sábado, 26 de diciembre de 2015

LIQUIDACIÓN TOTAL

Poco a poco las persianas fueron bajando buscando su cerrojo a ras del suelo, como cada atardecer la jornada laboral tocaba a su fin y era hora de retirarse a casa. La calle empezaba a quedarse desierta al tiempo que el tráfico rodado disminuía su caudal, hacía frío y este era un motivo más para retirarse al calor de los hogares; llevaba una semana haciendo un tiempo de perros y eso era más de a lo que estaban acostumbrados.

Los tiempos eran difíciles, lo venían siendo desde hacía unos años pero los últimos meses estaban siendo críticos, el paciente no salía de la uci; con un mal tratamiento durante años, los médicos responsables del mismo habían demostrado su total incompetencia resultado de la cual el enfermo estaba a punto de adquirir la categoría de cadáver, este ante la ausencia de una inyección que lo reviviera, estaba dando sus últimos coletazos y pronto dejaría de respirar.


Muchos llevaban tiempo frotándose las manos a la espera del sepelio, era la crónica de una muerte anunciada durante meses y todos mandarían sus hipócritas flores cuando esta llegara simulando un falso sentimiento por la pérdida. Una vez desapareciera, parte del pastel quedaría libre, iniciándose una feroz lucha de tiburones por ver quien se quedaba con sus despojos no obstante, quizás otros jugadores entraran en escena, gentes desconocidas venidas de otros lugares dispuestas a plantar batalla y eso nadie lo esperaba.

Aquella tarde la persiana bajó para no volver a levantarse, para el mundo aquella tarde era una más pero el enfermo en su intimidad, daba las últimas bocanadas de aire aunque tan solo los más cercanos fueran testigos de ello. El sol volvería a salir en días venideros y el ritmo de aquel barrio en el que vivió seguiría su compás, pero él ya no estaría allí para verlo, ya no formaría parte de aquella comunidad a la que perteneció durante décadas.


Tras el funeral la vida continuaría para aquel grupo pero ya nada sería igual, los lazos que durante tanto tiempo los mantuvo unidos habrían desaparecido y con ellos cualquier tipo de relación, cada uno seguiría su camino intentando sobrevivir a los acontecimientos, no iba a ser fácil pero había que intentarlo, mientras tanto la espada de Damocles pendería sobre sus cabezas durante el resto de sus vidas salvo que algo imprevisto ocurriera.

Venían malos tiempos, la incertidumbre daría paso al descubrimiento de la verdadera valía en las relaciones interpersonales, en esos momentos venideros se sabría con quien se contaba y las falsas compañías quedarían desenmascaradas; todo estaba por llegar, la parte más dura de aquella enfermedad no tardaría en manifestarse pues aun con el enfermo ya muerto, los daños colaterales irían apareciendo uno tras otro poniendo a prueba la resistencia de aquellos que quedaron en primera línea de fuego.

Las escasas posesiones que dejara el finado serían pasto de los liquidadores que sin ningún escrúpulo ni sentimiento, arrasarían el lugar con todo lo que tuviera dentro. Pronto no quedaría huella del paso de aquellas gentes por la vida, todo lo que consiguieron desaparecería cayendo en manos ajenas de dudosa valía; una vez despojados de lo que fue su vida durante décadas, los restos del grupo tendrían que empezar de cero en lugar distinto, extraño para casi todos, con la incertidumbre del futuro que se abría ante ellos.


Lo que una mano consiguió la otra dejó que se escapara y dando por hecho que la vida es un continuo inicio y declinar, cada momento del ciclo entraña una visión distinta del momento vivido; las luces del otoño se irían apagando dando paso a un frío y oscuro invierno en el cual todo concluiría ¿o tal vez no? La sangría estaba prolongándose más de lo que nadie esperaba así pues ya no querían ponerse plazos, tan solo se luchaba cada jornada con la adversidad del momento utilizando todas las armas disponibles las cuales cada vez eran menos.


Las persianas bajaron por última vez y como un telón sobre el escenario, la última función quedaría atrapada tras ellas, las historias de muchas vidas seguirían flotando en los espacios ya vacíos de calor humano, las risas y celebraciones de otros tiempos resonarían por pasillos y trastiendas como testigos de la tragicomedia en la que se había convertido el devenir de aquel grupo antaño bien avenido. La hoguera de la vida acabaría con todo lo allí vivido y sus cenizas serían barridas por el viento de los acontecimientos, los cuales en poco tiempo darían buena cuenta de su paso por aquel lugar condenándolo al olvido ¿o quizás no?

sábado, 19 de diciembre de 2015

UN PUNTO DE ARRANQUE

Llevaba años pasando por aquella calle, el lugar le era de sobra conocido pero nunca pensó en él como lo hacía en los últimos meses. El local reunía todo lo que andaba buscando hacía tiempo pero estaba fuera de sus posibilidades aun así, elucubraba con lo que haría si llegaba el día en el que pudiera hacerse con él, sería su punto de arranque tras unos años nefastos en los que estuvo a punto de sucumbir.

La calle céntrica, era una de las avenidas clásicas de la ciudad, no había un excesivo tráfico rodado y el ambiente comercial reinaba en sus dos aceras antes de desembocar en una de las plazas emblemáticas del casco antiguo, origen o destino de muchas marchas ciudadanas a lo largo de los años; su iglesia perteneciente al antiguo convento de los frailes ermitaños de San Agustín (s. XIII) era testigo de la historia de la ciudad, víctima de los desmanes de la guerra civil a punto estuvo de ser derribada pero en la actualidad se había convertido en bastión de la ronda interior de aquella ciudad centenaria junto a las dos puertas amuralladas de Quart y de Serranos.


Aquella arteria que unía el mercado Central con la emblemática plaza iba a ser su campo de actuación a poco que la suerte le hiciera un guiño en los próximos meses; todo estaba planificado en su cabeza pues llevaba tiempo dándole vueltas a la idea mientras veía como se desmoronaba lo que había sido su vida hasta ese momento. Sabía dónde quería estar, sabía lo que quería hacer y sabía cómo y con quien hacerlo, así pues solo tenía que conseguir aquel local y la maquinaria se pondría en marcha una vez más pero esta vez sin compañeros de viaje indeseados, sin lastres impuestos y mal gestionados, sin añadidos de dudosa valía no implicados en el proyecto.

Aquel local y el negocio que gestionaría debería convertirse en referente y modelo dentro del sector, amenaza por su potencial para la competencia, punto de encuentro para los colectivos implicados que hallarían en él las soluciones a sus diferentes necesidades, colaborador con el mundo académico y universitario aportando sus medios e instalaciones en pro de una mejor preparación profesional. Aquel centro lo devolvería a la primera línea de batalla, al punto donde las balas silban y solo aquel que es capaz de evitarlas sobrevive.


Con casi dos mil metros cuadrados entre planta y sótano, el espacio tenía infinitas posibilidades de negocio, los más de 40 metros de escaparates permitirían dar una imagen inigualable mostrando diferentes escenas temáticas del material expuesto; todo estaba escenificado dentro de su cabeza, cada rincón, cada punto de luz, cada detalle… Girando todo alrededor de una gran fuente, el murmullo del agua lo devolvería a tiempos pasados de su niñez donde disfrutó de espacios naturales en un pequeño pueblo de la serranía valenciana, entre aquellas peñas junto al río Turia germinó la semilla de lo que ahora debía ser la esencia de aquel gran centro en ciernes.

La luz natural debía tener un gran protagonismo en aquel espacio, estaba demostrado que esta tenía un efecto positivo en el estado de ánimo de quienes trabajaban en ese ambiente, los amplios escaparates aportarían una buena ración de claridad natural. Los colores vivos y llamativos también deberían tener un papel importante en el centro dominando los espacios importantes, nada sería dejado al azar y cada detalle tendría su porqué.


Y mientras unos y otros hacían cábalas pensando en que parte del pastel perdido iban a conseguir, el león dormido seguiría preparando su estrategia a la espera del día señalado, cuando todos lo dieran por muerto y enterrado resurgiría con más fuerza arrasando un campo confiado, más preocupado en sus luchas internas que en su defensa exterior. La campaña de difusión estaba preparada, la presentación a los medios lista a falta de los últimos retoques, todo hilvanado formando un puzzle que llevaba meses acoplándose en su cabeza esperando el pistoletazo de salida y con él ya no habría vuelta atrás.

sábado, 12 de diciembre de 2015

MOMENTOS DE INTROSPECCIÓN, MOMENTOS DE SOLEDAD

La triste monotonía puede verse sacudida de repente y sin previo aviso en cualquier momento de nuestra precaria existencia, la dramática sombra del averno se cierne sobre nuestras cabezas a diario sin que seamos conscientes de ello, nunca estaremos preparados para recibir ciertos acontecimientos con la suficiente fortaleza para no ver alterado nuestro ánimo, nuestro ritmo vital. Siempre con un pie al borde del precipicio y esperando que ocurra lo inevitable, sin fuerzas ni decisión para afrontar un futuro ya no muy lejano y sin embargo necesitado de adoptar medidas de ajuste para el resto de mis días; solo en un mundo de brumas soportando un día si y otro también las miserias orgánicas impuestas por un azar ganado a pulso hace muchos años en una curva traicionera.

Los minutos pasan lentamente cuando la espera de noticias ocupa tú tiempo como única compañera, fugaces imágenes cruzan por la mente a velocidades de vértigo buscando un destino casi siempre inalcanzable; cada sonido, timbre o zumbido crean un sobresalto e incrementan la angustia de esa espera burlona y desafiante que a modo de férrea coraza, oprime todo tú cuerpo haciéndote difícil el poder respirar. La incertidumbre es una mala aliada de viaje, siempre traicionera te lleva por senderos tortuosos de final incierto donde lo no querido puede hacerse realidad, agazapado en cualquier recodo de nuestro recorrido por la vida.


Salve vida plena, te saludo y me inclino por existir pero ¿quien puede decir que la ha tenido? ¿Cómo reconocerla entre tantas vidas miserables? Aun así no debemos quejarnos de lo que tenemos, y más viendo lo que hay a nuestro alrededor, y mucho más si levantamos la vista y contemplamos más allá de nuestras fronteras; los momentos felices son estrellas fugaces que duran lo que ocupa un parpadeo y la mayoría de las veces somos incapaces de reconocerlos esclavizados por multitud de ficticias necesidades que hemos creado absurdamente a nuestro alrededor, con el único fin de alcanzar una inconsciente infelicidad.

Las necesidades insatisfechas así como la incapacidad para autosatisfacerlas, suponen una pesada losa que supera toda posibilidad de independencia por mediocre que esta fuere; ir a remolque de los acontecimientos día tras día supera cualquier intento por mantener la compostura y así, de este modo y manera, la sombra de la frustración se va instaurando en cada instante, en cada gesto, en cada idea y expectativa. Las hojas muertas son barridas por el viento dejando espacio para nuevas oleadas de podredumbre estacional y así, son muchos los que quedan en el camino esperando un nuevo verano o las próximas fiestas navideñas.

Miras por la ventana y ves el trascurrir de la vida, la vida de otros pues tú eres quien mira, los ves agitados, con prisas, ajenos a lo que les rodea y tú contemplas el cuadro de esas vidas anónimas moviéndose bajo tus pies; cada ser de ese cuadro es un mundo y en su mundo vive, sufre y ríe mientras tú, ajeno a su existencia tan solo lo contemplas por unos instantes. El tráfico fluye con sus ruidos mecánicos, las gentes entran y salen de los comercios mientras tú, testigo mudo de esas vidas, vives la tuya propia al tiempo que los observas; esperas un cambio, un acontecimiento o hecho que de un vuelco a tú existencia pero este no llega y sigues contemplando la vida desde la ventana.


Y llega el día en el que ya no esperas nada, todo lo que tenía que pasar ya ha pasado y lo que queda por delante carece de interés, estás pero como si ya no estuvieras pues tú tiempo ha pasado y todo en él quedó atrás; pasas de contemplar esperando a contemplar sin hacerlo pues todo está ya visto. Las gentes siguen ahí con sus vidas pero tú miras sin ver, tan solo estás ahí sin más pues tú tiempo ha acabado y con él tú vida.

sábado, 5 de diciembre de 2015

SILUETA VIRTUAL

Siempre la había visto vestida pero en más de una ocasión fantaseó con su piel desnuda, su acto de amor virtual estaba grabado en lo más hondo de su cabeza y no podía evitar aquellos retazos de ficción calientes y húmedos. La ropa que acostumbraba a llevar, unos jeans ajustados y camisetas ceñidas, dejaban mucho margen a la imaginación, nunca la había visto con vestidos o faldas pero estaba seguro de que aquellas prendas también le sentarían de maravilla.

Solía llevar el pelo suelto, nunca lo había dicho pero estaba convencido de que no le gustaban sus orejas por lo cual procuraba ocultarlas con su larga melena, para trabajar lo recogía en una coleta o lo sujetaba con una pinza formando un discreto moño; cada mañana llegaba enfundada en su plumífero  si hacía frío o portando pintorescas camisetas cuando el clima era más benévolo, siempre seguía el mismo ritual tras desprenderse de parte de su indumentaria, se recogía el pelo y cambiaba su calzado por unas cómodas zapatillas, luego se ponía un delantal disponiéndose a iniciar sus tareas domésticas.

Aquella mañana la oyó girar la llave en la puerta de entrada, con pasos silenciosos como de costumbre, entró en el salón y de ahí pasó a la cocina donde inició su ritual diario; él desde la cama intuía sus movimientos tantas veces vistos en otras ocasiones, ella era meticulosa y disciplinada en sus quehaceres. Ese día estrenaba unos pantalones que se ceñían a sus piernas como un guante resaltando sus contornos delgados pero bien proporcionados, daba gusto verla moverse de aquí para allá exhibiendo unos encantos que ella parecía ignorar tener.


Él deseaba que ella se asomara por su habitación, ver sus contornos desde la cama y elucubrar con aquel cuerpo esbelto y flexible que no podía apartar de su cabeza; le gustaba hablar con ella y saber de sus cosas, mirarla mientras le contaba cosas, bromear rozando la frontera del decoro jugando con medias palabras e inocentes insinuaciones. Aquella mujer era un campo sembrado a la imaginación que tan solo había que dejar florecer.

Su silueta virtual era un canto a la armonía, verla sin sentirse vista le hacía descubrir la delicadeza de sus contornos, la sutileza de sus pliegues, los recovecos de su cuerpo exquisito y grácil. Con la llegada del buen tiempo se superaba, se reinventaba con los leggins más insinuantes y atrevidos, esos que en otros cuerpos  convertirían a estos en simple carne envasada al vacío con aspecto vulgar y tosco. En ella quedaban como un guante resaltando sus encantos de mujer, en ella potenciaban unas curvas perfectas elevándola a la categoría de diosa.

Un  día más llegaba a su hora pero aquel día estaba distinta, ella parecía no darse cuenta o quizás sí y lo disimulaba; los colores calientes de su indumentaria la acercaban a la naturaleza, aquellos tonos verduzcos y amarronados la mimetizaban con un entorno velado  que despertaba a una nueva jornada. Aquellos pantalones eran la mínima expresión en cuanto a holgura, de hecho podían pasar desapercibidos a poco que su color fuera más dérmico pudiendo imaginarla sin ellos.

Ella se exhibía de manera inconsciente a medida que deambulaba por la casa, cada uno de sus movimientos era una fuente de inspiración origen de imágenes prohibidas; silenciosa y sensual había que saber intuirla y él se la sabía de memoria, subida a una escalera o acachada bajo una mesa todas sus formas eran dignas de ser inmortalizadas. El pintor de estudio hallaría en ella una buena fuente de inspiración y de su mano el pincel volaría trazando contornos, captando esencias, descubriendo expresiones sobre un lienzo que poco a poco iría llenándose de ella.

Su silueta virtual traspasaba las dimensiones en las que él vivía y alcanzarla se había convertido en su anhelo, su quimera, su imposible. A medida que el tiempo pasaba su huella se hacía más imperecedera y con ella había aprendido a convivir; tan lejos y tan cerca ella viviría en su vida paralela, esa parcela secreta e íntima en la que se movía sin limitaciones, sin compromisos, sin ataduras de ningún tipo.


Con cada amanecer él esperaría su llegada silenciosa e íntima, la vería despojarse de su indumentaria y mostrarse como realmente era o quizás tan solo como él deseaba verla, como la había imaginado desde siempre, próxima, delicada y deseable.