sábado, 1 de junio de 2013

Un palacete en el recuerdo

Debieron transcurrir ocho largos años para que un atisbo de relación fructificara entre ambos jóvenes, aquella cálida noche a comienzos del verano fue el momento elegido por las hadas y la fiesta inaugural de aquel local de copas junto a la playa, el lugar donde se encontraron; Jako “cara cortada”, llamado así por la facilidad que tenía para cortarse cada vez que se afeitaba, no daba crédito a lo que estaba viviendo, su corazón palpitaba con fuerza mientras su mano acariciaba la de ella, aquellos diez dedos entrelazados en un íntimo abrazo, se buscaban mutuamente intentando fundirse en un mismo cuerpo.
La fiesta continuaba a su alrededor pero el tiempo se había detenido para ellos dos, él solo tenía ojos para ella, ella solo le sonreía a él, ambos no paraban de conversar entre risas y miradas cómplices; ambos abandonaron a los acompañantes con quienes habían acudido al local desentendiéndose de su compañía, estos últimos viendo lo que a todas luces era un encuentro especial, no les interrumpieron y siguieron con lo suyo, bailaban, bebían, reían, volvían a bailar, volvían a beber…
Jako quiso indagar en aquel cambio de aptitud hacia su persona pero no encontró en ella una explicación concreta así pues, tan solo se limitó a disfrutar del momento y siguió atento a cada uno de sus gestos y palabras, por momentos temía que todo aquello fuera un sueño y quería evitar a toda costa tener que despertar del mismo.
Mantuvieron unidas sus manos durante toda aquella exhibición del grupo de baile que con pasos imposibles, causaron la admiración del público asistente, una vez acabado el espectáculo la música siguió atronando por los altavoces repartidos por el local y la terraza, ellos se retiraron al interior y buscaron un rincón apartado donde poder seguir conversando, esa noche había barra libre así que Jako solicitó unas bebidas, ron Legendario con cola para él y gin tonic para ella; viéndolos allí sentados en animada charla nadie diría que era la primera vez que lo hacían pues más bien daban la impresión de tener una relación bien consolidada pero así son las cosas de la vida, siempre nos sorprenden y ocurren cuando menos las esperas.
La velada estaba concluyendo pero era pronto para separarse, los dos grupos de amigos decidieron acabar la noche juntos en la ciudad y con las primeras luces de un nuevo día, desayunar en cualquier bar antes de recogerse cada uno en sus respectivas casas; pocos minutos más tarde tres coches llenos de jóvenes alegres y algo cansados, entraban en la capital dispuestos a finalizar la fiesta iniciada unas horas antes. Un chocolate con churros a esas horas de la mañana les sentó de maravilla, ellos dos no dejaron de mirarse aún con la boca llena y en sus miradas una pregunta sin respuesta revoloteaba en el espacio que les separaba ¿por qué habremos perdido tanto tiempo?
Cuando se despidieron en el portal de su casa ella estaba un tanto abatida, saber que debían separarse la contrariaba en gran medida, él lo pensaría más tarde llegando a la conclusión de no saber qué había pasado aquella noche y no encontrando explicación alguna al cambio experimentado por ella en su aptitud hacia él. Quedaron en volver a verse en breve y ambos se despidieron ansiosos por que llegara ese momento pero ninguno de los dos fue capaz de confesarlo.
Los siguientes días llevarían a la reflexión de lo sucedido aquella noche, no se vieron, él siguió asistiendo a sus clases en la universidad y ella acudiendo a su trabajo a pocas calles de donde él vivía; de un plumazo todo había cambiado, la relación que él daba por imposible después de tantos intentos fallidos en el pasado ahora quizás era posible, aun ignorando los motivos de aquel cambio él estaba dispuesto a intentarlo una vez más, nada tenía que perder salvo la posibilidad de un nuevo desengaño pero algo le decía que esta vez todo sería distinto. Se aproximaba un nuevo fin de semana y no habían sabido el uno del otro, él no había querido coincidir con ella en la parada del autobús, ella no sabía por dónde él se movía y así, yendo cada uno por su lado, llegó el último día laboral de la semana, un poco antes de la cena él la llamó.
Habían quedado verse en el centro al caer la tarde, esa noche Jako y sus amigos iban a pasarse por Calgary, un local de moda en el casco antiguo instalado en un viejo palacete, ella con sus dos compañeras de trabajo se unirían al grupo, no ir solos  era una forma de romper el fuego pero estaba claro que una vez juntos no habría nada más a su alrededor y por tanto ambos formarían un único mundo. Se hizo la hora y algo nervioso, se encaminó hacia la plaza del Ayuntamiento en una de cuyas esquinas iban a reunirse; de camino hacia allí su cabeza iba repasando todo lo acontecido el fin de semana anterior, buscaba argumentos que justificaran todo lo ocurrido y la forma en como ocurrió, así mismo se preparaba para el nuevo encuentro que en breves momentos iba a tener lugar ¿Cómo la encontraría esa tarde? ¿Cuáles serían sus primeras palabras? ¿Habría pensado ella en lo ocurrido igual que había hecho él? Estas y otras preguntas rondaban en su cabeza a medida que se acercaba al punto de encuentro.
Los vio antes de llegar, allí estaba ella, sus compañeras y un par de amigos al otro lado de la calle, se quedó mirándolos si decidirse a cruzar, por un momento pensó que ojalá estuvieran ellos dos solos ¿para que necesitaban al resto si no les importaban lo más mínimo? Él solo quería estar con ella y los demás solo le harían perder tiempo; tras ponerse en verde el semáforo avanzó hacia el grupo y aún no había llegado a su altura cuando lo vieron, él sonrió pero su sonrisa solo tenía una destinataria, ella le devolvió la sonrisa pronunciando un discreto “hola” cuando ya estaban frente a frente. Todos se saludaron con apretones de manos, palmadas en los hombros o besos mejilleros, tras unos comentarios intrascendentes que sirvieron para romper el fuego entraron en un local cercano, allí tomaron unas hamburguesas y refrescos mientras se ponían al día unos y otros de su respectiva semana; desde el primer momento Jako acaparó toda la atención de ella y ella la de él, estando ambos en una nube a muchos kilómetros del resto.
Al principio hubo algo de nervios, casi todos eran ajenos a la historia de ambos durante los últimos años, así que no daban importancia a ese incipiente romance pero en ellos, lo que estaba sucediendo escapaba a la razón, y si él no se explicaba lo que estaba pasando, ella no se explicaba por qué estaba ocurriendo; al final ambos por separado decidieron disfrutar de aquella inesperada relación y no darle más vueltas a sus posibles motivos. Acabaron su cena entre risas, chistes fáciles y los cotilleos de rigor, no faltaron batallitas personales que alguno quiso compartir y sobre las que opinaron el resto; un par de horas más tarde salieron en dirección al  Calgary al cual llegaron media hora después, tras una caminata relajada que les sirvió para bajar la cena.
Jako pasaba su brazo por encima de los hombros de ella o bien iban cogidos de la mano jugueteando con sus dedos, por momentos se separaban acercándose a charlar con sus respectivos amigos para volver a unirse escasos minutos después; cuando llegaron al local de moda sus puertas estaban abarrotadas, había un montón de gente esperando para entrar, charlando en las aceras próximas, sentadas en los bancos de un jardín cercano, había gran animación en toda la zona y ellos pasarían a formar parte de esa marea humana ansiosa por divertirse.
Jako conocía a uno de los vigilantes de la puerta así que tras retirarles el cordón de acceso pasaron al interior; el antiguo palacete de  principios del XIX convertido en un local de ocio nocturno, tenía tres plantas con un patio interior, las luces indirectas colocadas en paredes y rincones daban una iluminación tenue a las estancias cambiando de color cada pocos minutos. La planta baja tenía la única pista de baile del local y estaba llena de cuerpos agitándose al ritmo de la música, ellos optaron por subir a la primera planta confiando estar menos agobiados, una vez allí buscaron un lugar donde sentarse y los chicos se acercaron a la barra a por bebidas,  minutos más tarde tras cruzar la jungla humana que había ante ella compitiendo por ser atendida, regresaron con las chicas satisfechos, se habían colado y obtenido sus preciadas bebidas.
Estaba claro que todos hablaban con todos pues las compañeras de ella no conocían a los amigos de él y por tanto no era cosa de pasar absolutamente de ellos, en cierto modo aquella reunión había sido urdida por Jako para organizar el encuentro con su chica; pasaron los minutos y poco a poco  cada uno fue soltándose a medida que ganaban confianza, ellos dos volvieron a encontrarse a años luz de todo lo que les rodeaba centrándose tan solo el uno en el otro.
Al igual que el anterior fin de semana el tiempo pasaba rápido, los viajes a la barra o al piso inferior para visitar la pista de baile eran frecuentes y todos llevaban una buena acalorada, sus pieles húmedas y calientes de buen grado habrían agradecido un buen chapuzón pero el mar estaba lejos y aunque la idea surgió, las chicas no estaban muy por la labor. The Snow Goose del grupo Camel sonaba en los altavoces de su rincón cuando alguien sugirió la posibilidad de seguir la fiesta en otro sitio, a esas alturas de la noche ya todos se habían hecho muy “amigos”. Una posibilidad era buscar otro lugar de moda y terminar allí la velada, otra opción era tomar una última copa en casa de alguno de ellos, el dilema estaba servido pues mientras unos querían seguir con el baile, la mayoría, Jako estaba más por buscar la intimidad de un hogar donde escapar a las miradas furtivas y el ruido incontrolado; con esas disquisiciones se encontraban ya en la calle cuando al final se optó por tomar una decisión salomónica.


CONTINUARA…

1 comentario:

  1. Estoy picada con la historia! Si ya la tienes no me hagas esperar una semana. Bajo quiere contarme como queda todo. Por cierto espero que bien todo sea dicho...

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