sábado, 25 de octubre de 2014

CODICIA Y PODER

Algo me lleva a pensar que para dedicarse a la política uno tiene que llegar con las alforjas ya llenas, eso evita la tentación de cubrir las carencias que uno tiene desde una posición de poder (aunque aquí últimamente unos cuantos adinerados se están hinchando); está claro que dentro de  un rebaño siempre puede extraviarse algún cordero pero es curioso que en este país le haya pasado a un buen número de los miembros de la manada y curiosamente todos ocupando puestos destacados.

En el horizonte del pasado Guerra, Roldán, Naseiro, Gil y Gil; hoy más próximos en el tiempo Roca, Julián Muñóz, su ex y la folclórica, Bárcenas, Matas, Urdangarín, Blasco, la saga Pujol, el cortijo de Andalucía y un buen número de sus capataces… A todos estos habría que añadir un sinfín de peones que  siempre se han movido entre bambalinas y a los más listos que, utilizando subterfugios variados, han sabido dar esquinazo a la justicia. ¿Qué eran todos estos individuos antes de entrar en política? Algunos no tenían ni el bachiller.


El suma y sigue es constante y todos los días se destapa algún pufo en cualquier punto de nuestra geografía; sobornos, tráfico de influencias, blanqueo, malversación, evasión de capitales, cobro de comisiones y así un largo etcétera de apaños clandestinos y de turbia procedencia. Hay casos clamorosos de fragante delito, hasta los propios implicados han confesado sus trapicheos, aun así el estado es lento en su proceder y pasan los meses entre declaraciones, apelaciones, recursos y un sinfín de triquiñuelas legales que hacen desesperar al honrado ciudadano.

Y tras el fugaz verano se inicia un nuevo curso político, el último que culminará con las elecciones municipales, por tanto unos partidos y otros pronto encenderán sus ventiladores y empezarán a repartir la basura de sus corruptelas por todos los rincones del país; entre puya y puya unos alabarán los logros conseguidos y el esperanzador futuro que se vislumbra mientras otros, echarán por tierra las medias verdades y solo incidirán en lo no conseguido, lo no cumplido, lo no adecuado a sus selectos intelectos.

Una nueva estirpe de aspirantes empezarán a darse codazos para poder alcanzar un puesto en las nuevas listas electorales, que su nombre figure en las papeletas puede arreglarles el futuro y en algunos casos también el de sus familias así pues, la lucha se promete encarnizada, sin cuartel; mientras tanto el ciudadano de a pie acudirá de nuevo a las urnas llegado el momento, a sabiendas de que con total seguridad volverá a ser defraudado por sus elegidos, es el juego político que hace suyo el famoso refrán “prometer hasta meter, luego de metido nada de  lo prometido” pero ya se sabe que la condición humana tiene un ramalazo de masoquismo y propensa al sufrimiento gratuito.

Ocho meses nos quedan por delante de promesas y buenas intenciones, de reproches y denuncias, de acusaciones y mea culpas, nuevos escándalos se destaparán pues el periodo que se abre es propenso a ello y mientras tanto los casos abiertos continuarán con su duerme velas particular, eternizándose en el tiempo y dando juego a la vida para ir descontando jornadas a unas existencias poco ejemplares.

jueves, 16 de octubre de 2014

EL SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO

El celular emitió dos pitidos y su pantalla se iluminó mostrando un nuevo mensaje en la bandeja de entrada, él dormía y a duras penas tanteó con su mano sobre la mesita de noche buscando la fuente del sonido. Era un whatsap de ella confirmándole que podían pasar el día juntos; él había esperado esa llamada durante toda la semana y ahora tras leer el escueto mensaje, no daba crédito a su suerte. Aquellas cuatro palabras “llegaré a las once” le habían alegrado la mañana.

Aun faltaban dos horas para su encuentro así que siguió tendido boca arriba con el celular entre las manos, ya no podía dormir, la imagen de su amiga llenaba todo el campo visual dentro de su cabeza; aún con los ojos cerrados la veía tan cerca que podía tocarla con tan solo estirar los brazos, aquel encuentro era largamente esperado y en tan solo dos horas la tendría allí, a su lado.

Al inicio del verano no podía imaginar en pasar un día juntos, se resignaba a sus largas ausencias limitándose a su recuerdo. Normalmente nunca tenía noticias suyas de ahí la sorpresa de su mensaje. Es verdad que antes del verano le había dicho que le llamaría pero también lo había dicho otras veces y nunca ocurrió. Debía prepararse para un gran día en el que todo tendría que ser perfecto.

Ella apareció radiante un poco pasadas las once, enfundada en sus jeans y con una camiseta blanca parecía flotar sobre el suelo cuando se dirigió hacia él; su rubio cabello estaba anudado en una larga coleta que se balanceaba con un rítmico movimiento acariciando su espalda, de su hombro colgaba un bolso de mimbre en el que asomaba una toalla de color verde esmeralda haciendo juego con sus ojos, era una diosa en movimiento y venía dispuesta a pasar el día con él. Al verse se sonrieron, enlazándose en un abrazo de complicidad que incluía beso de bienvenida y miradas de escrutinio.

Aquella mañana fueron a una pequeña cala de fondos pedregosos y aguas transparentes como el cristal, estaba a las afueras del pueblo y era poco concurrida por su difícil acceso; él sabía que le iba a gustar y estaba loco por verla en biquini y ver sus evoluciones bajo el agua, le constaba que era buena nadadora. Cuando llegaron al diminuto enclave este estaba desierto cosa que agradecieron, el agua apenas levantaba espuma en la orilla y todo allí respiraba naturaleza; extendieron las toallas y ella sacó de su cesto un tubo de crema protectora, en un visto y no visto se había quitado la ropa y se untaba la crema por todo su cuerpo, “quien fuera crema” pensó él. No perdía detalle de aquel cuerpo tan próximo y tan bien proporcionado, sus pliegues, sus contornos y las zonas que ocultaban el pequeño biquini encendían sus pasiones, ella lo pilló mirándola y sonrió pícaramente, le lanzó el tubo de crema invitándolo a protegerse.

Sin pensárselo mucho se metieron en el agua salpicándose el uno al otro entre risas y gritos, cuando la profundidad del agua alcanzaba ya cierto nivel desaparecieron bajo su superficie y ambos se adentraron por los nítidos fondos marinos de aquella cala desierta. Jugaron a pillarse, a ver quien tocaba el fondo antes de los dos, se detenían en misteriosas oquedades que exploraban con curiosidad, se cogían y se soltaban con gestos que iban más allá de la simple amistad hasta que se unieron en un abrazo submarino en el que sus pieles de adaptaron la una a la otra.


Sus labios estaban a punto de fundirse en un solo beso cuando un ruido brusco, violento, acompañado de un aroma fétido y nauseabundo le hizo abrir los ojos, estaba tumbado en la cama de una habitación en sombras que pronto reconoció como suya; aquel inoportuno pedo matutino lo había sacado de su ensoñación de la forma más incómoda, la imagen de su amiga en la playa a punto de ser besada se esfumó en un abrir y cerrar de ojos, y él quedo mirando al techo con una sensación agridulce en la cabeza. Pronto aquel sueño vivido con tanta intensidad se volvió borroso y tan solo la imagen de su rostro quedó anclada en sus neuronas, la playa, el mar y su cuerpo semidesnudo, desaparecieron de un plumazo y él siguió mirando un techo en penumbra que ya empezaba a clarear. Tras retozar un buen rato recreándose en el recuerdo de su amiga, al final se hizo el ánimo y se incorporó para ir al baño, no más de tres pasos, una vez allí y después  de una larga meada, se sacudió convenientemente aquel trozo de carne babeante y se volvió a la cama para seguir durmiendo y quizás,  volver a atrapar el sueño de aquella noche de verano.

martes, 7 de octubre de 2014

LOS LOOKS DE LENKA

Como cada año el Pistacho nos traía caras nuevas, entre ellas predominaban las chicas del este de Europa, quizás en ello tenía mucho que ver Irena, la mujer de Javi el dueño, de origen lituano ella debía ser quien llevara a cabo los casting para seleccionar al personal. La verdad es que formaban un buen equipo, solían estar los de siempre más un plus que eran la novedad de cada temporada; este año Lenka formaba parte de este segundo grupo.

Lenka era de la República Checa, no me preguntéis como estas chicas acaban recalando en este pequeño pueblo costero pues año tras año también me hago esa pregunta; su turno empezaba a media tarde y se prolongaba hasta bien entrada la madrugada, en el Pistacho se echaban horas para aburrir pero había que aprovechar pues la temporada de verano cada año era más corta. Tenía a su cargo el ala norte de la terraza y en plena faena, allí no había un momento de respiro pero ella se desenvolvía bien.

Si algo caracterizaba a esta mujer era su simpatía y su eterna sonrisa, era amable y atenta a rabiar, todos los que iban a su sector estaban encantados con ella pues desprendía una familiaridad que era de agradecer. Cuando todos estaban servidos, ella se situaba en un punto estratégico del local barriendo las mesas con la mirada pendiente de cualquier solicitud, Lenka era eficaz y se le notaba, sabía estar donde se la necesitaba en el momento oportuno.

Mi amiga María que siempre recalaba por las mesas a su cargo, era una incondicional de Lenka y hablaba maravillas de ella en cuanto a sus dotes de sociabilidad y atención, su marido Fernando era de la misma opinión y siempre la dejaban en buen lugar. Nosotros no tuvimos muchas ocasiones de recibir sus atenciones pues casi siempre nos poníamos en el corner o en el ala sur, atendidos ambos por otros compañeros, pero siempre era un placer verla transitar entre las mesas.

Lenka tenía un look atractivo, siempre con los cabellos anudados en una coleta y sus ojos correctamente maquillados, eran unos bonitos ojos; la conocimos con el pelo rojizo a juego con el pequeño delantal que lucía todo el personal, sus andares le conferían un movimiento a la coleta que hacía adivinar una bonita cabellera prisionera de una opresora cinta, se la identificaba al instante. Una tarde nos sorprendió, su color de pelo había cambiado abandonando el rojo fuego con el que nos tenía acostumbrados, a partir de ahora la veríamos de morena, un moreno azabache que le quedaba genial; al llamarle la atención sobre su cambio me confesó que desde los doce años cambiaba su look cada seis meses, me hizo gracia esa manía y eché de menos no haber visto algún otro de sus formatos.


Con el declive del verano aquellas chicas venidas del este fueron desapareciendo del Pistacho al igual que lo hicieron los clientes, el pueblo costero fue quedando vacío mientras la bahía impasible fue adentrándose en un nuevo otoño. La próxima temporada estaba por venir y con ella llegarían rostros nuevos de fuera de nuestras fronteras pues esa era la tónica de la emblemática heladería, nosotros mientras tanto nos perderíamos entre los vericuetos de la ciudad en actividades anodinas y anhelos imposibles, la playa quedaría lejos durante muchos meses a la espera de nuestro regreso.