sábado, 17 de septiembre de 2016

EL PASO POR LA VIDA

Un buen día, en un lugar cualquiera, alguien escupe la semilla que ha ido gestando durante nueve largos meses; en ese momento entre llantos, sangre y otros fluidos corporales un nuevo ser ve la luz en este planeta llamado Tierra, probablemente el lugar en el que lo haga marcará su existencia. El moreno cabezón de brazos enclenques y vientre hinchado tendrá los días contados, en cambio el rubio de ojos claros mofletudo y regordete como un querubín de los que pintaba Murillo tendrá una vida plácida… o no.

La vida es una lotería en la que todos jugamos pero pocos obtenemos premio, del bombo de la fortuna muchos ya salen malogrados, nadie es igual y a la vez nadie es distinto pues por todos corre un caudal sanguíneo, a veces flojo y ahorchatado, que nutre cada célula del envase orgánico que nos ha tocado ocupar. Las formas de ese envase son muchas y muy variadas en aspecto, tamaño, color y proporciones por lo que a pesar de la similitud existen grandes diferencias las cuales en ocasiones también marcan la trayectoria vital del individuo.


Y ahora estamos en la playa en el declive de un nuevo verano, hace cuatro días como quien dice estaban llegando en masa las gentes ilusionadas ante la perspectiva de las ansiadas vacaciones, hoy con la cabeza cacha empacan sus enseres estivales y resignados ponen rumbo a sus ciudades de origen para iniciar un nuevo e incierto año laboral. Atrás quedan los baños de mar, los paseos por la playa, los helados en las terrazas, las siestas de tumbona, las verbenas y los aperitivos de bañador; la vida pasa y tan solo somos un eslabón de la cadena insignificante y prescindible el cual llegado el momento, es sustituido y olvidado.

Caminas por lugares hasta hace poco abarrotados de gente los cuales han quedado desiertos en un sinsentido difícil de explicar, la ciudad de los miles de turistas se convierte de un día para otro en una ciudad fantasma, solitaria y en silencio en la que apenas ves a unos pocos afortunados deambulando sin rumbo por el largo paseo marítimo. Las piscinas quedan en el olvido, la actividad playera deja de existir, el ocio desaparece y con él las luces y las músicas que han inundado el ambiente; todo se enquista y se prepara para hibernar durante largos meses durante los cuales la bahía seguirá respirando, regenerándose para una nueva etapa estival en la que como cada año, se verá invadida por miles de intrusos llegados de todas partes que mancillaran su manto de arena y sus aguas cristalinas.



Esos cuerpos blancos y aceitosos pasarán a pieles sonrosadas y más tarde a morenas con cientos de tonalidades, sus risas bobaliconas y desenfadadas se oirán en toda la bahía acompañando al grito de las gaviotas. Así pues algunos envases orgánicos, conocidos como cuerpos, tienen la suerte de poder disfrutar de unos días de asueto, unos junto al mar y otros en la montaña, pero todos ellos con el beneplácito de una naturaleza que les ha sido favorable y benévola al haberles permitido eclosionar en tierras civilizadas en la que su paso por la vida será cuanto menos ACEPTABLE.

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