sábado, 5 de julio de 2014

FIN DE CICLO

La musa cambió de aires abandonando mi mente dormida la cual por mucho que se esfuerza, no encuentra el hilo que la lleve a la madeja de una nueva historia; releo los escritos pasados, me aventuro en relatos inacabados que abandono nuevamente, busco en mi maraña neuronal y ni una chispa ilumina la senda que estoy dispuesto a iniciar. Cierro los ojos e intento perderme en el abismo de mis sombras internas y ni aun así encuentro una palabra, una frase que dé inicio a una nueva historia ¿habré acabado mi bagaje literario? Me pregunto hacia mis adentros, las palabras que antes fluían sin esfuerzo ahora me son esquivas y estoy huérfano de ideas.


La época del año no me es propicia y el entorno tampoco lo es, las luces y rumores de hace unas semanas quedaron en el recuerdo y con ellos la musa voló a tierras más cálidas donde alimentar a otras mentes; desierto de iniciativa pues, me enfrento a un blanco virtual que espera mis palabras con sosiego, palabras que no brotan en mi mente, que no llegan a mis manos y por tanto no fluyen en mi pantalla de plasma. Frente a ella paso el tiempo que unos metros más abajo, en la calle, vuela llevándose una mañana de sábado más con sus gentes, sus mascotas, sus bicicletas y su tráfico rodado.

Repaso acontecimientos, personajes, hechos recientes y pasados y en ese pasado me anclo como barco a la deriva, voy dando tumbos por mi historia lejana reviviendo momentos vividos en otros países y lugares, veo a gentes que ya no están, actos que trajeron otros actos y que tuvieron sus consecuencias, unas buenas otras no tanto, vacío mi cajón de sastre y vuelvo a ordenar su contenido en una búsqueda infructuosa que no da resultados. Veo fugaces imágenes de tiempos remotos donde intuyo fui feliz, tiempos desenfadados y esperanzadores, tiempos de crecimiento personal, crecimiento inconsciente solo percibido con el paso de los años.

Primeras amistades, primeros escarceos amorosos, primeras experiencias y de todo ello fue formándose el poso de lo que hoy es mi vida, traumas, deidades, aspiraciones imposibles y de nuevo la pantalla en blanco esperando mis palabras que no llegan; el fin de un ciclo se ha establecido y ahora, en los albores de uno nuevo, quizás el último, debemos replantear la estrategia vital de ese futuro incierto que estamos a punto de iniciar. Antes o después nuevos relatos surgirán y como un torrente sin frenos irán llenando unas páginas ávidas de historias esperpénticas en unos casos, reflexivas en otros, quizás reales, quizás ficticias o en el mejor de los casos mezcla de ambas. A la espera de ese crisol de ideas convertidas en vocablos y más tarde en palabras, seguiré viendo pasar el tiempo tras mis cristales, las gentes irán y vendrán, las horas irán descontando sus minutos y con ellas las jornadas caerán una tras otra en esto que llamamos vida aunque para algunos no lo sea.


Mientras ese nuevo ciclo llega viviremos de lo escrito en un pasado aciago, de las convulsas historias atrapadas entre unas líneas mediocres, de los sinsabores plasmados en momentos de reflexión extrema; hasta que llegue esa nueva luz, seguiremos en la brecha intentando sobrevivir pero de momento intentaremos desconectar, mirar hacia otro lado, cambiar las imágenes cotidianas y para eso nos iremos de vacaciones e intentaremos perdernos en la infinidad del mar.