domingo, 27 de abril de 2014

LOS DESVELOS DE TRUFO

Turbado por su turbante turquesa, Trufo meditaba sobre el diván de su alcoba en un estado alicaído y triste, su amada lo había abandonado; Sherezade era una preciosa cíngara de hermosos ojos color de miel cuyas curvas hacían perder la razón al más sensato de los mortales. De modales refinados y gestos delicados, aquella criatura sabía moverse con encanto y sus danzas sugerentes conseguían hipnotizar a las mentes más despiertas.

Trufo sufría el desamor con lágrimas amargas, su abandono no encontraba consuelo y su vida carecía ya de sentido, Sherezade era su luz y esta se había apagado sometiendo su alma a las brumas del averno. Aquel mal de amor había enraizado con furia en lo más profundo de su ser y le estaba carcomiendo el alma, ya no era el Trufo que todos conocían y con el que pasaban buenos ratos, se había vuelto taciturno y malcarado, irascible y descuidado en su aspecto corporal, siempre con los nervios a flor de piel y la mirada perdida.

Por su parte Sherezade había agudizado sus encantos desde la separación, había encontrado el aire que le faltaba junto a Trufo y eso se notaba en la expresión de su rostro, su piel de porcelana despedía un aroma exquisito haciéndola difícil de olvidar, su sola presencia llenaba el espacio y no hacía falta más. Ella ejercía su embrujo y consciente de su poder, jugaba con las almas atormentadas que caían a sus pies buscando su amor y sus atenciones.

Trufo veía írsele la vida estando lejos de su amada, no soportaba aquel distanciamiento que le estaba pasando una factura psicosmática difícil de superar; ni en sus peores pesadillas llegó a pasarlo tan mal pero había tomado una decisión, no podía seguir así. Trufo se echaría a la mala vida para olvidar a Sherezade.

Bebía más de lo habitual por lo cual un estado de achispamiento crónico empezó a ser la norma en cada una de sus jornadas, en ese estado continuo de vapores alcohólicos su carácter cambió, se hizo huraño, impertinente y maleducado, sus groserías se convirtieron en hábito y no le importaba donde ni a quien iban dirigidas; la gente empezó a hacerle el vacío, no era cómodo estar con Trufo por tanto siempre que se podía se evitaba su compañía.

Siempre mal afeitado y con el pelo enmarañado, Trufo era la viva imagen del abandono, la desidia se había apoderado de aquel irreconocible doncel, nada hacía recordar al en otros tiempos hombre de trato exquisito y labia generosa, era un Trufo venido a menos por culpa de un amor truncado. Hay el amor, igual te da la vida que te la quita y esto último es lo que le estaba pasando al pobre Trufo que con cada nueva jornada perdía un poco más de lo que fue, de lo que lo encumbró, de lo que todos querían.

Una mañana amaneció convenido de que la vida no tenía sentido separado de su querida Sherezade y turbias intenciones rondaron por su cabeza, Trufo muy de novelas románticas y películas de amor fácil no asimilaba lo que le estaba sucediendo, le faltaba el aire y no encontraba motivos para seguir viviendo, decidió acabar con todo.

Víctima del momento que vivía, no veía más allá de su desamor, una opresión lacerante lastraba su pecho como una losa y por momentos sentía que su tórax iba a estallar; malcomía y la delgadez se dejaba notar en su cuerpo cuyo porte era tan solo una sombra de lo que fue. El esplendor de tiempos pasados era tan solo un recuerdo y ahora Trufo vivía su declive particular.

Llegó el día, no aguantaba más. En silencio y sin afeitar entró en la ducha dispuesto a darse las últimas aguas, minutos más tarde se preparaba el desayuno al tiempo que leía las últimas noticias en internet, ese día él sería noticia. Tras recoger la mesa y dejar la escasa vajilla utilizada en el fregadero procedió a vestirse con sus mejores galas, salió de la habitación en dirección a la sala de estar y tras abrir la puerta corrediza salió al  balcón y se lanzó al vacío.


Sherezade amaneció entre los brazos de un moreno musculoso tras toda la noche yaciendo juntos, tenía el sexo irritado y la mente adormecida pero se sentía bien en esa nueva etapa de su vida, Trufo quedó atrás y aunque la ruptura fue traumática le deseaba lo mejor, seguro que pronto la olvidaría.

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