sábado, 12 de diciembre de 2015

MOMENTOS DE INTROSPECCIÓN, MOMENTOS DE SOLEDAD

La triste monotonía puede verse sacudida de repente y sin previo aviso en cualquier momento de nuestra precaria existencia, la dramática sombra del averno se cierne sobre nuestras cabezas a diario sin que seamos conscientes de ello, nunca estaremos preparados para recibir ciertos acontecimientos con la suficiente fortaleza para no ver alterado nuestro ánimo, nuestro ritmo vital. Siempre con un pie al borde del precipicio y esperando que ocurra lo inevitable, sin fuerzas ni decisión para afrontar un futuro ya no muy lejano y sin embargo necesitado de adoptar medidas de ajuste para el resto de mis días; solo en un mundo de brumas soportando un día si y otro también las miserias orgánicas impuestas por un azar ganado a pulso hace muchos años en una curva traicionera.

Los minutos pasan lentamente cuando la espera de noticias ocupa tú tiempo como única compañera, fugaces imágenes cruzan por la mente a velocidades de vértigo buscando un destino casi siempre inalcanzable; cada sonido, timbre o zumbido crean un sobresalto e incrementan la angustia de esa espera burlona y desafiante que a modo de férrea coraza, oprime todo tú cuerpo haciéndote difícil el poder respirar. La incertidumbre es una mala aliada de viaje, siempre traicionera te lleva por senderos tortuosos de final incierto donde lo no querido puede hacerse realidad, agazapado en cualquier recodo de nuestro recorrido por la vida.


Salve vida plena, te saludo y me inclino por existir pero ¿quien puede decir que la ha tenido? ¿Cómo reconocerla entre tantas vidas miserables? Aun así no debemos quejarnos de lo que tenemos, y más viendo lo que hay a nuestro alrededor, y mucho más si levantamos la vista y contemplamos más allá de nuestras fronteras; los momentos felices son estrellas fugaces que duran lo que ocupa un parpadeo y la mayoría de las veces somos incapaces de reconocerlos esclavizados por multitud de ficticias necesidades que hemos creado absurdamente a nuestro alrededor, con el único fin de alcanzar una inconsciente infelicidad.

Las necesidades insatisfechas así como la incapacidad para autosatisfacerlas, suponen una pesada losa que supera toda posibilidad de independencia por mediocre que esta fuere; ir a remolque de los acontecimientos día tras día supera cualquier intento por mantener la compostura y así, de este modo y manera, la sombra de la frustración se va instaurando en cada instante, en cada gesto, en cada idea y expectativa. Las hojas muertas son barridas por el viento dejando espacio para nuevas oleadas de podredumbre estacional y así, son muchos los que quedan en el camino esperando un nuevo verano o las próximas fiestas navideñas.

Miras por la ventana y ves el trascurrir de la vida, la vida de otros pues tú eres quien mira, los ves agitados, con prisas, ajenos a lo que les rodea y tú contemplas el cuadro de esas vidas anónimas moviéndose bajo tus pies; cada ser de ese cuadro es un mundo y en su mundo vive, sufre y ríe mientras tú, ajeno a su existencia tan solo lo contemplas por unos instantes. El tráfico fluye con sus ruidos mecánicos, las gentes entran y salen de los comercios mientras tú, testigo mudo de esas vidas, vives la tuya propia al tiempo que los observas; esperas un cambio, un acontecimiento o hecho que de un vuelco a tú existencia pero este no llega y sigues contemplando la vida desde la ventana.


Y llega el día en el que ya no esperas nada, todo lo que tenía que pasar ya ha pasado y lo que queda por delante carece de interés, estás pero como si ya no estuvieras pues tú tiempo ha pasado y todo en él quedó atrás; pasas de contemplar esperando a contemplar sin hacerlo pues todo está ya visto. Las gentes siguen ahí con sus vidas pero tú miras sin ver, tan solo estás ahí sin más pues tú tiempo ha acabado y con él tú vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario