miércoles, 22 de julio de 2015

UN PUÑO QUE SE CIERRA

Por momentos el aire no entraba en sus pulmones, una opresión creciente se instalaba en su pecho y creía estar a punto de reventar; el colapso próximo llevaba tiempo avisando y solo algún fármaco y su recuerdo lejano aliviaban esa situación límite, aun así el sol seguía saliendo cada mañana pero sus rayos no alcanzaban los sótanos del averno por los que se movían últimamente y en tal situación, la vida se había vuelto fría y gris.

Cada día era un nuevo reto al que se enfrentaban derrotados de antemano pues su capacidad de reacción se perdió hace mucho, nada ni nadie tenía el control del camino por el que caminaban a duras penas sin un rumbo definido pero cada día vencido, era una pequeña victoria… o un peldaño más hacía la derrota final. Seguían en la senda capeando las adversidades, un ligero éxito era eclipsado por un nuevo debacle pero había que estar ahí para pasarlo, para sufrirlo, para superarlo y continuar.

El género  escaseaba, la voluntad se tambaleaba, los cajones se vaciaban y la plata no llegaba; los números seguían girando dentro del bombo millonario, solo el que jugaba tenía opciones de ganar y aun así nunca ganaba, siempre quedaba a las puertas con las esperanzas puestas en un nuevo sorteo. De nuevo ponía a cero el contador de sueños, una vez más volvía a distribuir esa riqueza anhelada y ficticia que sabía nunca iba a llegar aun así, seguiría jugando una y otra vez.

Una semana seguía a otra semana y los dígitos de un calendario apremiante iban cayendo uno tras otro, con la mirada perdida en una bahía infinita la mente los trasladaba a otras tierras, espacios lejanos por descubrir donde todo estaba esperando para comenzar de cero; empezar de nuevo era una ilusión a estas alturas de la vida, cuantas cosas podrían cambiarse si llegáramos a ese momento con la experiencia acumulada, cuantos errores podrían evitarse, cuantas decisiones podrían cambiarse…

Y en una isla lejana surge un brote verde sobre las arenas coralinas, algo impensable en aquellos terrenos de lluvias caprichosas quemados por el sol; tras un parpadeo el brote verde desaparece, ha sido una ilusión, y frente a nuestros ojos una vez más vemos la misma calle, los mismos rótulos y persianas esperando una nueva jornada para seguir la lucha en las trincheras.

Una ilusión surge, una esperanza fructifica dando nuevos ánimos y en un segundo una llamada, un mensaje, lo vuelve a echar todo a perder, es la tónica de los últimos tiempos ante la cual hay que volver a levantarse y coger impulso. Sin tiempo para desconectar una nueva ola llegaba a la orilla arrasándolo todo, limpiando cualquier resto de huella que hubiera podido mancillar la uniformidad de aquel manto coralino, todo seguía igual, nada había cambiado, había que seguir luchando.

Un puño invisible se cerraba en torno a sus precarias existencias, la presión se acentuaba con cada segundo de sus vidas y en esta situación, instaurada ya desde hacía demasiado tiempo, era impensable razonar con claridad puesto que todo se había girado en su contra. La luz al final del túnel aun era invisible, esta parecía no llegar nunca pero todos eran conscientes de que la situación ya no podía prolongarse mucho más, no quedaban reservas, las fuerzas  estaban dando sus últimas andanadas y estas no eran ni con mucho las del principio.


No hay mal que cien años dure ni cuerpo que lo resista pero aquel periodo de sus vidas había eclipsado su vida anterior, todo aquello que los mantuvo en primera línea había desaparecido de la manera más inexplicable, nadie habría imaginado llegar hasta aquel punto pocos años antes pero la marea alta todo lo arrasa y aquel pequeño pueblo de pescadores había sucumbido a los avatares de la vida no obstante, el germen seguía vivo y a partir de este, otro núcleo activo resurgiría y en poco tiempo estaría listo para poder volver a la batalla.

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