sábado, 25 de enero de 2014

LA LARGA ESPERA

Un nuevo día daba comienzo bajo el murmullo de un canto gregoriano susurrado por el coro de los monjes del monasterio benedictino de Santo Domingo de Silos; la ciudad hacía horas que marcaba sus leyes urbanas cuando me levanté tras una noche aciaga donde el reposo había eludido su presencia una vez más, la mañana iba a ser anodina sin nada especial que la significara por tanto dejaría pasar las horas sin interés. Una llamada era esperada y podía marcar la semana, su recepción implicaría llevar a cabo preparativos nunca antes realizados y por tanto asomarse a la incertidumbre y la sorpresa; el reloj del comedor iba desgranando los minutos de unas horas anónimas que iban pasando ajenas al mundo exterior, tras mis ventanas el clima frío del otoño ya se dejaba sentir y las gentes cubiertas como cebollas, se desplazaban arriba y abajo buscando un  lugar en la vida que no lograban encontrar.

Segundo día de espera y la llamada seguía sin llegar, sensaciones encontradas entraban en conflicto ante su inminente recepción, por un lado terminar con las actuaciones que de ella se derivarían, por otro hacer frente a los preparativos previos a dichas actuaciones; y mientras todo eso estaba por llegar el frío iba cubriendo con su manto toda la ciudad, cada rincón, cada calle, cada alma que por ella se movía. Un problema dentro de otro problema y a su vez ambos engullidos por un problema aún mayor, el mal dentro de un maltrecho cuerpo inmerso en unas circunstancias para nada deseadas llevado por los acontecimientos a través de un curso no elegido, no buscado, del que no podíamos salir.

El tiempo transcurre a nuestro alrededor mientras algunos permanecemos inmóviles, como una isla en mitad del océano, como un oasis en mitad del desierto; esperamos y esperamos y en esa espera repasamos nuestra vida recuperando fragmentos que creíamos olvidados, imágenes lejanas salen a la luz de nuestra memoria y nos vemos con muchos años menos en otro tiempo, en otra vida, en otra dimensión y el teléfono seguía sin sonar.

Tercer día sin noticias, el margen se va estrechando y ya no será esta semana, el tiempo pasa y el plazo necesario para realizar la prueba se estrecha haciéndose inviable, solo queda esperar la llamada y posponerlo todo tras pasar el fin de semana, una nueva cuenta atrás se pondrá en marcha y todo volverá a empezar. Mientras tanto resisto las inclemencias de un clima que me acobarda, cuatro meses aún para volver a renacer, ciento veinte días de ansiada espera primaveral, una vida en cuatro mensualidades que a priori se nos hace eterna; con el declinar del año la luz solar vuelve a alargar su sombra pero los cuerpos apenas notan el cambio hundidos dentro de sus ropajes acebollados, los aires del norte agudizan la sensación térmica y como caracoles encogidos dentro de su caparazón nos movemos por la interperie hostil.

Cuarto día sin novedad, un nuevo fin de semana se abre ante nosotros y nuestro ánimo no remonta; cuarenta y ocho horas de tele y lectura preso entre cuatro paredes, las mismas de siempre, nuestro mal vegetativo está presente en cada momento del día recordándonos la existencia de una paz que nunca encontraremos. Ropas húmedas, noches de insomnio, espasmos incontrolados, futuro incierto… una amalgama de sinsabores con los que hay que convivir y mientras tanto el tiempo pasa acercándonos a un fin no deseado, a unas pérdidas insustituibles, a una vida más gris si cabe.

La mañana transcurre sin sobresaltos y el silencio impera por toda la casa, unos cuerpos duermen en la habitación del fondo mientras voy plasmando los fogonazos de mis cansadas neuronas, como los trazos sueltos en un lienzo improvisado las palabras van alineándose una tras otra formando frases de contenido abstracto, solo el conjunto quizá de un poco de sentido al texto que poco a poco se va formando ante mis ojos. Y mientras tanto la calle clama en contra del cierre de un medio de comunicación, a pocos minutos del desalojo de las instalaciones y el inminente fundido a negro los últimos lamentos y reproches son emitidos por las ondas en un réquiem lastimoso e injusto desencadenado por años de desmanes, saqueos y la práctica reiterada de un amiguismo incontrolado.

Clavado frente a ti, texto maldito, escribo reflexiones sueltas e inconexas sin un sentido claro, sin una línea de continuidad, sin un fin explícito que justifique el tiempo perdido frente a la pantalla de plasma. En mi mente imágenes soleadas de otro tiempo revuelven mi nostalgia estancada en el recuerdo, veo con nitidez aquellas mesas junto a la arena de una bahía acariciada por la brisa, refrescantes cervezas pasaban de mano en mano mientras nuestras miradas se perdían en el azul infinito de un mar en calma. Rememoro la imagen de un islote con forma de corazón vista en la red de redes, pequeño fragmento de arenas blancas cubierto por un manto de vegetación exuberante bañado por las aguas turquesas de un océano infinito; ansío con la mente pisar aquellos restos de coral acumulados con el paso de los siglos, a los que las olas llevaron las semillas de lo que hoy es un paraíso terrenal. Aguas cristalinas lamen sus orillas con un manso vaivén, una danza rítmica que culmina en un beso blanco de espuma y arenas doradas sobre las que pequeños seres se desplazan buscando alimento con las primeras luces de cada amanecer.


La espera concluyó y la ansiada cita llegó por correo postal, ahora solo quedaba alcanzar la fecha indicada y someterse a los preparativos para la prueba requerida, una más en mi precaria andadura por este mundo de sombras…. Unos meses más y el sol volverá a lucir con fuerza insuflando unos ánimos perdidos con la caída de la hoja; unos meses más y de nuevo encontraré mi lugar junto a las arenas doradas que bordean la bahía anhelada; unos meses más y la brisa tibia acariciará mi piel ávida de sensaciones olvidadas. El verano volverá a recibirnos con su dulce abrazo.

sábado, 18 de enero de 2014

HASTA LOS HUEVOS... ES POCO

Hay mañanas en las que te levantas con el morro torcido, las brumas que cubren tú mente no te dejan ver la luz del sol, esos días uno sale de casa decaído y con la línea de flotación tocada, nada está claro y los problemas se vuelven más acuciantes, todo es gris y sin visos de aclarar. Uno piensa en como ha podido llegar a enmerdar tanto su vida y no ve salida a la situación en la que se encuentra, no hay un horizonte claro o al menos uno no lo ve, todo se convierte en un caos incontrolable que nos lleva a una espiral de locura malsana de la que no vemos la forma de salir. Y encima oyes las noticias en cualquier canal de televisión, más leña al fuego, si uno está mal ver como anda el país no supone un bálsamo para su espíritu, allá donde mires huele a podrido, los cubos de basura que todos hemos ido llenando con nuestras malas gestiones, corruptelas y demás artes del ladroneo, impregnan un ambiente en otros tiempos con claros tintes de optimismo, nadie se salva del mal hacer de alguna mano negra, nadie puede dormir tranquilo mientras sus intereses sean gestionados por entes anónimos cuyos gestores actúan con la más completa impunidad, nadie debe relajarse y dar por hecho que lo suyo está seguro.
La vida transcurre ranqueando por caminos indecisos, lo que un día fue bueno hoy ha dejado de serlo y los que fueron líderes de una supuesta economía saneada y modélica, hoy son perseguidos y acusados por malversar, evadir o robar sin el más mínimo reparo y uno en su pequeñez, mira a su alrededor y se siente impotente asaltándole las ganas de sacar la recortada del armario y liarse a tiros con todo lo que le rodea. Ver entrar y salir de los juzgados a unos adonis trajeados, presuntos de muchos cargos, entre el clamor popular que siente en sus carnes los efectos de tan malas gestiones, hace hervir la sangre al ser más calmado; la enajenación del pueblo parece estar contenida por una mordaza subliminal que nadie entiende como se mantiene, nadie pierde la cabeza y monta un desaguisado con todos estos personajes que están pidiendo a gritos un castigo ejemplar.
Y uno vuelve a sus problemas y su cabeza no deja de elucubrar, y su caos sigue dentro de un caos aun mayor que se extiende por todas las clases y estamentos, nadie escapa a los despropósitos que marcados desde arriba, machacan una y otra vez sin piedad a las gentes del pueblo. Sigo ensimismado en mi mundo interior, los conflictos luchan por encontrar una solución que no encuentran y la angustia empieza a pasar su factura psicosomática, una opresión torácica incipiente empieza a manifestarse sin nada que la frene, por momentos invade todo mi pecho queriendo extenderse por mis brazos y mi cuello, respiro hondo e intento tranquilizarme pensando en imágenes banales, lugares idílicos y amores imposibles, estos últimos añaden más frustración a mi angustia y con ello mi impotencia se ve incrementada en muchos enteros. ¿Así es la vida? Me pregunto en un momento de lucidez, ¿debemos vivirla a lomos de esa monotonía cotidiana? Los días corren, las semanas vuelan, los meses mueren uno tras otro y no reaccionamos, el fin se acerca y no tomamos medidas ¿Cuántos días realmente buenos hemos vivido en los últimos tiempos? ¿Cuántos momentos mágicos hemos tenido en el último mes? Es un tema para reflexionar.
Debemos encontrar nuestro lugar de meditación, este puede ser físico o mental, en él aprenderemos a vaciarnos de todo lo que nos lastra, pensaremos en lo que nos oprime, haremos planes de futuro, visionaremos a la gente que queremos, a la que adoramos y también a la que no nos es grata, a la que intentamos evitar; allí, solos con nosotros mismos, haremos repaso de nuestras acciones, de nuestros anhelos, de nuestros deseos inconfesables, elucubraremos con imposibles de los que comienzan con un “y si…”; allí renovaremos nuestras almas y de allí saldremos más ligeros de equipaje aunque este no tarde en volver a dejar sentir su peso. Seremos libres por unos instantes, libres de cargas, obligaciones, responsabilidades… en ese lugar elegido, mágico y personal, seremos invisibles al mundo que nos rodea y solo veremos aquello que queramos ver pues un escudo impenetrable nos protegerá de cualquier influencia ajena a nuestros deseos. El tiempo se detendrá en ese lugar para nosotros y aunque el minutero siga corriendo de manera inexorable, nuestro tiempo estará en un paréntesis atemporal y místico que nos permitirá ver más allá de nuestro momento terrenal. En esa plaza, junto a esa fuente, en un parque a la sombra de un árbol, a la vera de un  río o en la tranquilidad de una playa, dentro de nuestra cabeza o metidos en la cama, sea cual sea el lugar elegido, nuestro lugar de meditación y escape, en él encontraremos la paz y el sosiego que la ajetreada vida diaria nos niega, en él volaremos muy lejos de nuestra ubicación física ya que la mente no tiene límites ni fronteras y con ella estaremos donde queramos estar, haremos lo que queramos hacer, veremos lo que queramos ver pues en nuestro reducido mundo interior, cada uno de nosotros somos dioses de ese reino individual y por tanto podemos proyectarnos a nuestro antojo y capricho.
Luego volveremos a la realidad que nos rodea, esa que nos golpea con fuerza cada día tan pronto como abrimos los ojos por la mañana, volveremos a los conflictos diarios y una vez más tendremos que gestionar de la mejor manera posible todo ese mundo que gira en torno a nosotros y que muchas veces nos asfixia llevándonos al límite de nuestras fuerzas. Mientras eso ocurre la podredumbre de las grandes esferas seguirá cebándose con los más débiles, los indefensos, aquellos sin poder de decisión los cuales ven impotentes como se machacan sus derechos sometidos a una burla burocrática que en muchas ocasiones complica los trámites más sencillos con un constante acoso y derribo al menos común de los sentidos, el sentido común. Es por ello que se hace necesario ante tanta mediocridad, tanto abuso, tanta impunidad… encontrar ese punto, lugar o estado en el que podamos evadirnos y recomponer nuestros esquemas, coger fuerza y salir de nuevo al mundo con más ímpetu, más energía, más decisión si cabe; allí renovaremos nuestras energías y modularemos desde la reflexión, la forma y manera de canalizarlas más eficazmente.
Hoy en día a la vista de los acontecimientos hemos de reinventarnos, sacar lo mejor de nosotros mismos y aun así, no lo tendremos fácil; la jungla que hay ahí afuera es salvaje y despiadada, hoy con mayor intensidad que en otros tiempos, impera la ley del más fuerte, del más osado, del más intuitivo y oportunista, si tardamos en respirar nos roban el aire y difícilmente dispondremos de quien nos haga el boca a boca (sin lengua se entiende); hoy podemos decir “estoy hasta los huevos…” y nos quedamos cortos pues hay a quien la mierda le llega hasta el cuello y a estas alturas aún no sabe nadar.
Dicen que tras la tormenta siempre vuelve a lucir el sol, que cada invierno da paso a una nueva primavera y que no hay mal que cien años dure; nuestra tormenta particular puede llegar a agotarnos, tentarnos a tirar la toalla, hacernos desfallecer pero ahí debe estar la fortaleza que cada uno tiene para plantarle cara a la adversidad, soltar el lastre superfluo que hemos ido añadiendo sobre los hombros  y enlentecen nuestro caminar. El poder del alambique (véase La conciencia del alambique, publicado en mayo) quizás sea el instrumento que nos ayude a liberar esa energía negativa que pugna por envenenar nuestro mundo interior, su capacidad de análisis y purificación actuará como filtro de impurezas y así los humores nocivos que nos atenazan, quedarán atrapados siendo desechados al exterior de nuestras almas.
Nuestro santuario secreto, aquel sitio elegido privadamente, quedará como un arca de la alianza, alianza entre nosotros y nuestro mundo, nuestra mente y sus proyecciones, será nuestra tabla de salvación cuando creamos que todo está perdido, nuestra isla desierta en un océano de tinieblas, allí nos encontraremos seguros y a salvo de todo; ese altar sagrado para nuestra alma será un talismán para nuestro ánimo ya que cada vez que accedamos a él, este se regenerará haciéndonos un poco mejores, más pacientes, más sabios….si logramos escucharnos.

Todo tiene un comienzo y un final pero entre uno y otro el camino puede hacerse fácil y confortable o por el contrario difícil y tortuoso; las adversidades y sobre todo nuestra aptitud ante las mismas, marcarán nuestro recorrido vital, durante el mismo habrá altos y bajos, momentos malos, buenos y mejores, por desgracia estos últimos serán escasos y con frecuencia pasarán  desapercibidos; todo el camino será una constante aventura para la que quizás no estemos preparados y por tanto el aprendizaje deberá ser continuo, no bajando la guardia en ningún momento pues solo así afrontaremos con posibilidades de éxito, las pruebas a las que nos enfrentaremos en cada etapa de nuestra existencia.

sábado, 11 de enero de 2014

EL AIRE QUE NOS FALTA

Una tras otra vamos consumiendo las jornadas de una vida vivida sin acierto, los errores del pasado salen a la luz en un presente incierto que hace intuir un futuro convulso; actos erróneos aceptados con una falsa ignorancia, pasan factura con el devenir de los tiempos y llegada la hora de rendir cuentas, nos encontramos atados de pies y manos sin apenas margen de maniobra. A merced de los acontecimientos se mece nuestra existencia mientras la espera se hace larga y angustiosa, es lo que toca vivir en un año recién acabado y del que ningún grato recuerdo será escrito en el libro de la vida; nos falta el aire y con su ausencia una opresión mantenida sobre todo nuestro ser nos acompaña las veinticuatro horas del día.

Respirar buscando hinchar los pulmones se convierte en una maniobra habitual que repetimos con frecuencia, un esfuerzo extra por vencer la constante opresión que nos atenaza; el personal que nos rodea es ajeno a la catarsis que han experimentado nuestras vidas en unos pocos meses pero en la distancia, cada uno vive en sus carnes los daños colaterales en los que ha derivado una situación descontrolada. Ante nosotros días de fiesta, luces y colores, todo envuelto de músicas entrañables y consejos publicitarios de lo más tierno y sugerente; la falsa alegría que muestran las altas esferas contrasta con la tristeza subliminal que vive el pueblo machacado por los acontecimientos.

Y mientras la calle llora las carencias, muchos hogares montan sus belenes y árboles de navidad en un intento por dar color a la negrura en que se han convertido sus vidas. Sonrisas forzadas buscan endulzar una situación caótica que nadie esperaba, un estado impensable de alcanzar tan solo unos meses antes, un pozo oscuro al que nunca se nos ocurrió podríamos llegar a asomarnos.  Hoy al borde del precipicio intentamos mantener un equilibrio que amenaza con fallar y arrastrarnos a los abismos llevándose tras de sí toda una vida de logros penosamente conseguidos, todos los esfuerzos de una o varias existencias, todo un legado generacional.

Esa calle tantas veces vista adquiere otra imagen, esos rótulos tantas veces leídos toman otro significado, lo que siempre habías considerado tuyo hoy se ha convertido en una lacra a punto de desaparecer y con ella el peso de los compromisos adquiridos arrasará como un tornado la plácida vida que hasta hace poco llevábamos. Y la vida sigue, continua ajena a los despropósitos cometidos por unos y permitidos por otros, sigue su curso natural con penas y glorias repartidas por igual, sigue y sigue sin nada que la frene.


Con todo el fiestorro concluido de nuevo nos enfrentamos a la dura realidad, una vez más sentiremos la amenaza en nuestros cogotes, las mañanas de incertidumbre volverán a ser la rutina diaria, las miradas inquisitorias volverán a dejar su impronta sobre nuestras pieles y día tras día iremos ganándole tiempo a la vida, una vida echada a perder en el momento más crítico, en el ocaso de una existencia.

sábado, 4 de enero de 2014

ALEGRÍA ¿Donde, Cuando, Por qué?

Y es que vivimos en un valle de lágrimas donde los sufridos lagrimales no dejan de sangrar; uno lee la prensa, ve la televisión, oye los comentarios en bares y terrazas … siempre lo mismo, la cantinela suena y suena en labios de todos con distinta música pero con idéntica letra. Las cifras macroeconómicas mejoran o al menos eso dicen, pero al buzón de casa siguen llegando facturas que no podemos pagar; los bancos siguen reacios a abrir el grifo del crédito después de haber llenado sus depósitos con fuel a bajo precio y el pequeño comercio sigue boqueando con el agua al cuello.

Mientras el país se hundía, unos cuantos han ido haciendo caja de la manera más impúdica posible ante la mirada impasible de los supuestos gestores del reino, hoy se intentan subsanar los errores del pasado con luz y taquígrafos pero la lentitud a que se hace llega a desesperar, demasiadas leyes, demasiados supuestos, demasiadas comparecencias pero lo robado no aflora, nadie devuelve lo llevado ni paga en cárcel el suficiente tiempo para que al menos no pueda disfrutar de lo sustraído y así seguimos: ERES en Andalucía, caso NOOS en miembros de la familia real, familia Pujol con las ITV y las mochilas con dinero cruzando la frontera camino de Andorra y no precisamente para comprar quesos, el caso Arena y otros en Mallorca, de nuevo en Cataluña el caso Palau, financiación ilegal o al menos turbia en varios partidos políticos, caso Gürtel, caso Faisán y por último aunque seguro que me dejo alguno, el rey de la comedia, el próximo ganador de un Goya a la mejor interpretación, el hasta hace pocos meses ejemplo de hombre triunfador como en su día lo fue el aclamado por las masas Mario Conde, hoy ese ejemplo de lince de las finanzas se llama Luis Bárcenas que tras cansarnos viéndole entrar y salir de su casa bien trajeado, se come los mocos en una celda de dos por cuatro metros pero aún no ha soltado nada de lo que se llevó.

Pero el país lo sigue pasando mal, si hace unos años se manifestaban los estafados por el Fórum Filatélico hoy lo hacen por las preferentes, seguro estoy de que hay más de uno al que han pillado en ambos fregados y si aún no están mortimer deben estar a las puertas; antes eran un coñazo los llamados consejos publicitarios, hoy lo siguen siendo pero se les han añadido a la lista los espacios de noticias donde todo es malo o peor. Y mientras el país sigue en su particular deriva, a nuestras costas continúan llegando más y más pateras con su carga humana, esta viene a rellenar el hueco que poco a poco van dejando hispanos y europeos del este que tras  sufrir la crisis en sus carnes, retornan a sus países de procedencia y así entre los que se van, los que se quedan y los que ponen el pie en la patria por primera vez, se redistribuye la amalgama racial pero con una importante diferencia; mientras que los que se van contribuyeron en su momento a la riqueza del país con el aporte de su trabajo, la mayoría de los que quedan y los nuevos en llegar, forman esa masa que malvive y que con frecuencia desde las diferentes estancias del Estado debe mantenerse para asegurar su supervivencia.

Las incongruencias legislativas llevan a prohibir la venta de material falsificado bajo penas de multas económicas, incautación del material y según los casos cárcel, mientras nuestras playas son un interminable mercado de estos productos bajo la impasible mirada de las autoridades. Es verdad que en muchas ocasiones son un atractivo turístico en los paseos marítimos de muchas poblaciones costeras, pero no es menos cierto que además de un perjuicio para los comerciantes autóctonos que cumplen con todas las normativas, estos vendedores de temporada no solo venden productos falsificados de las mejores marcas, sino que lo hacen sin pagar ningún tipo de impuestos y en la mayoría de los casos en una situación de irregularidad personal dentro de nuestras fronteras; ¿hasta cuándo tanta permisividad con esta actividad a todas luces ilegal por mucho colorido que aporten a nuestras playas?

Está claro que antes o después la normalidad volverá a nuestras calles, a nuestros negocios, a nuestras fábricas y sus gentes pues no hay mal que cien años dure pero ¿cuál será el precio pagado? Muchos habrán quedado en el camino pues como reza la segunda parte del refrán, no hay cuerpo que lo resista. Nada será igual que antes y habrá que reinventarse para volver a resurgir; la distribución de la riqueza, el poderío y el estado de bienestar de las naciones a lo largo de la historia ha ido desplazándose por todo el globo terráqueo, en la actualidad un tsunami financiero y de valores ha barrido nuestras sociedades supuestamente avanzadas,  quedando en el valle de una ola gigantesca, hoy sus crestas las ocupan el gigante asiático y los países emergentes de Hispanoamérica, que volvamos a reflotar el barco depende de hacer grandes sacrificios pero esto debería ser para todos y no siempre recaer en los mismos; mientras se escriben estas palabras el precipicio sigue amenazando a muchos, lo que hasta hace poco  parecía seguro hoy se tambalea con pies de barro y en su caótico desequilibrio puede arrastrar voluntades, anhelos, esperanzas y sueños incumplidos pero la rueda gira y en su rodar, aplasta de manera despiadada todo a su paso.


Tiempo; tiempo es lo que hace falta para poner las cosas de nuevo en su sitio, tiempo para recuperarse del batacazo que muchos han tenido que soportar, tiempo para volver a encontrar la senda que un día desapareció bajo nuestros pies extraviando esfuerzos y voluntades, tiempo para volver a recuperar las confianzas perdidas, tiempo para poder volver a sonreír… pero el tiempo se acaba para muchos y estos ya no lo lograrán, este año 2014 lleno de esperanzas y promesas de recuperación habrá llegado demasiado tarde para muchos.