Todo rueda
cuesta abajo, nada consigue detenerla, cada vez va adquiriendo más velocidad y
la bola de la vida gana volumen en su carrera sin freno; la colina inclinada
favorece su despiadado descenso cuyo final parece incierto pero nada halagüeño.
Una vida desperdiciada que está a punto de irse por la boca de un arbellón sin
dejar rastro de su existencia, momentos anónimos vividos en soledad, forman los
eslabones de una cadena invisible a los ojos del mundo.
Todos los
acontecimientos vividos son succionados por las entrañas de la tierra a través
de esa boca insaciable, nada logra calmar su infinito apetito y formando una
espiral de muerte y mierda, las imágenes retenidas en nuestras memorias van
camino del averno donde serán cruelmente desintegradas. Intentas agarrarte al
tiempo pero este desaparece entre los dedos como las arenas del desierto, nada
dura, todo cambia y en ese cambio quien no se adapta sucumbe.
Locos
delirios llenan mi cabeza y en ellos veo la descomposición del cuerpo abatido
por los sinsabores de la vida, un ejército de larvas se cebarán con la carne
inerte y en un festín macabro desapareceré sin un atisbo de esperanza; las
gentes pasan mientras las cosas permanecen y en ese fluir continuo me pierdo en
el recuerdo lejano. Rostros conocidos desfilan ante mis pupilas, lugares
soñados abren sus puertas a mi paso y en ese viaje imaginario, los veo perderse
entre las brumas.
Las
estaciones van pasando y el tren no se detiene, desconozco mi destino final
pero el trayecto por el que voy es inquietante y perverso, nada espero y nada
dejo atrás pero la incertidumbre del viaje me oprime el alma y no me deja
respirar; quiero bajar pero una fuerza invisible me retiene en el vagón vacío
en el que se ha convertido mi vida. Oigo un silbato, el tren empieza a perder
velocidad, poco a poco las cosas empiezan a pasar más despacio fuera de las
ventanillas, entro en una estación oscura y solitaria, no consigo ver nada, el
tren se detiene y noto como la vida se me escapa, final de trayecto.
Estoy
muerto pero… algo se desliza a mí alrededor y amenaza con engullir mis restos.
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