Sentados en el vagón del tren
de la vida subimos y bajamos por las etapas de nuestra existencia, por momentos
el recorrido se vuelve vertiginoso haciendo saltar nuestras alarmas, en otros
la placidez del trayecto invita a dormirnos y desconectar; cada tramo tiene sus
sobresaltos y sus recompensas, sus éxitos y sus fracasos, sus retos y sus
imposibles pero siempre deberemos pagar un peaje, a veces alto, por el viaje
realizado.
En estas andaba María la
“álgias” traqueteando de su pueblo a la capital como hacía cada final de mes,
le costaba ímprobos esfuerzos abandonar su villorrio pero la visita mensual al
doctor era parte de sus rutinas. María era muy de tener dolores y otros
achaques de salud ya desde jovencita, de ahí el mote que acompañaba su nombre
desde siempre, era sufrida pero sabía escuchar a su cuerpo y este se revelaba
con frecuencia motivo por lo que era asidua a los servicios de sanidad.
Últimamente había empezado a
molestarle una cadera, notaba un “hay” cuando la flexionaba pero sobre todo el muslo se le entumecía al
torcer el pie para dentro, las noches en su vieja cama eran un tormento que no
la dejaban dormir, a duras penas conseguía reposar unas horas, levantándose
casi a diario en busca de posturas más cómodas con las primeras horas de la madrugada;
la “algias” sufría en silencio su artrosis de cadera y su rostro manifestaba
toda la tortura que atormentaba aquel cuerpo.
De morro torcido, no
destacaba en ella simpatía alguna, quizás una virginidad por estrenar ya caduca,
había marcado su carácter taciturno y esquivo pues María era de poco conversar;
huraña y de poca higiene despedía un tufillo pestilente a poco que te
acercaras, era de aromas corporales fuertes e inolvidables, sabía hacerse
notar.
Ahora María busca pareja, a
ser posible de capital pues quiere salir del pueblo, promete someterse a una
sesión depilatoria que desbroce su epidermis de malos vellos, pondrá remedio a
su halitosis cambiando sus hábitos alimenticios (dejará el ajo y la cebolla),
renovará su vestuario abandonando las prendas íntimas de lana gorda y atenderá
su imagen exterior; así mismo promete modificar su corte de pelo y atender su
cutis hirsuto con cremas exfoliantes y aromáticas. María quiere convertirse en
una princesa para ti ¿quieres tú ser su príncipe? ¡¡¡LLÁMALA!!! y descubre sus encantos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario