Por fin llegó la fecha, poco a poco cada día ha ido quedando
menos para cumplir un sueño largamente esperado, soltar amarras e iniciar el
gran viaje que me lleve a los mares del sur; nuestro medio de transporte será
el OideMar, un motovelero mallorquín de algo más de diez metros de eslora
botado en un astillero de Pollença hace unos años; la pequeña embarcación ya ha
superado en el pasado varios temporales con nota pero el reto que ahora se le
presenta por delante, es toda una incógnita de resistencia marinera. La cabina
está dotada de todo lo necesario: un camarote en proa con dos literas, una más
en popa para el navegante en el lado de babor, un cuarto de aseo reducido pero
con todos los elementos necesarios, un salón cuya mesa abatible permite la
transformación de esta en una gran cama a estribor y el largo banco a babor que
ubica cocina, nevera, despensa y numerosos cajones, todo el habitáculo está
repleto de tambuchos y estantes donde llevamos los enseres que poco a poco han
ido llegando bordo. Este será nuestra
vivienda y refugio durante los próximos meses y en él conviviremos codo con
codo durante muchas jornadas.
Saldremos de Valencia y bordeando todo el sur de la
península, atravesaremos el estrecho de Gibraltar rumbo a las Canarias, donde
haremos una primera escala disfrutando de algunas de sus islas. Bien
aprovisionados y cargados de ilusión, daremos el salto al nuevo mundo cruzando
el Atlántico y buscando el canal de Panamá donde esperamos sorprendernos con la
majestuosidad de tal obra de ingeniería; una vez en el Pacífico nos recrearemos
un tiempo en Ciudad de Panamá visitando a un buen amigo, oriundo de aquellas
tierras pero que vive a caballo entre los dos lados del charco.
A partir de aquí el viaje que iniciaremos será toda una
aventura, con rumbo suroeste iremos derivando hasta encontrar la isla de Pascua
donde tenemos pensado quedarnos una temporada, allí intentaremos adentrarnos en
la cultura de aquellas gentes y aprender sobre los misteriosos moais;
una vez satisfecha nuestra curiosidad y dado que no nos marcamos plazos ni
horarios encorsetados, zarparemos rumbo a nuestro destino final, la gran Tahití
y sus islas satélites en las cuales
pensamos establecernos.
Cruzaremos el Pacífico con la mirada puesta en el horizonte a
la espera de ver aparecer ante nuestros ojos, la silueta inconfundible de
aquellas tierras volcánicas rodeadas por lagunas de aguas cristalinas, la exuberancia
de su vegetación contrasta con los azules de los mares sobre los que se
asientan y la población, siempre hospitalaria, recibe al visitante con una
sonrisa en los labios. Tahití y su capital Papeete, serán nuestra primera
escala en las islas; mucho hemos leído y visto a través de la red sobre esta
ciudad cosmopolita, puerta de entrada al paraíso polinésico, pero estamos
seguros de que lo que allí encontraremos, superará con creces todas nuestras
expectativas.
Ya estamos deseosos de atracar en sus muelles y darnos un
paseo por el Boulevard de la reina Pomaré, tomar una picada en cualquiera de
las típicas roulottes en La Costanera o relajarnos a la sombra de las
palmeras en el Parc Bougainville frente a la laguna; lo vemos con los ojos de
la imaginación y aún tenemos miles de millas de navegación por delante, todo un
reto que cumplir y que estamos a punto de iniciar. Todo puede cambiar una vez
allí pero nuestra intención es instalarnos en la vecina isla de Moorea y para ello
tenemos echado el ojo a un fondeadero en la bahía de Cook al norte de la isla,
aquella zona es tranquila a pesar de la proximidad de algunos resorts de lujo
con sus característicos bungalós overwater.
Una vez encontremos en tierra firme algo donde vivir, aquella
zona será nuestra base de operaciones durante los próximos años, desde allí
saldremos una y otra vez para recorrer los diferentes archipiélagos y allí
regresaremos cada vez en busca de descanso y avituallamiento. No hay nada como
ser dueño del tiempo, allí no habrá horarios laborales, ni fines de semana, ni
finales de mes, todo serán unas largas vacaciones en las que esperamos conectar
con la naturaleza y la cultura de aquellas tierras mientras otros en el viejo
mundo, seguiréis acudiendo a vuestros monótonos trabajos, dando clases en la
universidad y haciendo juegos malabares con el saldo de la tarjeta visa.
En nuestro diario de objetivos a cumplir están el conocer
todas y cada una de las islas del archipiélago de la Sociedad, recorriendo sus
enclaves arqueológicos y visitando los principales maraes, Bora Bora
considerada la perla del Pacífico está marcada en grande entre nuestros
destinos destacados pero también Huahine y las islas hermanas de Raiatea y
Taha’a; saltaremos al archipiélago de las Tuamotu y allí exploraremos los
grandes atolones de Rangiroa y Fakarava acercándonos al famoso Lagon Bleu donde
nos deleitaremos con sus famosos fondos marinos; las islas Marquesas también
ocuparán un tiempo importante en nuestro viaje, tan distintas y alejadas del
resto.
El viaje Valencia-Papeete incluidas las escalas técnicas y
estacionales, calculamos durará alrededor de un año, la permanencia en aquellas
tierras vendrá dada por el desarrollo de los acontecimientos pero se presume
será prolongada. Los satélites serán nuestra fuente de comunicación durante
muchas jornadas en las que perdidos en la inmensidad de los océanos, iremos
abriendo ruta cada vez más cerca del paraíso. Es nuestra intención crear un
blog en el que iremos relatando nuestras experiencias a lo largo del que
consideramos será el viaje de nuestras vidas, compartir nuestro día a día
enriquecerá esta experiencia extraordinaria; esperamos que os guste como
estamos seguros nos gustará a nosotros.
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