sábado, 12 de noviembre de 2016

ESCRITOS DESDE LAS SOMBRAS

Jodido de pies a cabeza; así estaba aquel hombre aquella mañana de noviembre. Sus noches se habían convertido en su peor enemigo y de ellas salía derrotado cada amanecer, sus pasos tras salir de la cama habían pasado a ser un ceremonial álgido y lastimero que lo arrastraban delante de su mesa donde quedaba alicaído y pensativo, aquello no era vida y cada jornada el lastre que debía cargar crecía, aumentando con él sus deseos para que todo acabara.

Su cabeza era un torbellino de ideas, reflexiones, recuerdos, ansias frustradas y fantasías incoherentes que una y otra vez lo llevaban por sendas infructuosas de difícil explicación, de hecho no la tenían y por ello su duermevelas diario se había convertido en un nexo de unión entre sus dos existencias a las cuales saltaba sin control ni sentido.

La luz que durante años lo mantuvo alerta iba apagándose y él lo notaba, sabía que su hora estaba llegando y tenía en mente empezar a arreglar sus asuntos antes de que la dama negra tocara a su puerta; no había mucho que repartir pues otros se habían llevado una buena tajada de lo conseguido durante su vida en un pasado cercano aun así, lo poco que quedaba debía dejarse a buen recaudo, fuera del alcance de los buitres carroñeros que ya revoloteaban entorno a él.

Y mientras ese día llegaba su mísera existencia transcurría por derroteros infumables, cada jornada era peor que la anterior y eso consumía su ánimo y su resistencia orgánica; los músculos estaban a punto de tirar la toalla pues una contractura crónica se había apoderado de ellos, las glándulas no daban a vasto licuando y filtrando humores y fluidos malsanos, los pocos sentidos que se mantenían indemnes iban al relentí pues el motor que los mantenía con un hilo de vida, a duras penas gestionaba una adecuada combustión y en estas circunstancias, veía pasar los días aquel hombre acabado.

Las horas pasaban lentamente sin un producto visible, la actividad en ellas había pasado de prescindible a estéril pues nada de valía surgía tras ellas; como en un bucle anodino y monótono cada día era un espejo del anterior y un reflejo del siguiente, nadie podía parar el ciclo de involución en el que se hallaba inmerso y su capacidad de lucha por resistir hacía aguas a todas luces. Era el declive de un alma atormentada a la que había tocado vivir un debacle existencial marcado por las circunstancias de errores concatenados y consentidos, las  confianzas mal dadas y el desentendimiento inocente e irresponsable. Las cartas estaban echadas desde hacía mucho tiempo y la partida perdida de la manera más cruel.


Fugaces chispazos surgían de vez en cuando iluminando por unos segundos la abrumadora oscuridad existencial en que vivía, en ellos creía poder vislumbrar un atisbo de esperanza, una tabla a la que asirse, una isla perdida a la que arribar… pero era una mera ilusión producto de un agotamiento neuronal que ya venía de lejos; las brumas volvían a invadirlo todo y una vez más se perdía entre sus recuerdos cada vez menos nítidos en su cabeza, tocaba ya con los dedos el otro lado, ese del que nadie vuelve y al que casi nadie quiere llegar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario