvenirs y cafeterías.

Tras curiosear un rato por los diferentes puestos allí montados, seguimos nuestro recorrido callejero, dispuestos a terminar esa tercera mañana al sol visitando otra  plaza de pequeñas dimensiones en la que se respira un ambiente de paz y rumores sosegados. La Plaza de Rodrigo Botet, también conocida como plaza del Astoria debido a que allí se ubica el famoso hotel, es un rincón en el centro de la ciudad en el cual olvidas el caos que te rodea, su fuente de los patos a la sombra de frondosos árboles invitan a detenerse y disfrutar del susurro de las hojas acompasado por los surtidores de agua que te trasladan a bucólicas campiñas. La plaza eminentemente peatonal aun con escaso tráfico rodado, ofrece al viandante los placeres de poder sentarse en una de las terrazas que los establecimientos ponen a disposición de los clientes o bien ocupar un banco junto a la fuente, dejando transcurrir el tiempo sin prisa; es un buen lugar para trasladar nuestra meditación y allí, aislados de lo que nos rodea, dar rienda suelta al deleite de nuestros sentidos.

Allí acabamos nuestra andanza y desde allí, empezaríamos a pensar en una próxima mañana al sol en la que exploraríamos nuevos lugares olvidados, siguiendo los caminos que antes que nosotros, otros recorrieron.

sábado, 22 de junio de 2013

MARIPOSAS DE COLORES


Como han cambiado los tiempos desde que tenía esa edad en la que crees poderte comer el mundo y ojo, no soy tan mayor, pero esto se ha pasado volando y a poco que nos descuidemos, nos vamos a criar malvas con las hadas a menos que nos pasen por el microondas y tan solo queden de nosotros, un puñado de cenizas vete tu a saber de que procedencia y con cual destino.

Como decía al principio, cuan diferentes son las cosas ahora tan apenas tres décadas después de aquellos días felices y desenfadados, somos los mismos en esencia pero el mundo que nos rodea ha cambiado, los valores que nos unían se han perdido, las llamadas libertades adquiridas son ficticias, los de arriba siguen arriba y los de abajo siguen abajo pero curiosamente, hay muchos menos arriba y muchos más abajo.

El llamado estado del bienestar es tan solo un término mal aplicado y vacío de contenido dada la falta de medios con el que llevarlo a cabo, donde los avances sociales muchas veces nimios pero bien vendidos, parecen compensar a muchos colectivos, antes considerados marginales, los cuales siempre han hecho gala de un victimismo que en ocasiones les ha ido muy bien. Eran las plañideras de nuestra sociedad y sus problemas siempre tenían un origen en la incomprensión y el rechazo del grupo dentro del cual vivían; muchos de ellos han sabido rentabilizar ese supuesto acoso y persecución hasta la saciedad y ahora creen ser un soplo de aire fresco dentro de esa sociedad avanzada y moderna en la que subsisten.

En la actualidad algunos medios de comunicación y quienes son conocidos a través de ellos, se han levantado como abanderados de causas y estilos de vida diferentes a lo que la sociedad estaba acostumbrada, la cosa no viene de ahora pues ya llevamos alguna década que otra alegrando las proclamas y manifestaciones con colorines variados de lo más exótico; es lo que tiene la alegría de la libertad, por muy jodido que esté uno como puede salir a la calle a gritar y exhibirse, sufre su realidad más complacido y una vez en la calle, al ver a tantos de su condición en agitado frenesí reivindicativo, parece como que se crecen ante la adversidad.

Sin ir más lejos sirva como ejemplo el Día Internacional  del Orgullo Gay (28 de junio), efeméride que conmemora los disturbios que tuvieron lugar desencadenados por una redada policial en el Stonewall Inn, un pub del barrio neoyorquino de Greenwich Village en 1969; tras el acto represivo se produjeron manifestaciones espontáneas y violentas, siendo la primera vez que la comunidad LGBT se enfrentaba al poder establecido por defender sus derechos de libertad sexual. Hasta aquí todo muy bien, ellos como cualquier otro colectivo, tienen derecho a tener un hueco en la sociedad en la que viven en igualdad de condiciones, con los mismos derechos y las mismas obligaciones no obstante en los últimos tiempos, a más de uno se le ha ido la mano con esto del orgullo.



Estoy de acuerdo con que cada uno elija  con quien quiere meterse  en la cama, soy de amores libres y cuanto más guarros más satisfactorios, estoy de acuerdo con eso que algunos llaman experimentar para encontrarse, si es que andaban perdidos, hasta si me apuras estoy de acuerdo con eso de las orgías en multitud con gentes desconocidas, aunque a mi eso de más de una lombriz en el capazo siempre me ha puesto en guardia (soy más de un buen plato de mejillones), así pues me llama la atención la obsesión que parece imperar en este colectivo por manifestar públicamente su condición sexual.

Imaginemos por un momento un país de raza blanca, por poner un color, en el cual un negro, chino, indio o maorí fuera alardeando obscenamente de su raza, exhibiendo de  manera impúdica su desnudez para mostrar el color de su piel, manifestando un lenguaje corporal la mayor parte del día para reivindicar su etnia; como poco obtendría la burla y el rechazo de quienes le rodearan porque un poco de color alegra la vista pero un exceso cansa, aburre y puede llegar a molestar. Pues esto es lo que está pasando con los del orgullo, ya aburren con tanta manifestación y no me estoy refiriendo a su día en concreto, pues tienen derecho a celebrarlo tanto como la virgen del Pilar, aunque quizás un poco menos de ostentación no iría mal pues ya roza lo chabacano y surrealista, esta bien que por un día abran el gallinero y dejen volar su pluma pero sin avasallar al resto de los miembros de la granja.

Haciendo una comparativa con el mundo de la diversidad funcional, un gran número de estos diversos sexuales ejercen su condición públicamente las veinticuatro horas del día y yo me pregunto ¿a quien le importa si a ellos les gusta que les llenen el tubo de escape o sienten predilección por desatascar tuberías? puede haber hetéros y de hecho seguro que los hay, que aún practicantes del cunnilingus en sus sesiones amatorias, no van durante el día agitando sus lenguas como si chuparan un helado, no son como los reptiles cuyo apéndice vibrátil es parte de la expresión de sus fauces; la lengua debe ir dentro de la boca al igual que el apéndice sexual dentro de los calzoncillos.


Sigamos pues explorando las entrañas de este gremio multicolor siempre ansioso por reafirmarse, ¿tan inseguros son que necesitan hacerlo a diario? No veo yo que a los que nos gustan las mujeres lo estemos dejando caer a la más mínima oportunidad incluso sin venir a cuento, esta manía de algunos presentadores de televisión de tener siempre la coletilla “mi marido” en la boca no acabo de entenderla. Ya sabemos todos que aquí se pueden casar, ya sabemos todos que han elegido un él o ella como pareja ¿Por qué estar a todas horas haciéndonos memoria de ello? Si a nosotros nos la suda con quien intercambien sus fluidos, si nos viene al fresco que  intercambien su ropa interior, que no nos preocupan ni nos quitan el sueño sus asuntos carnales, que nos da igual si prefieren percebe o mejillón.

Curioso es también la avalancha de salidos del armario que han aparecido en los últimos tiempos, yo al principio pensaba que serían armarios tipo taquilla de vestuario pero a la vista de lo que hay, estamos hablando por lo que parece, de armarios roperos de tres y cuatro cuerpos, yo ante esta situación inaudita hace unos años, estoy por cerrar los míos con llave no sea que cualquier mañana amanezca entre flores silvestres.

Que bonito es el amor al prójimo me digo convencido pero ¿es necesario llevarlo escrito en la frente? ¿Es exigencia del guion estar siempre haciendo ojitos o poniendo morritos bobos? Yo creo que no, que me digan donde está escrito eso, ¿va implícito en los genes? Seguro que no puesto que hay homos muy dignos y serios en su desempeño vital por tanto me pregunto ¿Qué lleva a algunos a querer exhibir su pluma alardeando de su diferente condición? Ni las putas van por la vida las veinticuatro horas pregonando a pecho descubierto su condición de mujeres públicas, se sabe que lo son y punto.

Es triste y preocupante también, reconocer que algunos de estos personajes de pluma alada, tienen poco más que su condición sexual para abrirse camino en la vida y algunos medios en la actualidad, los acunan y les hacen la ola como si de individuos ilustres se tratara; no entiendo que el éxito de algún libro radique en ofrecer al lector un currículum vitae basado en la cantidad de polvos y con quien han sido compartidos, contar el lugar y como lo desfloraron a uno entiendo que no es ningún mérito añadido al bagaje personal. En ese aspecto creo que ganan las chicas, tengo la impresión a la vista de cómo está el patio, de que ellas lo viven de manera más normalizada y sin tanta estridencia.



El mundo lésbico aún perteneciendo a esa misma diversidad sexual, alardea menos de su condición siendo igual de digna, la verdad es que no se por que se debe alardear en este aspecto de unos gustos u otros, hoy hay libertad para ser lo que uno quiera ser, besar lo que uno quiera besar, yacer con quien uno quiera yacer  por tanto ¿Por qué no se hace uso de esa libertad sin más y nos dejamos de  tantas historias y ganas de protagonismo? Dejemos volar a esas mariposas de colores sin límites ni cortapisas, que ejerzan su sexualidad libre y satisfactoriamente pero ojo, que no la busquen donde no se la quiere; por suerte hoy ya no abundan los buscones de cine de reestreno que se sentaban a tu lado y muy sutilmente, te iban tanteando a ver lo que caía con los ojos vidriosos inyectados en un febril deseo, a más de uno de esos pajilleros de barrio conozco yo que se fueron sangrando a casa por las caricias de una Tizona.


Así pues que vuelen las mariposas de colores, que vuelen libremente y sean felices en su diversidad y estilos de vida pero que su vuelo, sus arrumacos y sus esperpénticas manifestaciones, nunca nos oculten la luz del sol pues sus rayos deben brillar para todos.

sábado, 15 de junio de 2013

LA VOZ DE SU AMO

Buenos, malos o regulares…casi siempre mediocres pero coño, un poco de criterio propio.

No sé cuál era su circunscripción, no sé cómo había llegado hasta allí, por no saber no sabía siquiera los méritos alcanzados en el partido, ni quien el acertado que sugirió que fuera ella la acertada para ir al debate de TVE…pero quedó como la chata. Suelo ver el debate de los jueves desde la cama, procuro no dormirme, y aunque siempre es lo mismo en los últimos tiempos,  digamos que estoy enganchado a ese espacio; los contertulios suelen ser de nivel: Ignacio Camacho, Esther Esteban, Fernando Ónega, Ángel Expósito y otros, por otro lado de vez en cuando llevan algún invitado interesante aunque otras veces les sale el tiro por la culata y no cubren las expectativas.

En esta ocasión y con la que está cayendo, llevaron a dos jóvenes diputados representando a los dos partidos mayoritarios, savia nueva en los bancos del Congreso; él por el PSOE, no recuerdo su nombre, ella por el PP, mejor no recordarlo pero bueno lo diré Belén Hoyo; ambos estaban bien adoctrinados por sus mayores y poco nuevo dijeron que no hayan dicho estos en múltiples ocasiones pero centrándonos es este tipo de políticos ¿cómo se puede ser tan limitado de miras? ¿Es que fuera del discurso oficial no hay palabras de propia cosecha? ¿O  acaso tienen marcado en el ideario del partido el no poder cambiar el discurso? De entrada ella en su primera intervención y tuteando a los periodistas allí presentes una y otra vez como si comiera sopas con ellos todos los días, se arrancó hablando de la herencia recibida, tema caduco a estas alturas de legislatura, poco importaba la pregunta que le hubieran hecho, ella había oído a sus mayores hablar de eso y por ahí inició su precario parloteo.

En una de las intervenciones Camacho les preguntó sobre su opinión respecto a la falta de experiencia laboral en muchos políticos a los que no se les conoce preparación previa en ningún campo; el joven socialista empezó a divagar aludiendo a una experiencia laboral corta pero variada tanto en España como en el extranjero (esto lo dijo varias veces), se repetía sin saber cómo quitarse de las manos la patata caliente que le habían soltado, volvía a insistir en su variada experiencia laboral pero no soltó ni un solo ejemplo de lo que había hecho en su vida antes de entrar en política lo que nos lleva a suponer que nada o muy poco. En cuanto a ella, cuando le tocó el turno… ufff para olvidar, esta ni llegó a decir  que había trabajado pues quedó claro que no lo había hecho, se limitó a alabar lo importante de una buena preparación académica no sé si refiriéndose a la suya y poco más, lo cual daba a entender que un buen día en sus años universitarios se afilió al partido y empezó a trepar en la sede atendiendo los encargos de unos y otros (fotocopias, cafés…), quizás fuera delegada de curso o pegara carteles por los pasillos durante las campañas electorales pero poco más. Tener una licenciatura no es ser lo que el título pone que eres pues para serlo en conciencia hay que haber ejercido de ello, es como considerar a José Luis Moreno o al Gran Wyoming médicos por el mero hecho de haber estudiado medicina.


Una de las periodistas pasó directamente de preguntarle a los jóvenes pupilos pues debió intuir que poco interesante tenían que contar, se limitó a hacer reflexiones sobre el cerril adoctrinamiento al que están sometidas las juventudes de uno u otro partido, de sus labios salen las mismas frases, las mismas viciadas coletillas, las mismas y en ocasiones esperpénticas respuestas, pero con muchas menos tablas que sus mayores a la hora de ser entrevistados en los medios; no dudo que en casa, los allegados cercanos, amigos y demás compañeros de filas de ambos políticos, estarían embobados viendo a sus héroes caseros resistiendo ante las andanadas de los periodistas, reafirmando con fuerza eso que se dice de “es más ciego quien no quiere ver”. Si estos son el futuro de la política española, si en manos de estos autómatas teledirigidos (confesión hecha por Antonio Miguel Carmona cuando creía que no le grababan) va a estar el destino del país en un futuro  próximo, habrá que empezar a atarse los machos y atiborrarse de antidepresivos para aislarnos de lo que nos viene encima. Gentes con un titulín obtenido a los veintitantos años se sentarán en la poltrona del parlamento de turno y ahí echarán raíces sin haber visto nada más allá del entorno partidista en el que habrán crecido, poco bagaje es ese para tanta responsabilidad; hay que abogar por las listas abiertas, que la gente vote personas y no solo siglas, esa será la única forma de barrer de una vez a toda esa masa de mediocres y advenedizos instalados de por vida en las instituciones.

sábado, 8 de junio de 2013

La noche soñada

La noche era tranquila, la ciudad a esas horas de la madrugada dormía sin sobresaltos, daban las cuatro y media en el reloj digital que se erguía impasible en un jardín cercano cuando Jako y su ansiado amor platónico, llegaban al portal de su casa, el número tres de una calle incierta, después de pasar las últimas horas en el Calgary, antiguo palacete reconvertido en local de moda. El grupo de amigos se deshizo, unos su unieron a otra gente que apareció dispuesta a seguir la fiesta en otro sitio, las chicas por su parte optaron, dada la hora que se había hecho, por retirarse a sus casas compartiendo taxi, y ellos dos decidieron pasear por la ciudad bajo la atenta mirada de un luna llena, más tarde se dirigieron al barrio de él con la intención de acabar la noche en su casa.
En esa época del año sus padres solían pasar los fines de semana en el apartamento de la playa, él unas veces los acompañaba y en otras prefería quedarse en la ciudad teniendo toda la casa para él solo; vivían en un barrio céntrico no muy alejado de la zona de copas de la que procedían, la casa era grande y dentro de ella la habitación de Jako podía considerarse un pequeño apartamento, pues disponía de una sala de estudio que hacía las veces de salón con una mesa corrida bajo un gran ventanal, un amplio sofá de tres cuerpos, televisión de plasma, equipo informático…, las paredes en su mayoría estaba cubiertas por estanterías repletas de libros y muchos marcos con fotografías, junto a la ventana un armario empotrado de casi dos metros albergaba todo el vestuario que Jako lucía en su día a día; unida a esta estancia a través de un arco que hacía las veces de pared por un lado y estantería por el otro, se accedía a la habitación propiamente dicha, allí una gran cama ocupaba casi todo el espacio, junto a ella unas mesitas de noche hacían juego con el cabecero en madera de roble sobre el cual colgaban unas exóticas armas blancas traídas de lugares lejanos; el curioso apartamento se completaba con un pequeño baño independiente con todos los elementos necesarios para su aseo personal;  aquel era el reino de Jako y allí hacía su vida cuando estaba en casa.
Cogidos de la mano unos ratos, con su brazo por encima de los hombros de ella en otros o ligeramente separados el uno del otro, fueron deambulando por las calles de la ciudad, por momentos él se retrasaba en el paso dejando que ella se adelantara para poder mirarla entera, ver como se movía u observar más detenidamente sus curvas, ella se reía maliciosamente y lo recriminaba por hacerla exhibirse para él, y así poco a poco fueron acercándose a su destino. Llegaron frente al portal, una vez allí se detuvieron y él la atrajo hacia si con un delicado abrazo, sus rostros quedaron muy próximos y se miraron fijamente, aquella mirada cómplice podía significar muchas cosas pero en aquel momento Jako tuvo la fugaz visión de cuanto le había costado llegar a esa situación, en su cabeza se acumulaban mil momentos e imágenes transcurridos en casi una vida de anhelo por ese cuerpo que ahora tenía entre los brazos, ella ladeó la cabeza y una sonrisa afloró en sus labios preguntándole en que estaba pensando.
Él por respuesta selló sus labios con un beso lleno de ternura mientras ella cerraba los ojos y se dejaba besar, aquella unión labial se prolongó dando rienda suelta a una pasión largamente contenida; pasados unos primeros minutos y viendo como estaban desarrollándose los acontecimientos a los dos les entró una risa tonta al verse en la acera, apoyados en el portal y  con todo un piso vacío sobre sus cabezas. Tomaron aire y se recompusieron un poco al tiempo que Jako hurgaba en uno de sus bolsillos buscando la llave para abrir, entraron en el zaguán encaminándose al ascensor, mientras este bajaba volvieron a abrazarse y sus labios se unieron nuevamente en un largo beso ansioso y voraz que precisaba ser saciado, sus bocas se buscaban salvajemente cuando se abrió la puerta del ascensor, sin separarse y manteniendo un abrazo íntimo giraron el uno sobre el otro entrando en la cabina, Jako tanteo con una mano pulsando el botón de su piso mientras ella besaba su cuello con labios cálidos y apasionados.
Una vez en el rellano se separaron con desgana, él procedió a abrir la puerta y desconectar la alarma mientras ella ponía algo de orden en sus cabellos; tras encender la luz, pasaron a un amplio recibidor desde el cual se accedía al comedor y habitaciones, ella nunca había estado allí y sugirió que le enseñara la casa, la visita fue rápida y las explicaciones cortas, ya habría tiempo más adelante para un tour más detallado y preciso, ahora lo que imperaba eran ellos dos y satisfacer la pasión desatada unos metros más abajo en la calle y que había ido gestándose a lo largo de toda la noche. Pasaron por la cocina, abrieron el frigorífico y cogieron unos refrescos que se llevaron al rincón de Jako, sus manos volvieron a unirse y sus miradas recobraron el brillo lujurioso que tenían momentos antes de entrar en casa.
Cuando entraron en la habitación ella se dedicó a recorrer lentamente la estancia observando cada detalle, recorrió con la vista las estanterías fijándose en la abrumadora cantidad de libros, en las fotografías de cada marco, en los múltiples objetos decorativos, analizaba cada rincón de la estancia como si quisiera engullir de un solo vistazo lo que había sido la vida de Jako hasta esa misma noche; curioseaba y hacia comentarios mientras él buscaba un disco con el que alimentar al equipo de música instalado bajo la mesa para crear un ambiente más relajado, al final optó por uno de Sade, Diamond Life, era el adecuado para ese momento.
—Y volviendo al asunto que nos ocupaba antes… —dijo él mirándola desde el sofá mientras agitaba el vaso con cola que tenía en la mano—, ella lo miró con una sonrisa maliciosa y fue acercándose a él lentamente con pasos cortos y muy bien medidos —tendrás que hacerme memoria —dijo sin dejar de sonreírle, al tiempo que se instalaba junto a él en el amplio sofá de tres cuerpos—. Sus bocas se buscaron volviendo a unirse ahora sin prisas, disfrutando del momento y del lugar en el que por fin y por primera vez en toda la noche, no había nadie más.
Los acordes susurrantes de una sensual y enigmática Sade se deslizaban sobre sus cabezas mientras sus cuerpos entrelazados ardían de pasión cada vez más excitados, ella sobre él se agitaba cada vez que sus labios recorrían su suave cuello, cada vez que su lengua se entretenía jugueteando con los lóbulos de sus orejas, cada vez que sus manos la guiaban arriba y abajo; la temperatura de sus cuerpos ascendía acorde a la voracidad de sus besos en una noche ya de por si calurosa, ella besaba el pecho de Jako mientras él acariciaba su espalda por debajo de una blusa que se presentaba ya con bastantes arrugas; él buscó los botones y delicadamente entre beso y beso, fue soltándolos uno a uno dejando a la vista la piel bronceada de un cuerpo exquisito, ella acabó de quitársela dejándola sobre una mesita auxiliar junto al sofá, allí descansaban unas bebidas ya calientes que pronto deberían ser sustituidas, acto seguido Jako se desprendió de su camiseta que a esas alturas era una banda arrugada a la altura de sus axilas, quedando ambos torsos el uno sobre el otro.
Ella lucía un atractivo sujetador de muselina bordada en tonos claros que él reservó para más adelante, no quería precipitarse pues contaban con el resto de la noche para ir descubriéndose poco a poco, tras aquellos bordados semitransparentes se adivinaban unos pechos delicados de proporciones perfectas, aquellos dulces prohibidos saciarían sus ansias más tarde, por el momento se tomaron un receso, quedando allí tendidos oyendo el latir de sus corazones que parecían estar hablándose.
La música cesó mientras ellos se fundían en un largo beso en el cual sus lenguas húmedas bailaban una danza íntima y silenciosa, sus respiraciones entrecortadas eran rotas por gemidos de placer mientras sus manos entrelazadas se apretaban con fuerza; el calor se hizo más manifiesto a medida que el nivel de excitación en sus cuerpos se incrementaba, los labios quemaban tras los apasionados e incesantes besos y una sensación de sed acudió a sus gargantas, ella se incorporó de mala gana decidiéndose a ir por más bebidas, él quedó tendido unos instantes viéndola marchar pero acto seguido se dispuso a sustituir el disco que guardaba silencio desde hacía un rato, el elegido en este caso fue Love Songs de Elton John, pronto sus melódicas canciones inundaron el pequeño reino de Jako que complacido cerró la tapa del giradiscos.
Ella llegó con las bebidas mientras él, de pie junto a la mesa corrida que había junto a la pared, miraba por la ventana hacia un nuevo amanecer, los primeros claros despuntaban tras los edificios que tenía ante su vista; ella se aproximó ofreciéndole uno de los vasos que él llevó ávidamente a sus labios dando un generoso trago, ella jugueteaba pasando un dedo sobre el borde de su vaso mirándolo cuando Jako la rodeó por la cintura con su brazo y la atrajo nuevamente hacia él, los vasos quedaron a un lado sobre la mesa mientras ambos se fundían en un abrazo, ella quedó de espaldas a la ventana sentándose sobre el borde de la mesa y atrapando con sus piernas el cuerpo de su amado atrayéndolo hacia sí; las manos de él acariciaban su espalda mientras sus labios descendían por su cuello hacia los hombros, con un movimiento delicado de su boca deslizó uno de aquellos tirantes bordados que quedó colgando sobre uno de sus brazos al tiempo que sus dedos, se concentraban en la larga hilera de botones que cerraban la delantera de un bonito pantalón de marca que le cubría hasta más allá del ombligo, ella se dejaba hacer mientras se abrazaba a él buscando su boca.
Ella luchaba con el cinturón de Jako cuando él consiguió vencer al último de sus botones, el pantalón de esta quedó abierto y la fina tela resbaló sobre sus caderas viéndose detenida por la postura que ambos mantenían, siendo consciente del inconveniente la alzó en volandas y este acabo de resbalar hasta las rodillas, desde las cuales y con un movimiento rápido de sus piernas, ella consiguió desprenderse de ambas perneras yendo a caer hecho un revoltijo a unos pasos de ellos; al igual que en la parte superior ella lucía unas sugerentes braguitas a juego que completaban aquel conjunto íntimo  haciéndola aún más deseable. El cinturón de Jako cedió al fin y libres de él unos gastados vaqueros se aflojaron cayendo sobre los zapatos que no tardaron en desaparecer de sus pies yendo a parar al rincón más próximo; libres ya ambos de sus vestiduras externas se entregaron nuevamente al abrazo íntimo, ella seguía atrapándolo fuertemente con piernas y muslos mientras él la cubría con su cuerpo sobre la mesa, ambos continuaban con sus besos apasionados mientras sus manos recorrían sus cuerpos ardientes dándose placer mutuamente.
El bonito sujetador de muselina bordada hacía  rato que colgaba del televisor, siendo testigo mudo de los arrumacos que aquellos cuerpos entrelazados se profesaban entre profundos suspiros y cariñosas palabras entrecortadas. Labios y lenguas exploraban sus cuerpos mutuamente ávidos por saciarse con los néctares de sus pieles húmedas y calientes, al tiempo que todos los músculos de sus cuerpos manifestaban la pasión que experimentaban en esos momentos, Jako adentraba sus dedos más allá de los límites marcados por las delicadas braguitas mientras ella respondía a sus caricias apretándose contra él entre gemidos de placer.
La luz de un nuevo día ya era evidente cuando Jako se incorporó sobre la mesa y llevándola a ella abrazada a horcajadas, se quedó mirándola con suma dulzura, ella le sonrió y él le devolvió la sonrisa; asegurándose de no perder el equilibrio, Jako dio unos pasos hacia la cama mientras ella pasaba los brazos alrededor de su cuello asiéndose con fuerza mientras lo besaba. Dejándose caer sobre el mullido colchón Jako quedo mirando al techo, ella en posición dominante, lo miraba desde arriba con un brillo especial en los ojos mientras apoyando las manos sobre sus hombros con los brazos extendidos, mantenía la distancia entre ambos cuerpos; sus pechos descendían hacia él formando delicadas y suaves curvas en cuyas cúspides destacaban dos pezones sonrosados cuya dureza delataba su alto nivel de excitación.
Las manos de él acariciaron lentamente su cuerpo deslizándose hacia sus caderas y encontrando en su camino, los delicados encajes de muselina que conformaban sus exquisitas braguitas, entrelazando sus dedos con ellos tiró hacia abajo de ellas no encontrando resistencia alguna, una vez en sus rodillas ella colaboró lanzándolas lejos con un movimiento de sus piernas al tiempo que él se desprendía de sus bóxers blancos que quedaron en el suelo junto a la cama. Una vez libres de ataduras y con sus cuerpos desnudos el uno sobre el otro, se entregaron a un movimiento cómplice y rítmico a medida que él entraba en ella suavemente pero con determinación, ella gimió fundiéndose en un abrazo mientras sus labios susurraban que no se detuviera.
Había costado mucho llegar a tener aquella noche, todo había ocurrido sin un plan previo, de hecho este fue descartado por Jako mucho tiempo atrás ante la indiferencia que ella por él había mostrado siempre pero allí estaban los dos y eso es lo que importaba, aun sin decirlo, en la cabeza de ambos sabían que aquello no había sido una simple aventura y ambos deseaban que aquella noche fuera el inicio de algo que los llevara a mucho más. Esa mañana él la acompañó a su casa dando un largo paseo, no tenían prisas por llegar y alargar todo lo posible su mutua compañía, los complacía a ambos; aquella mañana de domingo la ciudad despertaba poco a poco cuando ambos se despedían sin prisas en su portal, aun sin quererlo sabían que debían separarse y dormir unas horas; se llamarían por teléfono poco después y pronto concertarían un nuevo encuentro el cual ya esperaban ansiosos incluso antes de separarse, lo hicieron unos minutos después con un largo beso sin soltarse de las manos.
Aquella mañana de domingo, mientras la gran metrópoli despertaba de una noche de fiesta y ambos jóvenes se despedían en el portal, nada hacía presagiar los negros nubarrones que se cernían sobre su destino; aun sin saberlo aquellos besos largamente esperados serían los últimos que se darían, esa noche de ensueño sería la última que pasarían juntos, en esos momentos y con los ojos aun encendidos por la pasión que se sentían, no podían sospechar que ya nunca volverían a abrazarse, ni siquiera a verse, ya no volverían a entrelazar sus dedos, ni a susurrarse al oído, ya no podrían ver crecer su amor ni disfrutar de sus cuerpos, con aquel beso junto al portal acabaría su historia. Unos días más tarde Jako “cara cortada” perdería la vida en un trágico accidente de tráfico camino de la universidad, sin tiempo para despedirse sus últimos pensamientos serían para ella a la que llevaba queriendo desde los doce años pese a sus continuos rechazos, ahora que por fin había ganado su amor, este se convertía en un placer efímero y volvía a perderlo por una mala jugada de la vida.


Moraleja: aprender a disfrutar de lo que tenemos mientras lo tenemos pues nunca sabremos cuánto durará ni cuando lo perderemos.

sábado, 1 de junio de 2013

Un palacete en el recuerdo

Debieron transcurrir ocho largos años para que un atisbo de relación fructificara entre ambos jóvenes, aquella cálida noche a comienzos del verano fue el momento elegido por las hadas y la fiesta inaugural de aquel local de copas junto a la playa, el lugar donde se encontraron; Jako “cara cortada”, llamado así por la facilidad que tenía para cortarse cada vez que se afeitaba, no daba crédito a lo que estaba viviendo, su corazón palpitaba con fuerza mientras su mano acariciaba la de ella, aquellos diez dedos entrelazados en un íntimo abrazo, se buscaban mutuamente intentando fundirse en un mismo cuerpo.
La fiesta continuaba a su alrededor pero el tiempo se había detenido para ellos dos, él solo tenía ojos para ella, ella solo le sonreía a él, ambos no paraban de conversar entre risas y miradas cómplices; ambos abandonaron a los acompañantes con quienes habían acudido al local desentendiéndose de su compañía, estos últimos viendo lo que a todas luces era un encuentro especial, no les interrumpieron y siguieron con lo suyo, bailaban, bebían, reían, volvían a bailar, volvían a beber…
Jako quiso indagar en aquel cambio de aptitud hacia su persona pero no encontró en ella una explicación concreta así pues, tan solo se limitó a disfrutar del momento y siguió atento a cada uno de sus gestos y palabras, por momentos temía que todo aquello fuera un sueño y quería evitar a toda costa tener que despertar del mismo.
Mantuvieron unidas sus manos durante toda aquella exhibición del grupo de baile que con pasos imposibles, causaron la admiración del público asistente, una vez acabado el espectáculo la música siguió atronando por los altavoces repartidos por el local y la terraza, ellos se retiraron al interior y buscaron un rincón apartado donde poder seguir conversando, esa noche había barra libre así que Jako solicitó unas bebidas, ron Legendario con cola para él y gin tonic para ella; viéndolos allí sentados en animada charla nadie diría que era la primera vez que lo hacían pues más bien daban la impresión de tener una relación bien consolidada pero así son las cosas de la vida, siempre nos sorprenden y ocurren cuando menos las esperas.
La velada estaba concluyendo pero era pronto para separarse, los dos grupos de amigos decidieron acabar la noche juntos en la ciudad y con las primeras luces de un nuevo día, desayunar en cualquier bar antes de recogerse cada uno en sus respectivas casas; pocos minutos más tarde tres coches llenos de jóvenes alegres y algo cansados, entraban en la capital dispuestos a finalizar la fiesta iniciada unas horas antes. Un chocolate con churros a esas horas de la mañana les sentó de maravilla, ellos dos no dejaron de mirarse aún con la boca llena y en sus miradas una pregunta sin respuesta revoloteaba en el espacio que les separaba ¿por qué habremos perdido tanto tiempo?
Cuando se despidieron en el portal de su casa ella estaba un tanto abatida, saber que debían separarse la contrariaba en gran medida, él lo pensaría más tarde llegando a la conclusión de no saber qué había pasado aquella noche y no encontrando explicación alguna al cambio experimentado por ella en su aptitud hacia él. Quedaron en volver a verse en breve y ambos se despidieron ansiosos por que llegara ese momento pero ninguno de los dos fue capaz de confesarlo.
Los siguientes días llevarían a la reflexión de lo sucedido aquella noche, no se vieron, él siguió asistiendo a sus clases en la universidad y ella acudiendo a su trabajo a pocas calles de donde él vivía; de un plumazo todo había cambiado, la relación que él daba por imposible después de tantos intentos fallidos en el pasado ahora quizás era posible, aun ignorando los motivos de aquel cambio él estaba dispuesto a intentarlo una vez más, nada tenía que perder salvo la posibilidad de un nuevo desengaño pero algo le decía que esta vez todo sería distinto. Se aproximaba un nuevo fin de semana y no habían sabido el uno del otro, él no había querido coincidir con ella en la parada del autobús, ella no sabía por dónde él se movía y así, yendo cada uno por su lado, llegó el último día laboral de la semana, un poco antes de la cena él la llamó.
Habían quedado verse en el centro al caer la tarde, esa noche Jako y sus amigos iban a pasarse por Calgary, un local de moda en el casco antiguo instalado en un viejo palacete, ella con sus dos compañeras de trabajo se unirían al grupo, no ir solos  era una forma de romper el fuego pero estaba claro que una vez juntos no habría nada más a su alrededor y por tanto ambos formarían un único mundo. Se hizo la hora y algo nervioso, se encaminó hacia la plaza del Ayuntamiento en una de cuyas esquinas iban a reunirse; de camino hacia allí su cabeza iba repasando todo lo acontecido el fin de semana anterior, buscaba argumentos que justificaran todo lo ocurrido y la forma en como ocurrió, así mismo se preparaba para el nuevo encuentro que en breves momentos iba a tener lugar ¿Cómo la encontraría esa tarde? ¿Cuáles serían sus primeras palabras? ¿Habría pensado ella en lo ocurrido igual que había hecho él? Estas y otras preguntas rondaban en su cabeza a medida que se acercaba al punto de encuentro.
Los vio antes de llegar, allí estaba ella, sus compañeras y un par de amigos al otro lado de la calle, se quedó mirándolos si decidirse a cruzar, por un momento pensó que ojalá estuvieran ellos dos solos ¿para que necesitaban al resto si no les importaban lo más mínimo? Él solo quería estar con ella y los demás solo le harían perder tiempo; tras ponerse en verde el semáforo avanzó hacia el grupo y aún no había llegado a su altura cuando lo vieron, él sonrió pero su sonrisa solo tenía una destinataria, ella le devolvió la sonrisa pronunciando un discreto “hola” cuando ya estaban frente a frente. Todos se saludaron con apretones de manos, palmadas en los hombros o besos mejilleros, tras unos comentarios intrascendentes que sirvieron para romper el fuego entraron en un local cercano, allí tomaron unas hamburguesas y refrescos mientras se ponían al día unos y otros de su respectiva semana; desde el primer momento Jako acaparó toda la atención de ella y ella la de él, estando ambos en una nube a muchos kilómetros del resto.
Al principio hubo algo de nervios, casi todos eran ajenos a la historia de ambos durante los últimos años, así que no daban importancia a ese incipiente romance pero en ellos, lo que estaba sucediendo escapaba a la razón, y si él no se explicaba lo que estaba pasando, ella no se explicaba por qué estaba ocurriendo; al final ambos por separado decidieron disfrutar de aquella inesperada relación y no darle más vueltas a sus posibles motivos. Acabaron su cena entre risas, chistes fáciles y los cotilleos de rigor, no faltaron batallitas personales que alguno quiso compartir y sobre las que opinaron el resto; un par de horas más tarde salieron en dirección al  Calgary al cual llegaron media hora después, tras una caminata relajada que les sirvió para bajar la cena.
Jako pasaba su brazo por encima de los hombros de ella o bien iban cogidos de la mano jugueteando con sus dedos, por momentos se separaban acercándose a charlar con sus respectivos amigos para volver a unirse escasos minutos después; cuando llegaron al local de moda sus puertas estaban abarrotadas, había un montón de gente esperando para entrar, charlando en las aceras próximas, sentadas en los bancos de un jardín cercano, había gran animación en toda la zona y ellos pasarían a formar parte de esa marea humana ansiosa por divertirse.
Jako conocía a uno de los vigilantes de la puerta así que tras retirarles el cordón de acceso pasaron al interior; el antiguo palacete de  principios del XIX convertido en un local de ocio nocturno, tenía tres plantas con un patio interior, las luces indirectas colocadas en paredes y rincones daban una iluminación tenue a las estancias cambiando de color cada pocos minutos. La planta baja tenía la única pista de baile del local y estaba llena de cuerpos agitándose al ritmo de la música, ellos optaron por subir a la primera planta confiando estar menos agobiados, una vez allí buscaron un lugar donde sentarse y los chicos se acercaron a la barra a por bebidas,  minutos más tarde tras cruzar la jungla humana que había ante ella compitiendo por ser atendida, regresaron con las chicas satisfechos, se habían colado y obtenido sus preciadas bebidas.
Estaba claro que todos hablaban con todos pues las compañeras de ella no conocían a los amigos de él y por tanto no era cosa de pasar absolutamente de ellos, en cierto modo aquella reunión había sido urdida por Jako para organizar el encuentro con su chica; pasaron los minutos y poco a poco  cada uno fue soltándose a medida que ganaban confianza, ellos dos volvieron a encontrarse a años luz de todo lo que les rodeaba centrándose tan solo el uno en el otro.
Al igual que el anterior fin de semana el tiempo pasaba rápido, los viajes a la barra o al piso inferior para visitar la pista de baile eran frecuentes y todos llevaban una buena acalorada, sus pieles húmedas y calientes de buen grado habrían agradecido un buen chapuzón pero el mar estaba lejos y aunque la idea surgió, las chicas no estaban muy por la labor. The Snow Goose del grupo Camel sonaba en los altavoces de su rincón cuando alguien sugirió la posibilidad de seguir la fiesta en otro sitio, a esas alturas de la noche ya todos se habían hecho muy “amigos”. Una posibilidad era buscar otro lugar de moda y terminar allí la velada, otra opción era tomar una última copa en casa de alguno de ellos, el dilema estaba servido pues mientras unos querían seguir con el baile, la mayoría, Jako estaba más por buscar la intimidad de un hogar donde escapar a las miradas furtivas y el ruido incontrolado; con esas disquisiciones se encontraban ya en la calle cuando al final se optó por tomar una decisión salomónica.


CONTINUARA…